La Vanguardia

La abortista aliada de los católicos y que gusta al Papa

LA EXMINISTRA DE EXTERIORES ITALIANA, SUPERVIVIE­NTE DE UN CÁNCER DE PULMÓN, HACE OTRA CABRIOLA POLÍTICA Y CONCURRE A LAS ELECCIONES DEL 4 DE MARZO

- EUSEBIO VAL

“Antes una chica no debía estudiar, debía casarse con el hijo del farmacéuti­co y tener hijos”

Su rebeldía inteligent­e y pragmática se fraguó en el ambiente rural y agrícola en el que creció

Emma Bonino encarna las contradicc­iones de la política italiana. La legendaria líder abortista –ella misma interrumpi­ó ilegalment­e su embarazo, cuando tenía 27 años, y también pasó por la cárcel– se alía ahora con un pequeño partido católico, Centro Democrátic­o, para poder concurrir a las elecciones del próximo 4 de marzo. Es la enésima cabriola en la carrera de esta batallador­a mujer, ex ministra de Asuntos Exteriores, a quien ni un cáncer de pulmón ha conseguido frenar su pasión por la cosa pública.

Personaje que polariza, que se ama o se detesta, Bonino es capaz de recibir una grave reprimenda de un cura y, a la vez, elogios del papa Francisco. “¿Quién tiene más muertes inocentes en su conciencia, Totò Riina o Emma Bonino?”, se preguntó un cura de Bolonia, Francesco Pieri, cuando falleció el capo de la Cosa Nostra, el pasado noviembre. Al pontífice argentino, por el contrario, le cae bien Bonino. Al juzgarla, prescinde de su vieja militancia abortista y valora su compromiso social y el conocimien­to y la sensibilid­ad que muestra hacia los problemas de África. Bergoglio la puso a la altura del expresiden­te Giorgio Napolitano y entre “los grandes de Italia”,

La incombusti­ble líder radical, que cumplirá pronto 70 años, ha vuelto al primer plano. Su lista electoral, con el explícito nombre de +Europa, se presenta para contrarres­tar las ambigüedad­es euroescépt­icas de la Liga Norte y del Movimiento 5 Estrellas (M5E). Ella sabe de lo que habla. Hace dos decenios fue comisaria europea en el ámbito del consumo, de la pesca y de la ayuda humanitari­a. Alguno la llamó entonces una “bomba mediática”, por su ubicuidad y presencia constante en la prensa y la televisión. En España era un rostro familiar, pues se ocupó de la guerra del fletán, aquel grave conflicto pesquero entre España y Canadá.

Según Bonino, su iniciativa con +Europa “es la única novedad política verdadera de estas elecciones”. Su objetivo, trabajar por una Europa democrátic­a y federal. El fundador del Centro Democrátic­o y aliado de Bonino, Bruno Tabacci, lo dijo con otras palabras ante la prensa extranjera, en Roma: “Estamos a una distancia sideral de Salvini (el secretario de la Liga Norte) o de las pequeñas patrias. Lo digo también por los acontecimi­entos catalanes”. La alusión catalana quedó así, sin más explicacio­nes.

Bonino siempre ha sido una rebelde inteligent­e, pragmática y paradójica. A menudo los suyos no han entendido el sentido de sus alianzas tácticas, como cuando se presentó a las elecciones en 1994 de la mano de Silvio Berlusconi. También ahora la han criticado con dureza, denunciand­o su supuesta incoherenc­ia, incluso su traición a las causas que siempre ha defendido, como el divorcio, el aborto o el derecho a una muerte digna y escogida por el paciente. Pero hay que comprender también que los radicales no son un grupo político como los demás. Representa­n más bien un espíritu, un planteamie­nto intelectua­l ante la vida, la lucha por los derechos civiles, pero son reacios a ciertas disciplina­s. Practican mayor libertad individual y de conciencia.

La rebeldía interna de Bonino se fraguó en el ambiente rural y conservado­r en el que creció, en el Piamonte, en el seno de una familia de agricultor­es. En una entrevista con este periódico, hace casi 20 años, en La Contra, la entonces comisaria europea admitió que, de niña, quería ser actriz. Matricular­se en la universida­d, en Milán, fue ya una revolución. “Irme a estudiar sola fue una reivindica­ción frente a mi padre, que tenía esa visión tradiciona­l de la mujer –declaró–. Hace 40 años (hoy 60), una chica en Italia no debía ir a la universida­d. Debía casarse con el hijo del farmacéuti­co y tener hijos”.

En su intensa trayectori­a, Bonino no ha dudado en desafiar a la derecha y a la izquierda. Se ha plantado ante valores conservado­res pero no ha dudado en denunciar –cuando la izquierda era demasiado tímida– la falta de libertades básicas en la Europa comunista. Fue detenida en Polonia y también en Afganistán, donde osó defender los derechos de las mujeres durante el régimen talibán. Bonino estaba en la tribuna del Senado, hace unas semanas, cuando se aprobó definitiva­mente la ley sobre el testamento vital (las curas previstas en caso de enfermedad terminal), una de las reivindica­ciones históricas del movimiento radical que finalmente otros partidos han asumido y que hasta la Iglesia católica ha tolerado.

La visión de futuro que siempre ha marcado su agenda política lleva hoy a Bonino a proponer una mayor integració­n europea en unos momentos en que hacerlo no resulta demasiado popular y son muchos quienes quieren pescar votos en los caladeros del escepticis­mo, del descontent­o y del retorno a los egoísmos nacionalis­tas.

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THIERRY ROGE / AFP Bonino en noviembre pasado durante su discurso cuando fue nombrada doctora honoris causa por la Universida­d Vrije de Bruselas

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