La Vanguardia

De última generación

- LLÀTZER MOIX

Reyes y papas fueron en otros siglos el cliente soñado por los arquitecto­s. Hoy ese cliente ideal podría ser Amancio Ortega, el propietari­o de Inditex. Las obras que encarga no permiten expansione­s barrocas ni derroches. Tampoco garantizan plaza en el olimpo arquitectó­nico. Pero son de unas dimensione­s enormes y admiten la innovación, propiciada por la constante evolución del negocio.

Stradivari­us, una de las firmas de Inditex, inauguró en otoño su sede central en el parque del Alba de Cerdanyola. Es un edificio de 33.000 metros cuadrados construido­s, con tres plantas más baja, dedicada esta a un aparcamien­to de 300 plazas. A primera vista se distingue por sus hechuras rectilínea­s y por las lamas orientable­s de su fachada, que regulan la iluminació­n natural; también por el acogedor gesto curvo de su acceso. Lo firma el despacho barcelonés Batlle i Roig, que ha trabajado ya en cuatro grandes obras para el empresario gallego: esta y otras en Tordera, Ferrol y Arteixo.

Los gigantes del retail mundial todavía se preguntan por los secretos del éxito de Inditex. Si esta obra de Cerdanyola fuera su reflejo arquitectó­nico, podríamos responderl­es apuntando a la capacidad para innovar procesos, integrarlo­s y mejorarlos.

Dadas sus dimensione­s, estos edificios suelen levantarse en parques industrial­es, a los que muchos trabajador­es van en coche. Tanto en la obra para Massimo Dutti en Tordera como en la de Stradivari­us en Cerdanyola, los autores han propuesto en la planta baja un “aparcamien­to palafítico”, con luz natural y ventilació­n horizontal y por patios perimetral­es. Ese es el acceso principal y, al tiempo, una aportación del edificio. La otra es una ordenación del programa en las plantas superiores dividida en tres franjas. La principal, ocupada por una enorme sala diáfana de 5,5 de altura, en la que se integran los servicios de diseño. La central, más estrecha,

Sede central de Stradivari­us Arquitecto­s: Batlle i Roig Ubicación: Parque del Alba. Cerdanyola

para comunicaci­ones y servicios. La tercera, para atender a proveedore­s o empleados.

La atmósfera lograda en esta gran sala, con un inmenso ventanal corrido, no parece la de un país en crisis, sino la de una empresa trendy de Silicon Valley. E incluye desde el departamen­to de diseño hasta platós de fotografía que trabajan sin parar para surtir las webs de la firma.

Los edificios de estas medidas no siempre resultan cálidos. Batlle y Roig han combatido contra eso desde la gran escalera de acceso, blanca, con luz natural y el verde de un jardín vertical. Y, luego, en todo el edificio, con unos revestimie­ntos de eco nórdico que mejoran los entornos de trabajo. El resultado de todo ello es una arquitectu­ra de última generación para la industria del diseño, holgada y confortabl­e: un modelo ejemplar, al alcance de pocos.

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ANTONIO NAVARRO WIJKMARK La sede central de Stradivari­us, en el parque de l’Alba de Cerdanyola

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