Dios aprieta, pero no…
Adossats
Autor: Ramon Madaula
Dirección: Jordi Casanovas
Intérpretes: Guillem Balart, Jordi Bosch, Carles Canut, Ramon Madaula, Rosa Renom
Lugar y fecha: Teatre Romea (18/XII/2017) Si convenimos que la clase media es el estamento social mayoritario en nuestra sociedad –aunque menguante sin asomo de prodigio–, el teatro de Ramon Madaula es con bastante certeza una dramaturgia para la mayoría. La clase media es el sujeto y el objeto de sus comedias dramáticas. Sujeto dramático y objeto de deseo (su público) para hacerle reír con más daño espasmódico que emocional con sus miserias suburbanas. Podría ser Alan Ayckbourn hurgando en la castradora comodidad de las vidas regladas. Adossats podría ser The Norman Conquest con cuatro décadas de diferencia y cambiando Sussex por el Vallès Occidental. Usa la misma combinación de elementos dramáticos (frustración y soledad personal, tensión familiar, fracaso profesional y sentimental, prejuicios y miedos colectivos) con la salvedad que el equilibrio entre humor y amargura no alcanza la sana acritud del inglés. A su cóctel catalán le falta esa segunda o tercera gota de angostura que confiere al líquido dramatúrgico ese gusto diferencial que lo distingue de una correcta comedia de costumbres. Predomina el gusto dulzón en la resolución de los conflictos y la condescendencia respecto a sus personajes, forzados a ser entrañables, incluso tópicos.
Madaula sólo corroe las esquinas del espejo social. Deja que la maltrecha pátina de plateado se muestre como incómoda mancha en los bordes de una brillante superficie dedicada a la comedia ligera. Ese tipo de textos menos exigentes, y de éxito, que proliferan ahora en los escenarios franceses –en aparente renovación del bulevar– y que últimamente se suceden en nuestros teatros para alimentar las plateas con el humor de la clásica familia disfuncional, y que entre nuestros comediógrafos también tienen cierta ascendencia. Véase: Avui no sopem.
Jordi Casanovas –que ya se había acercado con Vilafranca a este entorno dramático con mayor ambición en su análisis crítico– aporta una dirección que no interfiere en el carácter de teatro popular que posee Adossats. Rodeado de un reparto de probada eficacia y reconocidas tablas, ha dejado hacer, incluso participando de la condescendencia del autor. Puro oficio. Premeditada ausencia de la huella del director. Sobre todo no interferir en la comodidad del espectador; no estropearle un buen momento de asueto y entretenimiento con los trucos y recursos de la vieja escuela; no robarle una risa fácil; no confundirlo con unas interpretaciones alejadas de lo reconocible, como si Jordi Bosch, Carles Canut, Rosa Renom o el mismo Madaula se les solicitara ser su propio cliché para mayor felicidad del respetable.