La pesada losa de Francisco Camps
Los testimonios en la Audiencia Nacional de Francisco Correa, Pablo Crespo y especialmente de Álvaro Pérez, el Bigotes, todos cabecillas de la red Gürtel, apuntan a que la presunta financiación ilegal del PP valenciano en las campañas autonómicas del 2007 y generales del 2008 fue diseñada desde la cúpula de este partido con un claro objetivo: mantener una hegemonía política y electoral que duró veinte años, hasta mayo del 2015. Y que Francisco Camps alentó desde la presidencia de la Generalitat valenciana una metodología corrupta que contó con la estrecha complicidad de sus hombres fuertes en el partido y en el ejecutivo autonómico –Ricardo Costa y Vicente Rambla– y de las grandes empresas inmobiliarias valencianas. Eran los años del boom del ladrillo y de la fiebre constructora.
Camps salió sin condena del juicio de la primera pieza de Gürtel, la de los trajes. Un jurado popular le absolvió en enero del 2012. Pero pagó un alto precio político: tuvo que abandonar la presidencia de la Generalitat y del PP valenciano. Pero Gürtel no había hecho más que empezar, con varias piezas en instrucción. En este tiempo, Camps, que es miembro del Consell Jurídic Consultiu valenciano, ha intentado rehabilitar su perfil político. Misión que se ha demostrado imposible. Está imputado en el denominado caso de la fórmula 1, y las revelaciones de los hombres de Correa en la Audiencia Nacional le sitúan como la X de una organización que maniobró para destinar millones de euros de dinero negro a las actividades electorales del partido.
La herencia de Camps se convierte así en una pesada losa para el intento de renovación del PP valenciano que dirige ahora Isabel Bonig. La corrupción afectó a todas las instituciones valencianas y a casi todos los altos cargos –algunos ya en prisión– de una fuerza política que arrasaba en las elecciones, con las cartas marcadas. A la espera de la sentencia de la Audiencia Nacional, se intuye que el PP valenciano tardará más que una legislatura en superar la triste memoria de uno de los peores capítulos de la corrupción política en la historia de España.