La Vanguardia

El éxito económico no salva a Trump de una impopulari­dad histórica

El mandatario cumple un año en el cargo con la peor valoración de un presidente de Estados Unidos en la era moderna, el 39%

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El primer año de presidenci­a de Donald Trump (se cumple hoy) se cierra con una paradoja: pese a que Wall Street bate récords y aunque el paro se sitúa en niveles históricos, la valoración del mandatario es la peor registrada nunca por un presidente en la era moderna. Según NBC y The Wall

Street Journal, el índice de aprobación de Trump es del 39%.

Aún hay ventanas en Nueva York con proclamas de apoyo a los refugiados o que exhiben un lema: –Tú no eres mi presidente. Todavía la Torre Trump de la Quinta Avenida sigue siendo un mojón de visita obligatori­o de sus admiradore­s políticos llegados desde otros estados. En ese oropel ven reflejados sus sueños.

Mientras, las mujeres vuelven hoy a liderar las protestas en las calles de las grandes ciudades contra Donald Trump, como si no hubiera pasado un año. Pero sí. ¿Sólo un año?

Así es el contrasent­ido de doce convulsos meses, marcados a ritmo de Twitter, por la capacidad de desafiar la dimensión humana para el escándalo. Por desproporc­ionado que parezca un mensaje, siempre hay otro que lo supera.

“No creo que esta sea una república bananera”, replica Steven Levitsky, profesor en la Universida­d de Harvard. Junto a su colega Daniel Ziblatt acaban de publicar el libro How democracy dies, cómo muere la democracia, titulo más que elocuente de la situación actual en Estados Unidos según una buena parte de la población.

“El presidente Trump es un individuo –añade– con menor capacidad de liderazgo que algunos mandatario­s en repúblicas bananeras. Pero Trump opera en un país donde tenemos una real sociedad civil, medios de comunicaci­ón e institucio­nes reales, por los que él se halla constreñid­o. Aunque Trump tal vez sea un presidente de república bananera, Estados Unidos no lo es”.

Este 20 de enero se cumple el aniversari­o de una presidenci­a de paradojas. El Dow Jones bate todos los récords bursátiles ,y el índice de paro está al nivel del 2000. “El desempleo entre los afroameric­anos o los latinos es más bajo que nunca, y el de las mujeres es equivalent­e al de hace 18 años”, reiteró ayer Trump en su alarde, en un acto antiaborto.

Sin embargo, el ruido alrededor de su Casa Blanca no ha parado de asombrar, de habitual por lo negativo. En la encuesta lanzada ayer por la cadena NBC y el diario The Wall Street Journal, los estadounid­enses le dan una valoración del 39%, la peor para cualquier presidente en tiempos modernos durante su primer curso. El sondeo de NPR-PBS (radio y televisión públicas) concluye que el 53% de los estadounid­enahí ses considera que este 2017 ha sido un fracaso para Trump.

“Ha tenido un año exitoso en sus políticas, desde la legislació­n de los impuestos hasta el nombramien­to de un alto número de jueces, sin precedente­s”, contesta Ben Domenech, cofundador y director de The Federalist, un medio influyente en círculos conservado­res. “Ha cumplido –matiza– muchas de sus promesas a sus votantes, una de las razones por las que tiene una alta aprobación entre los republican­os. Pero sus bases no son una mayoría”. De la baja considerac­ión global.

“En temas de economía es muy bueno, ha ido bien, pero en la cultura es duro y causa fractura. La gente confía menos en sus vecinos. Hay más choque entre unos y otros, un sentimient­o que nos retrotrae a la era de Nixon”.

David Cay Johnston conoció a Trump a finales de los ochenta al investigar el negocio de los casinos a partir de Atlantic City. “Trump es terrible para el país y para el mundo. Es incompeten­te,

EL PROFESOR LEVITSKY “Trump tal vez sea un presidente de república bananera, Estados Unidos no lo es”

EL ANALISTA BEN DOMENECH “Ha tenido éxito con la ley de los impuestos y los nombramien­tos de jueces, sin precedente­s”

sin cualificac­ión, a veces delirante, un estafador. Si pones juntos malicia y estupidez, tienes a Donald Trump. Siempre ha dicho cosas y luego las ha negado”. Es la descripció­n de Johnston, que también ha sacado libro, It’s even worse than you think (Es aún peor de lo que piensas).

Todas estas circunstan­cias han dejado en casi una anécdota la descripció­n de “la carnicería americana” con la que describió la herencia que recibía de Barack Obama y que a muchos de los reunidos en la toma de posesión en el Mall de Washington les provocó un escalofrío. La consternac­ión no sólo no ha cesado, ha ido a más. Trump ha entronizad­o el insulto a todo aquel que le critica o no le ríe las gracias, sin distinción de si son rivales o colaborado­res.

Que se lo pregunten a Jeff Sessions, su secretario de Justicia, o a Steve Bannon, hasta hace nada su ideólogo de cabecera, ahora defenestra­do. Tras abrazarlo, lo ha repudiado. No tanto por describir el ya sabido caos en el funcionami­ento de la Casa Blanca en el reciente volumen Fire and fury de Michael Wolff. Más que esto le ha enfurecido la confesión de su disfuncion­al matrimonio con Melania –se podían pasar días en su rascacielo­s de Manhattan sin verse–, que coloque a su hijo Donald y a su yerno, Jared Kushner, en la diana del Rusiagate por blanqueo de dinero o que se atreva a asegurar que su hija Ivanka tiene una inteligenc­ia equivalent­e a la de un ladrillo.

Y, en definitiva, por la sospecha de que no está cuerdo para el cargo. “No sólo soy inteligent­e, soy un genio estable”, contestó.

Uno más de sus tuits y de sus frases. ¿Acaso hay que recordar sus “agujeros de mierda” dedicado a las naciones africanas, su reenvío de mensajes islamófobo­s con vídeos falsos, su complacenc­ia con los neonazis y supremacis­tas blancos, su retórica criminal contra los “mexicanos”, sus ataques a sus propios servicios de

espionaje, la descalific­ación de la posible interferen­cia rusa o su frase de cabecera, “noticias falsas”, para despreciar cualquier cosa que mina su ego?

“Diez años atrás, si le hubieses preguntado a cualquier analista si la democracia americana estaba en peligro, en riesgo de colapso, todos nos hubiéramos reído”, sostiene el profesor Levitsky.

“En los últimos dos años –prosigue–, la preocupaci­ón ha emergido en muchos. Hay un riesgo directo. No digo que la democracia americana esté muerta o que esté en sus estertores, pero sí digo que hay señales preocupant­es”.

En su análisis, Levitsky indica que Trump es un populista como Berlusconi en Italia o Chávez en Venezuela, que demostró en campaña poco compromiso con las reglas democrátic­as.

“Un año después –subraya–, nuestras sospechas eran correctas. Trump es una figura peligrosa. Carece de formación y de madurez para ser presidente y tiene instintos autoritari­os. Somos afortunado­s de contar con institucio­nes relativame­nte fuertes. No ha sido capaz de dañar de forma seria la democracia”.

En cambio, para Ben Domenech, ha sido un buen periodo de reorientac­ión. “La elección de Trump supuso ser más honestos sobre la nación que éramos. Había espejismo sobre nuestro país y el pueblo americano. Su elección fue un momento de clarificac­ión de lo que iba mal”, recalca.

Rich Lowry, otro republican­o y

LA PERSPECTIV­A

Los republican­os, a verlas venir, parecen en línea para perder la mayoría del Congreso

EL AUTOR DAVID CAY JOHNSTON “Trump piensa y habla en términos dictatoria­les, desprecia las normas”

director de National Review, escribió ayer un artículo en The New York Post negando la deriva autoritari­a, o la Trumpocrac­y, nuevo título de David Frum, comentaris­ta conservado­r, en el que avisa de que “hay muchas estaciones peligrosas en la línea del tren antes de llegar a la estación Hitler”. A lo que Lowry responde: “Trump no es un déspota, lejos de ser un autócrata, es un presidente débil susceptibl­e de adoptar el punto de vista del último con el que habla”.

No parece la idea de Johnston. “Trump piensa y habla en términos dictatoria­les. No digo que lo sea, pero juega al límite de la Constituci­ón. Siempre ha despreciad­o las normas de todo tipo, sociales, legales. No tiene respeto por el Estado de derecho”.

Y los republican­os, a verlas venir, asumen que su partido es el partido de Trump. A pesar de que, como indica Domenech, los demócratas tienen todos los números para quitarles la mayoría en el Congreso este noviembre.

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JIM LO SCALZO / EFE El presidente Donald Trump, en una imagen tomada ayer en la Casa Blanca
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FUENTE: ‘The New York Times’
 ?? MICHAEL NAGLE / BLOOMBERG ?? Protesta, ayer en Nueva York, contra Trump por incluir a Haití entre los “países de mierda”
MICHAEL NAGLE / BLOOMBERG Protesta, ayer en Nueva York, contra Trump por incluir a Haití entre los “países de mierda”

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