La cúpula de Gürtel destapa la financiación ilegal del PP
Los jefes de la red declaran al juez que el partido les pagó con dinero negro Las confesiones señalan al exlíder valenciano Francisco Camps
Un ruido ensordecedor se apoderó ayer de la sala en que se celebra el juicio de la rama valenciana del caso Gürtel, en la Audiencia Nacional. “Es el ventilador”, dijo una voz. Algunos, equivocadamente, miraron al techo. Pero el aire no venía de ahí. El viento huracanado puesto en marcha procedía de otro ventilador, el de las gargantas respectivas de Pablo Crespo y de Álvaro Pérez, más conocido como el Bigotes, dos estrechos colaboradores del cabecilla de la red Gürtel, Francisco Correa, quienes admitieron ante el magistrado que el PP les pagó en Valencia con dinero negro, y que además cobraron de empresarios particulares mediante facturas falsas por trabajos realizados para las campañas de los populares. Para la Fiscalía, un éxito. Para los acusados, la esperanza de que podrán ver reducidas sus penas, pero todavía sin garantía alguna de conseguirlo.
Como en las buenas piezas musicales, lo más sonoro –en este caso, lo más grave políticamente– estaba al final. Tras cuatro horas de interrogatorio a Crespo, fue el Bigotes quien, por la tarde, señaló directamente al expresidente valenciano, Francisco Camps, como hombre clave del montaje. Crespo ya le había mencionado durante la mañana, pero en términos más vagos, al afirmar que quien conocía a Camps era Álvaro Pérez. Y no pasó de añadir que creía que el Bigotes había realizado con Camps “gestiones directas o indirectas”, en los tiempos en que este presidía la Comunidad Valenciana.
Crespo, en suma, apuntó. Y el Bigotes disparó. Pero no fueron los dirigidos a Camps los únicos escopetazos que sonaron en la sala. De hecho, los recién arrepentidos del caso Gürtel tiraron durante todo el día con ráfaga. Y vaciaron varios cargadores repletos de acusaciones. El momento cumbre, cuando el juez, José María Vázquez Honrubia, preguntó a Álvaro Pérez quién podía dar instrucciones para los pagos, después de que el Bigotes mencionara varios nombres relacionados con el montaje. El declarante respondió, con énfasis: “Esa persona es Francisco Camps”.
El hombre de enlace entre ambos habría sido Ricardo Costa, ex secretario general del PP en la Comunidad Valenciana. Para Gürtel, su actividad en Valencia fue agua de mayo. Las cuentas de las empresas de la red no iban bien. El sistema de cobros ideado permitía que el PP no gastara lo que no tenía –ya lo ponían los empresarios dispuestos a colaborar, supuestamente a cambio de contratos–, y Orange Market, la sociedad de la que se valían Francisco Correa y sus socios, pudo de este modo evitar el riesgo de entrar en concurso de acreedores. El montaje era redondo y conveniente para todos. No es de extrañar el afecto que se profesaban. Eran los tiempos en que Camps calificaba al Bigotes de “amiguito del alma”, una expresión recogida en una conocida grabación de una conversación entre ambos, en las Navidades del 2008.
“Le dije a Costa –explicó ayer el Bigotes refiriéndose a su primera reacción ante el sistema de cobros ideado– que es una barbaridad hacer esto, y Ricardo llama delante de mí a la persona con la que habla siempre y consulta todo, y esta persona le dice que esta es la única manera de cobrar y que si no que lo deje: y esta persona es Francisco Camps”.
Luego, a preguntas del fiscal Carlos Alba, el Bigotes insistió en que Francisco Camps fue la persona que “ordenó y creó” esta fórmula de pagos. Habrá que ver qué hace la Fiscalía ante unas acusaciones que son tan directas. Pero seguro que no
Las confesiones de Crespo y Pérez cierran el círculo en torno a la financiación ilegal del PP en Valencia
se queda cruzada de brazos.
También aludió el Bigotes al vicepresidente valenciano Vicente Rambla pero en términos más ambivalentes. Dijo Álvarez que acudía a él en demanda de trabajos, pero que Rambla “no se mojaba por nada ni por nadie, le tirabas al agua y salía seco”. El Bigotes, en efecto, se reveló como un artista del lenguaje coloquial, al añadir que Rambla le ayudaba a conseguir encargos, y le decían “que me diese otro acto (electoral), otro cacahuete al mono”. Aunque en realidad –se quejó– “me daban heces, caca de la vaca”. Y dijo aún: “Se ha pintado que Alvarito se comía todo en Valencia, y no se comía ni las mondas”, añadiendo que “en el caso Correa me he enterado de que Excel es el programa con el que se hacía la facturación, cuando yo creía que era la marca de los folios”. Entremezclados en sus chanzas, el Bigotes hizo aparecer los nombres de diversos políticos valencianos como relacionados con sus actividades, entre ellos Juan Cotino, expresidente de las Cortes Valencianas, o Ana Pedrosa, senadora y alcaldesa de Elda.
Hasta aquí el Bigotes, el publicista, el creativo de Orange Market. Unas horas antes había declarado Pedro Crespo, número dos de la red. En sustancia, sus acusaciones son las mismas, aunque menos precisas. Y su lenguaje, mucho más contenido. Pero Crespo , gerente de las empresas de Gürtel, también
apuntó a Camps y confirmó que lo obtenido mediante el sistema de pagos convenido se elevó a 3,4 millones de euros, de los cuales 1,2 millones procedían de los nueve empresarios que han admitido haber realizado los pagos. Con el sistema puesto en práctica, el PP evitaba excederse de los topes marcados para las campañas. Al respecto, Crespo fue muy descriptivo, porque explicó que las citas electorales acaban siempre en “un frenesí”, en el que “se acaba con el gasto multiplicado por 1,5 o por 2, al calor de “las encuestas”, que sistemáticamente llevan , a su juicio, a “más gastos y más publicidad”.
Balance final: la Fiscalía acabará rebajando penas para los arrepentidos de última hora. Pero no ha querido cerrar un pacto con ellos para no transmitir la idea de que cualquier acusado puede obtener beneficios cuando ya está acorralado. Es cierto, a este respecto, que las manifestaciones previas de Correa y los empresarios colaboradores del PP ya habían permitido dibujar un cuadro al que Pedro Crespo y Álvaro Pérez pusieron ayer, a modo de confirmación, un enorme y vistosísimo lazo.