La verdad no pasa de moda
STEVEN Spielberg, director de Los archivos del Pentágono, estrenada ayer en España, sobre uno de los momentos históricos del periodismo, ha declarado que la verdad nunca va a pasar de moda: “Tengo la esperanza de que la película llegue a concienciar a la gente del esfuerzo que requiere dar con la verdad y luego presentarla al público. Decir algo así hace veinte años hubiera parecido una obviedad, en la actualidad resulta una frase revolucionaría”. No porque antes fuera más fácil conocer la verdad, sino porque ahora hay gente a la que no le importa prescindir de ella. Las consultoras advierten que en cuatro años circularán más noticias falsas que verdaderas, entre otras razones por la falta de controles en las redes sociales, que han pasado a ser la única plataforma informativa de muchos ciudadanos que no sienten necesidad de profundizar en lo que ocurre.
El filósofo decía que la mentira miente y la verdad no. Pero eso eran teorías propias de cuando la gente primero pensaba y luego escribía. Hoy la gente primero dispara en Twitter y luego piensa (o ni siquiera). El periodismo resiste, pero ciertamente el día que la verdad desaparezca en los fondos abisales de las pantallas, este oficio legendario (al menos lo fue, como nos recuerda el filme de Spielberg) dejará de existir.
El colmo de la desfachatez es que Donald Trump se permitiera entregar unos premios de “noticias falsas” a la CNN, la cadena ABC, The New York Times, The Washington Post, Time y Newsweek. Trump los califica de “enemigos del pueblo”, mientras que el resto de la humanidad los considera medios de prestigio. Lo más alucinante es que un estudio del Post sobre el primer año deTrump establezca que genera cinco informaciones falsas diarias, del estilo que EE.UU. es el país que paga más impuestos o que millones de personas votaron ilegalmente en el 2016.
Cicerón dijo hace 20 siglos que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.
Trump es el mejor ejemplo.