En la planta 24
Como no se puede tener todo, o eso dicen, los restaurantes con las mejores vistas panorámicas de una ciudad no suelen ser los más interesantes gastronómicamente. Por eso tienen más clientela de turistas conformados con disfrutar de una atalaya de lujo para hacerse fotos que comensales del lugar dispuestos a comer muy bien. En Barcelona, en cambio, hay dos restaurantes muy interesantes en la planta 24 de sendos edificios: el Dos Cielos de los hermanos Torres, que en la guía Michelin de este año estrena segunda estrella, y Marea Alta, en la misma planta de torre Colom (ocupa también los pisos 23 y 25).
En su segundo año de vida, el establecimiento que capitanea Enrique Valentí y que donde acaba de incorporarse como jefe de sala Pablo Sacerdote, ex Abac, sigue subiendo el listón. Lo fácil, seguramente, hubiese sido confeccionar una carta a base de paellas normalitas y picoteo fácil dirigida a turistas sin vértigo. Pero Valentí ha mantenido y ampliado la idea inicial de ofrecer buen pescado a la parrilla y ahumados, hasta convertir el restaurante con las mejores vistas de la ciudad en un referente. Sin renunciar a esas piezas de pescado bien asadas en las besugueras (en la planta 25 tienen la que debe de ser una de las cocinas con mejores vistas urbanas de Europa), el repertorio se ha ido ampliando con platos en los que la elaboración no pretende otra cosa que realzar el producto de máxima calidad con el que trabajan: a veces este aparece desnudo, como los percebes, las cocochas a la brasa; otras con preparaciones sutiles, como el yogur de bacalao y trufa blanca, los erizos con sabayon y parmentier o las angulas al pil pil. Cuando tantos restaurantes se reinventan para hacer una oferta más asequible, está bien que algunos se empeñen en crecer para hacer cocina de altura en las alturas. Sin renunciar, ellos no lo hacen, a un buen arroz.