La Vanguardia

Romántico y comercial El cantante organiza cruceros en los que canta, programas de televisión, y de vez en cuando algún recital

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La fórmula comercial que ha permitido a Roberto Carlos vender más de 125 millones de discos en todo el mundo partió de una vida personal infortunad­a y prosiguió con el cultivo de un instinto artístico que le situó en la balada romántica. No goza de una personalid­ad fácil ese hombre de voz dulce y suave, a la vez católico y superstici­oso, puritano y rebelde, idolatrado y retraído. A sus 76 años sigue dando conciertos. Mañana mismo canta en el Espaço dos Americas de São Paulo.

Roberto Carlos Braga Moreira nació en abril de 1941 en Cachoeiro de Itapemirim, en el estado brasileño de Espírito Santo. Fue el pequeño de cuatro hermanos, hijo de un relojero y una costurera. Tenía seis años cuando fue atropellad­o por una locomotora mientras brincaba por la vía férrea. Tuvieron que amputarle la pierna derecha por debajo de la rodilla. Hasta al cabo de diez años no pudo comprarse una prótesis que ha usado toda la vida. Su madre le enseñó a tocar el violín y el piano hasta que estudió en el conservato­rio de su ciudad.

Entre los sueños de convertirs­e en arquitecto o médico surgió la pasión por la música, en un país en que esta expresión constituye una marca de identidad indiscutib­le. A los nueve años cantó en un programa radiofónic­o. Buceó en los estilos cercanos, el rock y la bossa nova. Lideró el grupo Jovem Guarda, imitador de los Beatles. Con los años vendió incluso más discos que la banda británica. A los dieciséis años llegó a Río de Janeiro sólo con su guitarra. Fue rechazado en emisoras y discográfi­cas y tuvo que dedicarse a cantar en clubs nocturnos para ejecutivos, y en cabarets. Trabajó de mecanógraf­o y como funcionari­o del Ministerio de Hacienda.

Gracias al periodista Carlos Imperial y al poeta Manuel Morais forjó finalmente la especialid­ad musical que le catapultó a la fama, ajeno por completo a los ritmos nacionales brasileños, aunque fue reconocido por Joan Gilberto, Gilberto Gil y Caetano Veloso, con quien el cantante protagoniz­ó un concierto de homenaje a Antonio Carlos Jobim. Entre sus títulos más celebrados Carlos destacan Lady Laura, dedicado a su madre, Un millón de amigos, El gato que está triste y azul, Amigo, etcétera. En 1968 fue invitado al festival de Sanremo, donde obtuvo el primer premio. Actúa siempre con orquesta propia. En un concierto, la formación recibió el aplauso de Frank Sinatra porque tuvo que acompañarl­e por indisposic­ión de sus músicos.

La relación del cantante con las mujeres le ha supuesto un sinfín de fatalidade­s. Su primera mujer, Cleonice Rossi, murió de cáncer en 1990. Al cabo de nueve años también fallecía por un tumor su tercera esposa Maria Rita. Antes estuvo relacionad­o con Miriam Ríos. En 1991, el artista tuvo que reconocer la paternidad de un hijo que tuvo tras una aventura de juventud con María Lucila Torres, que también falleció por un cáncer. De los tres hijos que tuvo con Cleonice, uno nació con glaucoma y perdió casi la visión. En el 2011 falleció su hija adoptiva Ana Paula a los 47 años.

Roberto Carlos ha reconocido que sufre un trastorno obsesivo compulsivo por el que recibe terapia. Debido a sus superstici­ones siempre viste de azul, detesta el marrón, entra y sale por la misma puerta, no firma contratos en luna menguante, elude el número trece, nunca rebobina una cinta... Así sus camerinos deben ser blancos y por ello transporta consigo sillas, mesas, tablas de planchar e incluso lavamanos y WC.

Los negocios de Roberto Carlos van viento en popa: programas de televisión de Fin de Año, cruceros por alta mar en los que canta a los pasajeros vestido de capitán de navío, y algún recital de vez en cuando. En el 2016 grabó una canción con Jennifer López, para un álbum que preparaba la actriz, y en diciembre cantó Despacito junto a su autora, Erika Ender, en una emisión de la cadena O Globo. Ahora vive solo en el distinguid­o barrio de Urca, en Río de Janeiro. Los modernos del 68 nunca lo aceptaron, pero ya enmudecier­on. Él sigue y no piensa jubilarse porque es un clásico eterno.

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HARRY LANGDON / GETTY
 ?? CLASOS/CON / GETTY ?? Arriba, Roberto Carlos en Los Ángeles en 1995. Sobre estas líneas, cantando en Ciudad de México en el 2016
CLASOS/CON / GETTY Arriba, Roberto Carlos en Los Ángeles en 1995. Sobre estas líneas, cantando en Ciudad de México en el 2016

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