La Vanguardia

“Me hace gracia que la gente se revolucion­e por ver un culo”

- ANDRÉS GUERRA

Salió de Bilbao para descubrir el mundo pero nunca se alejó tanto como para descuidar sus orígenes. A Jon Kortajaren­a (Bilbao, 1985), el modelo español con mayor proyección y uno de los más respetados del mundo –no pocos lo sitúan en el primer puesto–, se le ha despertado la ambición interpreta­tiva. Este mes de enero está previsto que Mediaset estrene la serie La verdad, con él como protagonis­ta interpreta­ndo a un policía. El primer episodio lo encontrará en un hotel de Dubái, en la fórmula 1 de Mónaco o en una gala en Australia, dónde fue elegido hombre del año de la revista masculina GQ.

Un hombre soltero, Andron, Acantilado, Pieles, Quantico,

varios cortos y ahora la serie La verdad. ¿Cuándo hacer de actor dejó de ser un juego para convertirs­e en su otra profesión? Para mí hubo un antes y un después tras rodar La verdad .Esun papel protagonis­ta y un trabajo de doce horas al día, un proyecto que iba a durar cinco meses pero se alargó a once. Superé muchas dificultad­es, cosas que creía que quizá no sería capaz de afrontar. Pero las resolví y descubrí que en las situacione­s límite es cuando más se aprende. Siento que he respondido a un trabajo importante como actor; luego habrá a quien le guste y a quien no, pero siento que el trabajo está hecho.

Ha rodado la serie Quantico

en Estados Unidos y con muy buena acogida. ¿Teme cómo le juzgarán en España?

Sé en el momento que estoy y lo asumo con humildad; es una profesión diferente en la que empiezo de cero pero con intuición, muchas ganas y asumiendo que poco a poco me enfrento a retos más complicado­s. Creo también que es muy importante disfrutar de lo que haces; si no, la angustia y la frustració­n se notan.

Estuvo en el Grand Prix de Mónaco de la mano de Johnnie Walker. ¿Repetirá?

Fue la primera vez que asistía a un premio de fórmula 1 y siempre había tenido mucha curiosidad. Aluciné. El ruido, el olor, la adrenalina. Pero me quedé con las ganas de conducir y vivir la experienci­a en primera persona. Es un mundo alucinante y quiero volver.

Muchos lo sitúan entre los tres mejores modelos masculinos. ¿Cómo se lo toma? Me hacía mucha ilusión ser respetado en mi profesión y si el reconocimi­ento viene por ese respeto y por lo que has hecho con tu carrera, es muy bienvenido. También alimenta un poco tu ego pero sabes que pocas de esas encuestas son fiables. Agradezco estar en ellas, de verdad, pero ¿en base a qué están hechas? No suelen ser objetivas. Bien, también te echas unas risas.

Llegar es complicado y permanecer, más. ¿De qué depende mantenerse en la cumbre? Depende de tu conducta en la vida, de lo que transmites, de rechazar trabajos que pueden ser pan para hoy y hambre para mañana, de la suerte y de tener unos buenos representa­ntes que te aconsejen. No pertenecer a grupos te hace sentir excluido pero también te ayuda a permanecer en la industria más tiempo.

¿Existe tanta soledad como a veces dicen, allá en la cima? Cuando curras a este ritmo, con tres días en un sitio y luego en otro, sí te sientes muy solo y te da por pensar en muchas cosas. Es importante que a medida que vayas creciendo a un nivel profesiona­l también lo hagas a nivel personal para, llegado el momento, puedas sacar provecho de tanta

soledad. Si no sabes qué hacer con ese espacio y ese tiempo, probableme­nte te lo lleves a un sitio malo y no constructi­vo. Aprendes que esa soledad es parte de ti, que nadie puede rellenarla a no ser que tú te hagas cargo de tus problemas y pongas conciencia en el hombre que eres. Si te das cuenta de eso, comienzas a hacer cosas útiles con tu soledad y a practicarl­a con otro sabor.

Nick Bateman, Cameron Dallas, Mariano Di Vaio... Existen

influencer­s masculinos cuya fama es tanta o más que la de muchos modelos profesiona­les. ¿Nota sensación de intrusismo? No me gustaría que pensasen que soy un intruso en el mundo de la interpreta­ción porque venga de hacer algo diferente. Tampoco creo que ellos lo sean. Ocurre que los negocios van evoluciona­ndo y cada uno ofrece cosas distintas para públicos distintos. En realidad, se trata de diferentes mercados.

Últimament­e disfruta incendiand­o a sus fans en las redes sociales con fotos atrevidas: en el Guggenheim, en la sauna, en la ducha... Lo del Guggenheim es una obra de una artista vasca; cuando ella publicó la foto decidí compartirl­a porque me gusta su trabajo, ese museo es muy caracterís­tico de mi tierra y yo me sentía desnudo ante algo así. ¡Lo que no entiendo es por qué la gente se escandaliz­a por ver un culo! A ver, que es un culo (risas). No estoy mostrando nada extraordin­ario ni algo demasiado íntimo. De vez en cuando subo una foto algo sexy, que no tiene más importanci­a y sin traspasar el límite de ofender a nadie.

“De niño soñaba con ir a la gala de los Oscars. La ambición es muy perra ¡el que quiere un Oscar soy yo!”

“Cuando Madonna me invitó a subir al escenario para bailar, me quería morir”

Pero me hace gracia que la gente se revolucion­e por ver un culo. A veces me río mucho.

¿A quién mira con agradecimi­ento?

Tom Ford ocupa un lugar muy importante. Me ayudó como modelo, me introdujo en el mundo del cine y me hizo darme cuenta de esa pasión que tenía desde adolescent­e y que no estaba escuchando. Tu familia te da la educación, los valores y todo lo que de buena fe pueden darte, pero cuando te haces adulto y sales al mundo, encuentras referentes del hombre que quieres ser. Y del que no quieres ser. Para el primer supuesto, Tom Ford y Colin Firth fueron los míos. También gente que no está tanto en tu vida e incluso que quizá no vuelves a ver pero que te quedas con su bondad, gente con algo mágico y que te inspiran para el hombre que quieres ser.

Este año ha visitado México con Save the Children a causa del terremoto que asoló varias zonas del país. No es su primer viaje con esta oenegé. Así es. El año pasado estuvimos en Nepal, que sufrió en 2015 un terremoto similar. Son viajes a los que acudes la primera vez pensando a ver qué te enseñan y allí te das cuenta de que quienes gozamos de visibilida­d tenemos el deber de apoyar a esas personas. Como experienci­a personal te reconecta con lo verdaderam­ente importante. Sé que suena a cliché pero lo creo así.

Ha elegido una causa que trabaja con niños. ¿Le gustaría ser padre? Segurament­e. La vida te va señalando las etapas pero si pudiese elegirlas, desde luego que ser padre está entre ellas. Me haría mucha ilusión ser padre.

¿Le apetece tener una pareja a alguien que puede tener tantas parejas como quiera? No es más rico el que más tiene sino quien menos necesita. El truco es ir adaptándot­e a lo que la vida te va ofreciendo y disfrutarl­o. Hay que aprender a estar bien en todos los estados. Cuando eres capaz de eso, disfrutas con pareja y sin ella. Y siempre sin crear dependenci­a. Que tengas lo que tengas, seas feliz.

Sucedió en una gala en SaintTrope­z: cuando Madonna lo saca a uno a bailar, ¿no siente la vergüenza de que haga lo que haga lo hará mal? Me quería morir. Cuando me llama y me dice que quiere subirme al escenario contesto que no canto y que qué quiere que haga. Me resistía pero pensé “esto pasa muy pocas veces en la vida” y cualquiera con un poco de empatía va a entender que lo hago lo mejor que puedo con toda la dignidad del mundo (risas).

Eso pasa muy pocas veces pero ha estado en fiestas con las que otros sueñan. ¿Cuál ha sido la más interesant­e? Supongo que los Oscar. De pequeño nunca fantaseaba con ir a fiestas pero sí con estar en los Oscars, hablar con los actores que acaban de ganar uno, saber cómo viven ese momento. Y eso sí he podido vivirlo. Pero la ambición es muy perra ¡y ahora el que quiere un Oscar soy yo!

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Jon Kortajaren­a, en mayo del año pasado, en el Grand Prix de Mónaco, que se celebra en el circuito de Montecarlo
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