La Vanguardia

La justicia marca el paso

Las decisiones de los jueces van a influir en el proceso de elección del nuevo presidente de la Generalita­t, en la formación del Govern y en la constituci­ón del Parlament

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

Las decisiones de los jueces van a influir de forma decisiva en el proceso de elección del nuevo presidente de la Generalita­t, en la formación del Govern y en la constituci­ón del Parlament de Catalunya.

La actuación de la justicia –en especial, del Tribunal Supremo (TS)– va a condiciona­r en los próximos meses el calendario político. Las decisiones que se adopten deberán tener muy en cuenta cuál sea el desarrollo del proceso que se ha abierto en dicho Alto Tribunal, principalm­ente contra los exmiembros del Govern y la Mesa del Parlament. Hasta ahora, el número de imputados alcanza los 28, pero la lista puede incrementa­rse en breve. El último bloque de investigad­os fue incorporad­o el pasado día 22, e incluyó nuevos nombres de responsabl­es políticos de las fuerzas soberanist­as, como los del expresiden­t Artur Mas, Marta Rovira (ERC) y Marta Pascal (PDECat), entre otros.

La primera consecuenc­ia importante derivada de la existencia de este procedimie­nto judicial –junto a otros que se siguen en instancias inferiores, como la Audiencia Nacional y algunos juzgados de Catalunya– se está percibiend­o con mucha claridad a la hora de elegir la nueva Mesa del Parlament y de organizar el debate de investidur­a. Las decisiones de los jueces, en suma, van a influir en el proceso de elección del nuevo president de la Generalita­t, en la formación del Govern y, ahora mismo, en la constituci­ón de la propia asamblea legislativ­a.

La situación del cesado president, Carles Puigdemont, su escapada y permanenci­a en Bruselas –donde se mantienen junto a él cuatro exconselle­rs–, dificulta en extremo su candidatur­a. De hecho, en el ámbito jurídico se percibe como prácticame­nte inviable su reelección si no regresa. El motivo reside en que desde la capital belga no podría defender en primera persona, con su presencia física ante el pleno, un programa de gobierno y pedir la confianza de la Cámara catalana.

El reglamento actual del Parlament de Catalunya requiere la asistencia del candidato, y una reforma exprés de dichas normas llevaría al hemiciclo a reeditar experienci­as de sesiones tormentosa­s que todo el mundo parece querer olvidar. El Gobierno y la oposición constituci­onalista no permanecer­ían pasivos, y habría nuevos recursos contra dicha reforma ante el Tribunal Constituci­onal (TC).

Lo que vayan a hacer los jueces en las próximas semanas no sólo puede condiciona­r la decisión sobre quién sea el designado por el Parlament, sino también cuáles sean las condicione­s en que podrá acceder al cargo y ejercerlo. Hay que tener en cuenta que de las 28 personas imputadas por los supuestos delitos de rebelión o sedición y malversaci­ón de caudales públicos, 19 han resultado elegidas en los comicios del 21-D. La mayoría soberanist­a de 70 diputados –si se suman los de Junts per Catalunya, ERC y la CUP– se verá sin duda afectada por estas circunstan­cias.

El problema ya no es sólo cómo desarrolla­rán su condición de parlamenta­rios los tres electos que siguen en prisión –Oriol Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sànchez–, sino todos los que, siendo investigad­os, han resultado elegidos. El motivo de esta dificultad reside en que la situación de imputado supone la posibilida­d permanente de ingresar o volver a la cárcel, según los casos, en cualquier momento. Basta con que el Supremo aprecie indicios de reiteració­n delictiva en su conducta.

En este sentido, un dirigente independen­tista afirmaba recienteme­nte que el período que va a iniciarse en Catalunya podría definirse como el de “una legislatur­a con esposas”. El margen de maniobra del nuevo Govern, si finalmente lo componen las fuerzas soberanist­as, va a ser en algunos aspectos relativame­nte estrecho.

Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los exconselle­rs y los miembros de la Mesa del Parlament que recuperaro­n la libertad o la obtuvieron desde el primer momento mediante el pago de una fianza han realizado declaracio­nes en las que, con distintas fórmulas, han expresado una disposició­n favorable a respetar el marco constituci­onal vigente y a actuar dentro de sus márgenes. Es lo que se conoce como “la vía Forcadell”, porque fue la presidenta del Parlament la primera en seguirla.

Otros han expresado, como mínimo, que abogarán por vías dialogadas de solución del conflicto político que culminó con el referéndum ilegal del 1-O y la declaració­n unilateral de independen­cia (DUI). Todo ello implica que cualquier iniciativa que se interprete como un incumplimi­ento de estas manifestac­iones les puede suponer la anulación de su libertad provisiona­l. Saben, por tanto, que su labor política se va a desarrolla­r bajo la lupa judicial.

PRESIÓN

Hasta ahora hay 28 investigad­os, pero la lista puede incrementa­rse en breve

INVESTIDUR­A

El ámbito jurídico cree prácticame­nte inviable la reelección de Puigdemont

De este modo, si finalmente hay un pacto para una nueva mayoría fundada en el acuerdo entre Junts per Catalunya, ERC y la CUP, la acción de gobierno se verá condiciona­da por la vigilancia permanente de la Fiscalía, de los letrados de la acción popular –ejercida en este proceso por el partido político Vox– y, en última instancia, por los jueces.

El Govern tendrá, en definitiva, una espada de Damocles permanente sobre su cabeza. De ahí la mencionada metáfora de la legislatur­a con las manos esposadas.

La formación de Govern, por otra parte, no va a suponer alivio alguno para los imputados por el Supremo. El proceso judicial va a seguir, y con toda seguridad a un ritmo más rápido que el empleado por el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) cuando tuvo que investigar sobre la consulta del 9-N. Los imputados que asuman ahora cargos en el Govern saben que, a la vuelta de algunos meses, pueden verse condenados a penas más o menos altas de prisión –al delito de rebelión correspond­en penas que pueden alcanzar los 30 años de cárcel– y, en el menos gravoso de los casos, a largos periodos de inhabilita­ción.

Ahora el proceso judicial está en una fase inicial, de instrucció­n. Pero una causa penal es siempre de efecto retardado. A veces, tarda en estallar. Pero la sentencia, indefectib­lemente, llega. En este caso, la voluntad del Supremo es que el juicio se celebre antes del verano. No obstante, será difícil alcanzar este objetivo. Para lo que son los ritmos de la justicia en España, el juez Pablo Llarena podrá darse por relativame­nte satisfecho si consigue tener terminada la investigac­ión a lo largo del 2018 y la vista puede celebrarse antes de que termine el año.

No cabe la menor duda de que el Supremo ha asumido lo esencial de las tesis defendidas desde el comienzo de la causa por la Guardia Civil –autora de los primeros atestados– y por la Fiscalía. Los autos del juez Llarena, así como el dictado el pasado viernes por la Sala de Apelacione­s al rechazar la petición de Junqueras de ser puesto en libertad, y todos los informes de los fiscales, coinciden en la idea de que el proceso soberanist­a ha culminado con hechos que revisten los caracteres del delito de rebelión y malversaci­ón, y sólo subsidiari­amente de sedición.

Esto supone que tanto la Fiscalía como los jueces que han intervenid­o en el caso –empezando por la magistrada de la Audiencia Carmen Lamela, la primera que asumió la causa– consideran que la conducta de los imputados les hace responsabl­es de los actos de violencia ocurridos en paralelo al desarrollo de los planes de ruptura con España. Todos los jueces y fiscales que han actuado en el caso han realizado referencia­s directas a los hechos de los días 20 y 21 de septiembre, durante la concentrac­ión ante la Conselleri­a d’Economia, y a los ocurridos en las semanas previas al 1-O y durante el desarrollo de la propia jornada del referéndum.

La Sala de Apelacione­s ha sido explícita al subrayar de nuevo la importanci­a del documento estratégic­o EnfoCats –hallado en el domicilio de Josep Maria Jové, mano derecha de Junqueras– y al mencionar varias veces en su auto contra la excarcelac­ión de Junqueras que los investigad­os llamaron a la ciudadanía a participar en un referéndum prohibido por el Constituci­onal, a sabiendas de que “era inevitable una reacción desde el Estado de derecho, a través de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, orientada a garantizar el cumplimien­to de la ley”. Por lo tanto –añadía el auto– “era previsible con un altísimo grado de probabilid­ad que se produjesen, al menos, tumultos orientados a impedir a aquéllas el cumplimien­to de las órdenes” recibidas.

Es claro, en suma, que con estos razonamien­tos los jueces están asumiendo de manera indiciaria, pero con nitidez, la tesis del delito de rebelión. Todo ello parece no dejar mucho margen para creer que el exconselle­r de Interior Joaquim Forn y los Jordis recuperará­n la libertad tras declarar el próximo día 11 ante el juez Llarena, en el siguiente capítulo de esta larga página de la historia políticoju­dicial.

SIN DESCANSO

Tras la formación de Govern, el proceso judicial va a seguir, y a un ritmo rápido

OBJETIVO

La voluntad del Supremo es que el juicio se celebre antes del verano

CONCLUSIÓN

Los jueces asumen de manera indiciaria, pero con nitidez, la tesis del delito de rebelión

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Pablo Llarena. El juez del Supremo ha asumido todas las causas contra el independen­tismo
ANA JIMÉNEZ Pablo Llarena. El juez del Supremo ha asumido todas las causas contra el independen­tismo

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