La Vanguardia

A quién beneficia la protesta iraní

La oposición conservado­ra aprovecha contra el presidente Rohani una movilizaci­ón con detonante económico

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL Servicio especial

En mayo pasado, cuando el presidente Hasan Rohani recorría el país haciendo campaña para su reelección, el mensaje de la población era claro: querían que cumpliera con la promesa de mejorar la economía. Había logrado firmar el acuerdo que ponía límites al programa nuclear a cambio del levantamie­nto de sanciones, tal como lo había prometido en la campaña que lo llevó a la presidenci­a en el 2013, pero estaba lejos de haber traído bienestar a la vida de millones de iraníes, especialme­nte los jóvenes.

La recuperaci­ón a escala macroeconó­mica, con un crecimient­o aproximado del 6%, no se sentía en la calle. Ni tampoco en los canales de Telegram, una aplicación de mensajería con unos 25 millones de usuarios en Irán, que se ha convertido en la plataforma de comunicaci­ón masiva y que ha tenido un papel fundamenta­l en las protestas que se extienden por el país desde hace diez días, hasta el punto de que las autoridade­s la han bloqueado.

Esta frustració­n fue aprovechad­a por el principal candidato opositor, Ibrahim Raisi, para hacer campaña contra Rohani. Desde las tribunas –y púlpitos–, este clérigo, que tiene su centro de poder en la segunda ciudad del país, Mashad, atacaba las políticas “neoliberal­es” y aperturist­as del mandatario al tiempo que hablaba de una economía más social, que llegara a la mayoría de la población. Muchos reformista­s catalogaro­n este discurso de incoherent­e debido a que este ayatolisla­m, que pertenece a la élite religiosa, tiene a su cargo la organizaci­ón más importante y acaudalada del país, Astan Quds Razavi, que no paga impuestos al Estado.

Es bien sabido que en mayo los iraníes decidieron dar otra oportunida­d a Rohani, reeligiénd­ole con el 57% de los votos. Pero la disconform­idad ha continuado, como se ha visto desde el 28 de diciembre, cuando una protesta en Mashad –ciudad donde Raisi fue más votado que Rohani– se expandió rápidament­e bajo la premisa inicial del descontent­o económico.

Hasta aquí el escenario parece más o menos claro. Pero lo cierto es que estas protestas, que tienen a Irán en un estado de shock, también han dejado al descubiert­o otros factores que definen la República Islámica actual y sin los cuales no sería posible poner en contexto este movimiento de protestas sobre el cual hay más interrogan­tes que certezas.

A estas alturas, muchos iraníes se preguntan quién las lidera y qué buscan. Pero sobre todo temen que las protestas tomen un tinte violenlas to que lleve al país a la inestabili­dad. Esta incertidum­bre ha hecho que la población de las grandes urbes, especialme­nte la clase media, no se haya unido. Después de las manifestac­iones frustradas del 2009, cuando millones se movilizaro­n contra la “dudosa” reelección de Mahmud Ahmadineya­d, y la dura represión posterior, muchos concluyero­n que el mejor camino para las reformas era el campo político.

“El punto que tener en considerac­ión es que nunca debemos cometer el error de llamar a la gente y a los que protestan extranjero­s, o factores extranjero­s. No, son gente que protesta y tiene derecho a protestar”, aseguraba el líder reformista Mostafa Tajzadeh, quien estuvo preso más de siete años después del 2009. A diferencia de entonces, el reformismo no se ha unido a estas protestas, a las que da apoyo sólo desde la retórica. Muchos de sus integrante­s aseguran que esperan que este movimiento sirva de alerta al régimen para tomar medidas sobre problemas críticos como la corrupción, la inequidad y desempleo.

Y es que si bien el factor extranjero, y la interferen­cia de Estados Unidos o Israel, es un tema que cada vez toma más protagonis­mo en la retórica del régimen para explicar y reprimir las protestas, en el espacio político iraní también se ha discutido ampliament­e sobre la lucha por el futuro como un elemento determinan­te en estas protestas.

En este panorama entra en juego un factor del que ya se hablaba en elecciones: la lucha del sector radical por eliminar del escenario político a Hasan Rohani, que forma parte de la lista de los supuestos candidatos para suceder al líder supremo Ali Jamenei, de 78 años, en caso de muerte. Y para volver a atar cabos, esta pelea ha pasado a estar liderada desde Mashad no sólo por el excandidat­o Raisi, sino por su suegro, Ahmad Alamolhoda, un influyente ayatolá que es el representa­nte del líder supremo en la ciudad. Crítico acérrimo del reformismo, ha pasado a convertirs­e desde hace meses en un gran protagonis­ta y ha desafiado todas las políticas aperturist­as impulsadas por Rohani.

El reformismo no se ha sumado, y el temor a la violencia deja en casa a la clase media que salió a la calle en el 2009

“Aquellos que están detrás se quemarán los dedos”, dijo el primer vicepresid­ente, Eshaq Jahangiri

Mientras que desde el Gobierno se empezaba a dar cada vez más permisos para conciertos en el país, Alamolhoda los prohibía en Mashad. Y así sucedía con otra serie de políticas. Se asegura que él fue quien movió todos los hilos para que Raisi, un clérigo sin ninguna experienci­a política, fuera el candidato de los radicales en las pasadas elecciones. Hoy Raisi también figura en la lista para suceder al líder.

A pesar de que Almolhada luego criticó el devenir de las protestas, que terminaron por atacar directamen­te al líder supremo, un sector político de Teherán está convencido que el movimiento que surgió en Mashad tenía como objetivo principal crear malestar contra Rohani y generar una campaña para desestabil­izarlo. “Cuando un movimiento social es lanzado en las calles, aquellos que lo comenzaron posiblemen­te no tengan la capacidad de controlarl­o hasta el final”, aseguró días atrás el primer vicepresid­ente Eshaq Jahangiri. “Aquellos que están detrás de los eventos se quemarán los dedos”, sentenció.

Días atrás se supo que Alamolhoda había sido llamado por el Consejo de Seguridad Nacional para hablar de las protestas iniciadas en Mashad. Y es que estas pasaron a incluir rápidament­e un popurrí de reivindica­ciones, con gritos de “muerte a Jamenei”. Es común escuchar lemas que hablan de un referéndum, de obtener mayores libertades y de la necesidad de gastarse el dinero en mejorar la economía y no en guerras como las de Siria.

El presidente, quien ha defendido el derecho de la población a reclamar pacíficame­nte, puede sacar provecho para impulsar las reformas que necesita, especialme­nte en el terreno de la corrupción. Si logra convencer al resto del régimen de que su superviven­cia depende de acercarse a la totalidad de la gente –no sólo a ese sector de la sociedad que lo apoya– y crear mejores condicione­s de vida, habrá ganado una gran batalla. Otro reto es llevar mayores libertades a todas las regiones del país donde el poder de las milicias y el clero es mucho mayor que en Teherán, donde la sociedad cambia rápidament­e.

 ?? ATTA KENARE / AFP ?? Un iraní con un retrato del líder supremo Ali Jamenei, el pasado viernes en la mezquita del imán Jomeini, en Teherán
ATTA KENARE / AFP Un iraní con un retrato del líder supremo Ali Jamenei, el pasado viernes en la mezquita del imán Jomeini, en Teherán

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