La Vanguardia

El ejemplo de discrimina­ción en la BBC

CON TREINTA AÑOS DE CARRERA Y EXPERTA EN CHINA, CARRIE GRACIE HA DIMITIDO COMO CORRESPONS­AL DE LA BBC EN PROTESTA POR LA BRECHA SALARIAL DE LAS MUJERES

- EVA MILLET

La prestigios­a periodista se ha vuelto a Londres donde ahora ocupa un puesto en los servicios informativ­os

“La BBC te pertenece, pagas una tasa anual. Por ello, creo que tienes derecho a saber que está quebrantan­do las leyes de igualdad y resistiénd­ose a instaurar un sistema de pago justo y transparen­te”. Este es un extracto del comunicado con el que la periodista británica Carrie Gracie –que ha saltado a la fama a su pesar– explicaba las razones de su reciente dimisión como editora de la BBC en China.

El puesto fue creado en el 2013 y Gracie era la persona idónea: especialis­ta en el país, habla mandarín fluido y su trayectori­a es impecable. “Es una periodista excepciona­l: se documenta como una forense y es mesurada en su análisis. Se ha labrado su carrera sola, a base de pasión e interés. Nunca ha sido una agitadora, siempre ha sido muy popular”, detalla vía e-mail su antigua colega Ruth Hogarth, que entró a trabajar en la BBC el mismo día que Gracie, en agosto de 1987.

Empezaron como becarias en el World Service, el mítico servicio internacio­nal de noticias de la BBC. Gracie tenía 25 años y una licenciatu­ra en Oxford. Su pasión por China venía de antes: en 1985 ya trabajó en el país como profesora y, más tarde, obtuvo otra licenciatu­ra en mandarín. Como periodista visitó la región en varias ocasiones hasta que, en 1991, fue nombrada correspons­al en Pekín. En su carrera ha cubierto, entre otros acontecimi­entos, la devolución de Hong Kong, los Juegos Olímpicos y la brutal transforma­ción de la China rural. Madre de dos hijos, también ha presentado alguno de los principale­s informativ­os de la BBC en Londres. “Era buenísima: creativa, entusiasta, siempre dispuesta a ir más allá para conseguir la mejor entrevista. Una colega excelente”, explica Keith Somerville, hoy profesor de Periodismo en la Universida­d de Kent.

Cuando a Gracie se le ofreció el nuevo puesto en China, su única condición fue que su sueldo fuera el mismo que el de los editores internacio­nales masculinos. “Como muchas otras mujeres de la BBC –escribe–, hacía tiempo que sospechaba que se nos pagaba menos: a este punto de mi carrera, estaba determinad­a a no dejar que volviera a suceder”. Confiando en que había asegurado la paridad salarial, se fue a Pekín.

Cuando, el pasado julio, la BBC fue obligada a divulgar los sueldos más altos en la corporació­n, Gracie se quedó atónita al corroborar la “indefendib­le diferencia de salarios” entre hombres y mujeres en el mismo trabajo. Por ejemplo: los dos periodista­s con puestos equivalent­es al suyo cobraban –como mínimo–, un cincuenta por ciento más.

Superada la sorpresa, la única solución fue exigir que se retribuyer­a de la misma manera a todos los editores internacio­nales, independie­ntemente de su sexo. “La cantidad la decidían ellos”, explica. Gracie reitera que se siente bien pagada (“en especial dentro una organizaci­ón financiada con fondos públicos”), pero le pareció indignante que la BBC no respetara la ley y no valorara a hombres y mujeres de la misma manera.

La respuesta de la corporació­n fue aumentarle el sueldo, pero no igualársel­o. Empezó así un agotador ir y venir de mails, reuniones y reproches proferidos con británica educación que hicieron que la periodista dijera basta. “El auge de China es hoy una de las noticias más importante­s y más difíciles de contar: no puedo hacerle justicia mientras batallo contra mis jefes en un proceso bizantino”, razonó.

Así que Gracie renunció, hizo las maletas y volvió a Londres, a los informativ­os, donde confía cobrar lo mismo que sus colegas masculinos. Su gesto ha despertado gran atención mediática e innumerabl­es apoyos, poniendo sobre la mesa dos cuestiones que dañan la imagen de la BBC: la discrimina­ción salarial y los sueldos estratosfé­ricos de sus estrellas (la mayoría, hombres). Este segundo punto, en opinión de Ruth Hogarth, es fruto la introducci­ón de un grado salarial “especial” en 1992, que permitió negociar aparte los contratos de algunos periodista­s célebres. “Estoy segura de que los hombres consiguier­on mejores acuerdos: estaban mejor conectados dentro de una vieja estructura patriarcal, que nos tomaba menos en serio a las mujeres”, resume la periodista, hoy en el área de cultura del King’s College de Londres.

El gesto de Gracie ha motivado que Tony Hall, director general de la BBC, se haya comprometi­do a cerrar la brecha salarial para el 2020. Una brecha aún más incomprens­ible, si cabe, en una organizaci­ón que se precia en tener la ecuanimida­d como base. Aunque, por lo menos a nivel editorial, esta ecuanimida­d se ha hecho patente durante este asunto: cuando Gracie fue al programa Woman’s hour su presentado­ra, Jane Garvey, explicó que no podía entrevista­rla. Al haberla apoyado en Twitter, se producía un conflicto de intereses. La entrevista acabó realizándo­la una periodista freelance.

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DOMINIC LIPINSKI / EFE Carrie Gracie renunció al cargo cuando se enteró de que cobraba menos que sus colegas masculinos

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