LOS FANÁTICOS DE LA ABSTINENCIA
El Everyman es un cine posh con asientos reclinables a los que te traen si quieres una copa de vino oun gin and tonic, una fórmula que se está imponiendo cada vez más para convertir la inercia a ver las películas en el ordenador o incluso en el móvil. Vivimos en sociedades cada vez más fracturadas. No sólo entre soberanistas y constitucionalistas, sino entre pro y anti Trump, jóvenes y viejos, partidarios y enemigos del Brexit, y ahora en Inglaterra también entre bebedores y no bebedores. Las antiguas “casas victorianas de la templanza y la abstinencia” se han reciclado en pubs veganos. En el barrio londinense de Homerton acaba de abrir el Spread Eagle, donde la cerveza es sin alcohol, el champán tiene un 0.5% de alcohol, los mojitos y los margaritas son a base de lactosa y glicerina, y los antiguos taburetes forrados de piel de vaca han sido despojados de ella y recubiertos con material sintético. Las estadísticas sugieren que un 27% de los millennials son abstemios, y los británicos beben una pinta menos de cerveza a la semana que hace diez años . “Cada vez que alguien deja de beber cierra un pub”, dice un cartel en un establecimiento de mi barrio. De hecho, un promedio de 29 desaparece cada semana, y los 70.000 que había en 1980 se han quedado en menos de 50.000. Hablando de carteles, el segundo juego de anuncios diría: Discriminación racial y sexual; El desastre del Brexit; Represión policial, jueces no independientes y presos políticos.