Un caramelo en Les Corts
A muchos les habría costado entender que el edificio que durante 38 años ocupó el PSC en la calle Nicaragua se convirtiera, después de una lucrativa operación inmobiliaria, en un hotel. Da igual que fuera de lujo o un albergue, lo que se discutiría sería su uso. El plan especial de alojamientos turísticos, que enterró esta posibilidad y la de otros muchos inversores que estaban planificando proyectos hoteleros, salió adelante con los votos de los socialistas, que entonces formaban gobierno con Ada Colau. Ellos, que contribuyeron a poner orden en el sector turístico de la ciudad, acabaron sufriendo en sus propias carnes las consecuencias del plan. Gran parte de Les Corts se calificó como “zona de mantenimiento”: sólo se puede abrir un hotel si otro se da de baja, y a ver quién es el empresario que renuncia en Barcelona a una actividad donde ni hay ni habrá competencia nueva.
La operación frustrada sólo dejó un camino con el que intentar saldar la abultada deuda de los socialistas: el mercado residencial, apuesta segura en una ciudad con demanda pero en la que se construye poco más de un millar de viviendas al año. Estas no serán ni protegidas, ni de alquiler, tampoco tan lujosas y exclusivas como las de la antigua sede de CDC, pero los pisos de Nicaragua serán un caramelo en el distrito de Les Corts.