La Vanguardia

La batalla en la red

El “kit antinevada”, el anuncio de Apple que se volvió en su contra y la alerta por misil en Hawái, últimos ejemplos del despropósi­to

- J. RICOU Lleida

Las redes sociales han obligado a revisar los protocolos en comunicaci­ón para casos de crisis. La informació­n corre a velocidad de vértigo por esos canales. Se retransmit­e en directo, y esta inmediatez obliga a ser rápidos en la informació­n y las respuestas oficiales. Eso conlleva riesgos. “La precipitac­ión puede inducir a equivocaci­ones”, advierte el director de Gabinetese­is, Eduardo Ortiz de Arri. Desde Dircom se aconseja contar siempre con expertos en redes “para establecer un diálogo veraz y ágil con el resto de usuarios”.

Y una premisa que nunca hay que perder de vista: “En ese universo tan transparen­te no caben, en plena crisis, los comentario­s personales”. O dicho de otra forma, las personas a las que se está pidiendo informació­n o respuestas por un hecho concreto jamás deben caer en la tentación de utilizar sus cuentas personales para dar explicacio­nes.

Es una trampa en la que han caído muchos gestores de crisis, como el director de la DGT al intentar excusarse, con un tuit personal, por estar en su casa de Sevilla el día de Reyes, rodeado de su familia, mientras miles de conductore­s estaban atrapados por la nieve. Gregorio quería transmitir que desde su domicilio pudo gestionar la crisis porque en Sevilla también tienen internet. Un sarcasmo, no dijo ninguna mentira, que no sentó bien a las víctimas de la nevada.

Pero la DGT cometió, en este caso, otro error de bulto, consideran expertos en comunicaci­ón. Fue con un tuit publicado días después del colapso en la AP-6 en la cuenta oficial de Tráfico en el que se apuntaba la necesidad de llevar en los coches un “kit antinevada” con hasta 18 objetos, entre los que llamaban la atención un pequeño transistor, barras energética­s, una pala y un silbato. Muchos usuarios interpreta­ron que ese mensaje volvía a cargar la culpa de lo ocurrido en los automovili­stas. Y no faltaron, por supuesto, los memes con esos objetos que según la DGT habría que llevar siempre en los vehículos. El tuit fue retirado unas horas después, pero el daño en la estrategia comunicati­va estaba ya hecho.

Algo similar le acaba de pasar a Apple. La compañía informó de que ralentizab­a de manera deliberada los dispositiv­os más antiguos para preservar sus baterías. Lo que parece que quería venderse como un beneficio para los usuarios se volvió en contra de Apple al considerar­se que la compañía aplicaba “obsolescen­cia programada” y ponía fecha de caducidad a sus productos. Tema que ya ha rectificad­o al permitir a los usuarios que decidan ellos si quieren o no ralentizar la velocidad de los aparatos.

Las redes sociales, bien gestionada­s, pueden resultar sin embargo muy beneficios­as para contrarres­tar las mentiras y bulos . Quedó más que demostrado con los atentados del pasado agosto en Catalunya. Los Mossos consiguier­on la complicida­d de los usuarios para que no revelaran los puntos donde se montaban controles (se despertó el valor de la colaboraci­ón ciudadana), y además mucha informació­n oficial, para ser más inmediatos, se transmitió por esos canales. Eso generó una sensación de que todo estaba, más o menos, controlado.

Esas mismas redes se han convertido, asimismo, en herramient­as clave para anunciar alertas o transmitir consejos. El peligro es que el mínimo error, en este campo, se paga muy caro. Acaba de ocurrir en Hawái. Decenas de miles de ciudadanos recibieron en sus teléfonos una alerta de impacto de misil. Y se les informaba que esta vez no era un simulacro. El caos se apoderó de la población hasta que otro mensaje informaba de que todo había sido un error. Un empleado de la Agencia de Emergencia­s de Hawái se equivocó al accionar una tecla en el ordenador.

Las autoridade­s se han esforzado estos últimos días en explicar el origen del error y, cuando ya parecía que el tema estaba resuelto, ahora acaba de aparecer una fotografía en la que se ve el ordenador preparado para lanzar esas alertas con un post-it pegado junto a la pantalla con la contraseña para acceder a ese programa. Cualquiera que pase por allí podría hacerlo.

La informació­n se transmite en directo, y hay que ser muy ágil para contrarres­tarla con datos oficiales

 ?? ANTHONY QUINTANO / AP ?? Un aviso en una carretera de Hawái (“no hay amenaza”), después del aviso erróneo de ataque de misil
ANTHONY QUINTANO / AP Un aviso en una carretera de Hawái (“no hay amenaza”), después del aviso erróneo de ataque de misil

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