La Vanguardia

La mejor artesana del año

LA CERAMISTA JAPONESA, AFINCADA EN ANDALUCÍA DESDE HACE MÁS DE DOS DÉCADAS, ES LA PRIMERA NIPONA EN RECIBIR EL PREMIO NACIONAL DE ARTESANÍA. SUS PORCELANAS, UTILITARIA­S Y ARTÍSTICAS A UN TIEMPO, ANIMAN A “VIVIR CON ESMERO”

- MARTA RODRÍGUEZ BOSCH Barcelona

“Mi abuelo del campo, practicant­e de zen, me enseñó que si miras de otra manera, cambias las cosas”, asegura

Su abuelo ya se lo dijo: “Has de ser como la porcelana, en apariencia delicada y en realidad muy resistente”. Y con ese preciado material de blancura traslúcida, compuesto de caolín, feldespato y cuarzo, terminó mimetizánd­ose. Yukiko Kitahara (nacida en Yamanashi a los pies del monte Fuji, en 1970) es la primera japonesa que recibe un premio Nacional de Artesanía en España. Su castellano con acento andaluz da cuenta de más de dos décadas viviendo en las Alpujarras de Granada y después en Sevilla.

Nacida en el seno de una estirpe de cocineros de sushi, la cerámica y la vajilla siempre tuvieron un papel principal en la cotidianid­ad de su familia, como ocurre en muchos hogares japoneses. No obstante, ella ya creció en un Japón de contrastes y en mutación: entre un mundo rural pautado por la tradición, de kimono diario y armonioso ritual del té, y la modernidad de una megalópoli­s como Tokio, fascinada por las luces y la magia nocturna del barrio de Shibuya de los años setenta donde su otro abuelo, maestro de sushi, regentaba un prestigios­o restaurant­e. Finalmente optó por un futuro no previsible. Abandonó su trabajo de oficinista en Panasonic –entonces para muchas jóvenes lugar de tránsito y vivero para encontrar marido con posibles– y se apuntó a cursar estudios en la Escuela Superior de Cerámica de Seto, en la prefectura de Aichi.

En 1994 llegó a España para pasar un año estudiando Policromía y Cerámica Mural en la Universida­d de Bellas Artes de Granada. Y desde entonces hasta hoy. Aquí la asombró la riqueza de la cerámica aplicada a la arquitectu­ra y la amable vida del sur, entre tapeo y cervecitas, cuando una buena cesta de verduras todavía se adquiría por pocas pesetas.

También descubrió la escultura de Antonio López. Aunque ya un año antes, en un cine de Nagoya, le había cautivado la mítica película de Víctor Erice El sol del membrillo, con el artista pintando sin desmayo mientras caen los frutos por el suelo. Otro referente por su forma de enfrentars­e al trabajo es Picasso. Y de su país de origen escoge a Rosanjin, reconocido ceramista y cocinero de Kioto, cuya doble ocupación –aclara Yukiko– no es extraña en Japón. Allí los chefs se inspiran en cuencos y platos de cerámica para elaborar nuevas creaciones culinarias y viceversa, en aras de una armonía total sobre la mesa.

En el 2012 decidió dedicarse por completo a la cerámica utilitaria y fundó el Taller Kúu en Gelves (Sevilla), donde vive con su compañero andaluz, también artista-artesano. Su serie Usar y no tirar –por la que ha merecido el premio– fusiona el objeto surgido de la industrial­ización, esos millones de envases que se fabrican y desechan vertiginos­amente, con el mundo natural de los animales. La manufactur­a sacando moldes de recipiente­s de plástico, hoja de lata o porexpan recuperado­s. Y relaciona su quehacer cerámico con la filosofía budista. “Mi abuelo del campo era practicant­e de zen y siempre me enseñó que cuando miras de otra manera, cambias las cosas –explica–. En esta colección cojo lo que la gente tira a la basura y a través del trabajo con porcelana, y su extraordin­aria translucid­ez y finura, lo convierto en otra cosa, en pequeñas joyas utilitaria­s”. Ante el desbocado hábito consumista de nuestra sociedad, ella incita a usar objetos que perduren. “Mis piezas ‘no cantan’ mucho. Pero si las observas detenidame­nte descubres pequeños detalles”, asegura. Como por ejemplo el tacto de la porcelana en la boca, que cuida en extremo para que resulte suave y refinado.

Sus distintas coleccione­s las agrupa bajo el lema “Vivir con esmero”. “Nuestra vida cotidiana –señala– siempre es una pelea con el tiempo. A través de mis piezas quiero transmitir ese ‘cuidar de ti mismo’: escoge tu taza favorita, toma un buen té (el suyo predilecto es el bancha, té verde japonés, de tres años, macrobióti­co) y ten un momento de esmero, poniendo la máxima atención”. Afirma que el contacto de las manos con el material, trabajando en el taller, le procura calma y tranquilid­ad. Y algunas épocas en que no pudo modelar cerámica se dedicaba a amasar pan, que también terminaba cociendo en el horno.

 ?? LUIS SERRANO ?? Yukiko Kitahara trabajando una pieza en su taller en Gelves (Sevilla), que fundó en el 2012 para dedicarse por completo a la cerámica utilitaria
LUIS SERRANO Yukiko Kitahara trabajando una pieza en su taller en Gelves (Sevilla), que fundó en el 2012 para dedicarse por completo a la cerámica utilitaria

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