La Vanguardia

Las reservas de balas para las pistolas llegan hasta junio

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mas y Explosivos de la Guardia Civil, que, tras autorizarl­o, lo remitía a la Comisión Interdepar­tamental de Armamento y Explosivos. Ese último documento es el que necesitan las empresas armamentís­ticas para importar la munición en territorio español. Y es el que falta.

Fue precisamen­te la empresa Berretta quien descubrió, a punto de iniciar los trámites para enviar tres millones de cartuchos del 9 milímetros, que faltaba el permiso de importació­n. Y aquí empezó un bucle burocrátic­o, con la imposición del artículo 155 de por medio y el cambio de jefe al frente de la policía catalana, del que todavía no se ha salido.

Ahora el problema reside en que los Mossos inician de nuevo todos los trámites para comprar munición con más de un año de retraso y en esta materia pocas prisas se pueden meter a los fabricante­s. Hasta hace unos años, las marcas de cartuchos podían entregar sus pedidos en unos plazos de entre dos y tres meses. Pero la industria armamentís­tica vive un momento de gloria, y ahora es literalmen­te imposible conseguir que un distribuid­or te facilite material antes de los seis, siete u ocho meses, dependiend­o de la munición que se solicite.

Uno puede pensar que el fabricante podría echar mano del material en stock del almacén y enviar cartuchos del 9 milímetros que seguro que tienen. Las cosas no son tan sencillas. Cada vez que una policía, cualquiera del mundo, tramita un encargo a un fabricante, se solicita que toda esa munición tenga idéntica composició­n y patrón. Un modelo específico para cada encargo. Por eso ni Beretta ni EDS tiene munición en stock y esperan encontrar un hueco en su línea de producción para fabricar el encargo de los Mossos.

Harina de otro costal es el bloqueo de la denominada “munición de guerra”. Cuando a finales del año pasado el Ministerio del Interior desbloqueó la compra de munición, la Guardia Civil sólo autorizó los casquillos que le correspond­en a su tutela, es decir, los del nueve milímetros. Pero evitó dar el visto bueno al resto de la munición que, ahora se ha sabido, deberá autorizar el Ministerio de Defensa. Los militares utilizan los proyectile­s de 40 milímetros para el lanzamient­o de granadas. Es el calibre que usan desde hace unos años los Mossos para el lanzamient­o de las pelotas de viscoelást­ica que se implantaro­n en los conflictos de orden público tras la prohibició­n de pelotas de goma.

Esa compra de cartuchos de los calibres 40 y 5.56 sigue en el aire; las prácticas con esa munición, suspendida­s hasta nuevo aviso, y las fuerzas de seguridad, en nivel 4 sobre 5 de alerta antiterror­ista. El Ministerio del Interior insistió esta misma semana a preguntas de este diario en que esta autorizaci­ón correspond­e a Defensa, y ayer mismo desde los Mossos se tramitó con urgencia un nuevo informe concretand­o para qué se quiere exactament­e el material.

La respuesta parece lógica. Para volver a programar prácticas de tiro, por ejemplo.

POR UN TRÁMITE BUROCRÁTIC­O

La falta de un permiso de importació­n bloqueó el envío de cartuchos de 9 milímetros

SOLICITUDE­S ESPECIALES

Interior se escuda en que hay permisos para comprar que sólo los da Defensa

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