SÉNECA AÑO 1475
El escribano real Pere Miquel Carbonell (1434-1517) tenía verdadera pasión por los libros y contaba con una rica biblioteca de
textos jurídicos (fue notario real y público de Barcelona). En ocasiones realizaba donaciones, como la obra filosófica de Séneca que adquirió en 1477 a un librero de Barcelona y que, un tiempo después, donó al monasterio de San Francisco de Asís de Barcelona. El ejemplar original, cuya edición se había encargado a un monje de Poblet que se desplazó personalmente a Nápoles, estaba editado con bella letra humanística, pero carecía de dibujos. Carbonell lo hizo ilustrar y encuadernar como objeto de lujo. Pagó una buena suma de dinero, como se refleja en una nota adjunta en la que consta una observación de su puño y letra: me ha costado más el trabajo de decoración y encuadernación que la obra en sí, señala. Un cuarto de siglo después de su donación, Carbonell visitó de nuevo el monasterio. Y quedó contrariado por el mal estado de la pieza, así que quiso añadir una objeción al descuido de los monjes que quizás primaban más el contenido intelectual que la apariencia estética. “Desconozco qué tonto ha sido el responsable. Si Dios me diera tiempo lo repararía, dado que ningún fraile de este convento lo ha querido arreglar pese a su descuido”. Lo más curioso es que, en el original, no se ven los estropicios que tanto alteraron al notario, pese, incluso, a los cinco siglos transcurridos.