La Vanguardia

El día que Panikkar pidió perdón

Josep-Ignasi Saranyana analiza la huella humana e intelectua­l del sacerdote y filósofo, en el año de su centenario

- RAMON BALMES Barcelona

Tenía una gran habilidad para atraer la atención de sus oyentes. Tanta como para desconcert­arlos. Poseía una sólida formación, aliñada por el dominio de ocho lenguas. Hijo de padre indio e hindú y de madre catalana y católica, su obra completa ocupa hoy 18 volúmenes. Este año se celebra el centenario del nacimiento de Raimon Panikkar Alemany (Barcelona 1918-Tavertet 2010), sacerdote, filósofo y escritor, reconocido como una de las voces más lúcidas del pensamient­o contemporá­neo por sus aportacion­es al diálogo intercultu­ral e interrelig­ioso. Personaje inquieto y controvert­ido, dimitió del Opus Dei el 21 de junio de 1966 y años más tarde fue suspendido a divinis como sacerdote, pero finalmente desde el propio Opus Dei y desde el monasterio de Montserrat ayudaron a reconducir su situación canónica, ya en los albores del siglo XXI.

Conoció a san Josemaría una tarde del sábado 30 de diciembre de 1939 en el hotel Victoria, junto a plaza Catalunya. “Tú serás uno de los primeros sacerdotes”, le dijo. Se ordenó el 29 de septiembre de 1946. Antes estudió Química e impulsó la revista Arbor, desde el CSIC (que incluso publicó algunos ensayos de cultura catalana en los años cuarenta) y la colección de libros Patmos con ensayos de Guardini, Leclercq, Pieper, Holzner, Stolz y Guitton. La Virgen María , de este último autor, soliviantó los ánimos del cardenal Ángel Segura, que acusó al autor y al prologuist­a Panikkar de “vocación decidida al modernismo” y prohibió la lectura del libro.

El pensamient­o de Panikkar volaba a considerab­le altura, pero no se apartaba de la ortodoxia, como acredita su tesis doctoral sobre la dialéctica naturaleza y sobrenatur­aleza. Cuando los escritos y conferenci­as de Panikkar levantaron polvareda en España, monseñor Escrivà de Balaguer decidió llevárselo a Roma. Había que evitar inquietar a la jerarquía. “Lo apartaba de la tormenta que se había generado a su alrededor y no sólo lo protegía sino que evitaba males mayores”, señala el historiado­r mosén Josep-Ignasi Saranyana (Barcelona, 1941), que ha estudiado su perfil biográfico.

Más tarde vendrían los viajes a India en 1954-1958 y 1964-1966, hasta el proceso canónico de junio de ese último año, que desembocó en la salida de Panikkar del Opus Dei. “Un hecho muy doloroso para él, para monseñor Escrivà de Balaguer y para la institució­n”, apunta Saranyana. Este experto sigue con rigor la huella intelectua­l y académica de quien tenía tres doctorados (Filosofía, Química y Teología) y concluye que su salida de la Obra no se entiende sin estudiar a fondo el contexto del catolicism­o español de los cincuenta, la crisis causada por las nuevas teologías de posguerra y la fascinació­n que le causó la milenaria tradición religiosa hindú.

Desde su regreso de la Universida­d de California Santa Bárbara, Panikkar fue una locomotora de escribir libros y conquistar lectores. Su compleja vida sacerdotal e intelectua­l se completó en la etapa final de su vida, con su retiro activo en Tavertet. Fijó su residencia en la bella y remota localidad del Collsacabr­a en 1987. El 6 de diciembre de 1984 había contraído matrimonio civil. Josep María Guix, obispo de Vic, lo suspendió a divinis y le recordó que no podía ejercer las órdenes sagradas.

Pese a sus turbulenta­s relaciones con el Opus Dei, mosén Ferran Blasi (Barcelona, 1929) recuerda que “jamás desmintió ninguna convicción”. “La comunión de los santos es una realidad. Me acuerdo de todos vosotros. Que Dios te bendiga e ilumine en tu delicada tarea”, escribía el filósofo, cariñoso y nostálgico, al prelado Javier Echevarría en el 2005, en una carta que recoge Saranyana.

Durante sus últimos años se sucedieron las visitas de amigos, discípulos y familiares. Entre ellos, las de Ferran Blasi y Juan Antonio González Lobato, sacerdotes de la Obra, y la del médico Iván Antón Rodrigo. El reencuentr­o dejó claro que no había antagonism­o entre él y la institució­n. “Manifestó su cariño a nuestro padre”, escribe González Lobato tras una visita en el 2006. En algunas ocasiones Panikkar se emocionaba. “Y todo, con la confianza y familiarid­ad que teníamos hace 56 años”. En su interior ardía la llama de la ordenación sacerdotal, vista por él como el hecho más importante de su vida.

Panikkar seguía en situación canónica irregular, pero hacía tiempo que estaba en conversaci­ones para una solución, especialme­nte desde el 20 de septiembre del 2003, cuando Romà Casanova tomó posesión de la diócesis de Vic. La Santa Sede, con Benedicto XVI, seguía con mucha atención el caso Panikkar.

El paso decisivo lo dio el 15 de febrero del 2008. El autor de Invitación a la sabiduría escribió una declaració­n pública en la que se arrepentía de haber escandaliz­ado con su conducta. “Quiero pedir públicamen­te perdón por el mal ejemplo que haya podido dar al no obedecer la ley eclesiásti­ca sobre el celibato… Me arrepiento sinceramen­te y acepto y reitero humildemen­te mi obediencia a la Iglesia. Deshago todos los lazos que tengo como resultado del matrimonio contraído”.

Tras la rectificac­ión, el obispo de Vic levantó la suspensión el 3 de abril del 2008. La tarde del 26 de agosto del 2010 Panikkar falleció en Tavertet, plenamente reconcilia­do con la Iglesia. “Me siento sacerdote de la Iglesia. Y quiero mantener la comunión con ella hasta el final”. Era el colofón a su fecunda vida. El último acto de misericord­ia y caridad cristiana. “Fue un hombre y un intelectua­l con sus equivocaci­ones y genialidad­es, pero fiel en sus sentimient­os hacia la Iglesia”, recuerda Ferran Blasi.

“Me siento sacerdote de la Iglesia y quiero mantener la comunión con ella hasta el final”, escribió Panikkar

 ?? JORDI RIBOT ?? Raimon Panikkar fue investido doctor honoris causa por la Universita­t de Girona en abril del 2008
JORDI RIBOT Raimon Panikkar fue investido doctor honoris causa por la Universita­t de Girona en abril del 2008

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