Roma, siempre Roma
Creo que en Barcelona solo Higini Clotas sabe que Roma es, para algunos, una necesidad. Sobre todo en este tiempo nuestro repentinamente amarillo, que parece querer frivolizar algo tan grave como fueron los guetos judíos. La propaganda, salvo si la misma se genera en una dictadura política real, no puede justificarlo todo. O sea, que mientras escribo esta crónica, el papa Francisco está en Chile y un socavón imprevisto a punto ha estado de tragarse entera a una mujer en la Via Catania, cerca de la plaza Bologna. La mujer tuvo suerte. Un individuo alto, fuerte y atento impidió que acabara engullida por el traidor agujero. No es el primero que últimamente ha dado un susto al sufrido peatón romano. Y tampoco será el último. Pero Roma, como sabe muy bien Clotas, sigue siendo Roma incluso con sus repentinos y traidores socavones.
Cuando una ciudad cultiva la cultura sin que se noten excesivamente las intenciones turísticas, es decir, a la manera italiana, siempre hay una excusa para campanario de la basílica de San Pedro, que tuvo que ser derruida por presentar signos de inestabilidad, es historia. Antes del suceso, Borromini ya había acusado a Bernini de ser un técnico incompetente. Además, Borromini tuvo un final trágico y eso, tristemente, también cuenta. Parece que cayó sobre su espada, que guardaba junto a su cama, es decir, que se suicidó.
Los Museos Vaticanos atesoran muchas obras de arte. Y yo creo que una de sus piezas más valiosas es su directora, la historiadora Barbara Jatta, que es como uno siempre se imagina a una italiana culta, sensible y discreta. Jatta y el arquitecto Paolo Portoghesi han sido dos de las personas más activas en los actos de celebración de los 350 años del nacimiento de Borromini. Escuchar a Portoghesi significa valorar aún más la cultura, que en Barcelona, ahora mismo, ha sucumbido sepultada por los excesos de los llamados políticos que siguen trabajando solo para sí mismos. Además, en casi todos los actos culturales que se celebran en Roma aparecen unos ciudadanos que ya son por sí mismos