Radvanovsky y Kunde protagonizan ‘Poliuto’, el Donizetti más dramático
El Liceu recupera en concierto esa historia de persecución de cristianos en Armenia
De la ligereza y la comicidad de L’elisir d’amore, estrenado este domingo, al dramatismo pasional de Poliuto. El Liceu simultanea dos caras opuesta de Gaetano Donizetti, de quien mañana y el sábado se programa este segundo título en versión concierto, con nada menos que la soprano Sondra Radvanovsky y el tenor Gregory Kunde como pareja estelar, secundados por el barítono Gabreiele Vivani (en el papel de procónsul romano), y dirigidos musicalmente por un especialista en bel canto, el maestro Daniele Callegari.
Cuarenta y dos años han pasado desde la ultima vez que se representó en el Liceu esta difícil partitura belcantista que estilísticamente es avanzada a su tiempo. Basada en la tragedia de Pierre Corneille Polyeucte (1642), se trata de una ópera romántica en tres actos con libreto de Salvadore Cammarano, que toma la persecución de los cristianos en la Armenia del siglo III como fondo para tejer la trama de un triángulo amoroso. Toda una inflexión en la creación de Donizetti, pues el maestro de Bérgamo se alejaba del bel canto escorándose hacia la grandilocuencia, de acuerdo con el gusto francés y la grand opéra.
Donizetti la escribió en 1838 por encargo del Teatro San Carlo de Nápoles, aunque la censura borbónica la encontró “demasiado sacra para la escena” y la prohibió. Se consideraba irreverente musicar la figura de un mártir cristiano que muere negándose a abjurar de su fe. Así pues, Donizetti se la llevó a París, estrenándola allí en 1840 bajo el título Les martyrs y tras haber practicado algunos cambios. No es hasta 1848 que se estrena en Nápoles el original Poliuto, siete meses después de que falleciera el compositor. Durante un tiempo convivieron ambas versiones. Incluso con intromisiones, pues cuando la Callas la canta en la Scala en 1960, junto a Corelli y Bastianini, el maestro Antonino Votto no duda a intercalar cuatro fragmentos de la versión parisina.
En cuanto al Liceu, estrenó la traducción al italiano I martiri en 1849, con total éxito. En 1860 aún representaba esta versión, y no fue hasta el año siguiente que no estrenó Poliuto, más breve y sin las proporciones ni el gran ballet que llegó a incluirse en París. Y es así como llega mañana al teatro de la Rambla, en una versión crítica sin recortes, tal y como apuntó ayer Gregory Kunde, quien interpretó en 2010 el papel protagonista en Bérgamo, en versión, claro está, escenificada.
“Mis felicitaciones al Liceu por programar este magnífico título que muestra el maestrazgo de Donizetti en ópera seria y que además nos permite ver hasta qué punto era precursor de Verdi. Él señala la puerta de entrada de la época verdiana. Y el de Poliuto es su papel de tenor más dramático”, añade el cantante estadounidense, a quien se volverá a ver esta temporada en Manon Lescaut.
Sondra y Gregory, que hace tres años ya morían juntos en Norma,
en este mismo escenario, vuelven a quererse y a abandonarse a la muerte. “Es un final triste pero al menos acabamos enamorados”, añade Kunde.
“Yo sí debuto en este papel –apunta Radvanovksy–. Esta ópera será una gran experiencia para el público, pues no se hace a menudo, acaso porque requiere un tenor de proporciones wagnerianas, que es lo que tenemos aquí con Kunde. Y es cierto que tiene pinceladas verdianas. Escucho Poliuto y me evoca la marcha triunfal de Aida. Y tener en cartel una ópera de tema religioso es algo que necesita el mundo ahora
“El mundo necesita una ópera de tema religioso, hay que empezar a mirar hacia las raíces”, dice la soprano
mismo, tenemos que empezar a mirar hacia nuestras raíces, hacia la fidelidad a nuestro país y a la propias creencias”.
También Vivani debuta en el papel de Severo, un rol de barítono que “mantiene un hilo filosófico y musical durante toda la trama hasta el fondo de la cuestión”. Lo afirma el cantante italiano, quien ve en éste el mejor papel que escribió Donizetti para su tesitura.
El hecho de que el Liceu programe esta ópera en concierto no es un handicap para los tres intérpretes, al contrario. Para Kunde, “hacer óperas no muy conocidas así es perfecto, te permite escuchar la música sin distracciones”. “Una ópera en concierto es como leer un libro, te construyes mentalmente la idea sin que te obliguen a seguir el concepto que alguien más ha creado, como sucedería en una adaptación al cine”, opina Radvanovksy. “Es la manera en que puedes dejar que la música te arrastre y te invada”.
En cuanto a la dificultad, radica en que “es una ópera que requiere del fraseo del bel canto mientras que la orquestación y la trama trágica pide una considerable amplitud vocal”. “La dificultad técnica es remarcable: es la ligereza del bel canto con una fuerte dramaturgia”, concluye Vivani.