Trump desde el suelo
He tenido la suerte de visualizar, antes de su emisión, el reportaje de Josep Cuní sobre el primer año de Trump. Se emitirá este martes por Cuatro y puedo asegurar que sus cincuenta minutos de duración se hacen muy cortos. El reportaje tiene la factura de la casa Cuní, de manera que el rigor, la buena información y el ritmo trepidante están garantizados. Ese Cuní, el que coge la cámara y va por el mundo a captar la realidad, es un Cuní de excelencia, intenso, inquisitivo, brillante.
Como brillante es la radiografía que nos ofrece de la América que votó a Trump, esos 68 millones de personas que, como dice uno de los votantes, “no podemos estar equivocados”. Y si uso ese término superlativo no es por amor de amiga –que lo tiene todo–, sino porque Cuní ha saltado por encima de los prejuicios y ha ido a conocer la realidad en profundidad, a través de la gente real, de toda índole, que decidió votar al The Donald. Es decir, no ha hecho de relator de tópicos. Ha hecho de periodista. El resultado es una amalgama de razones complejas, que ayudan a explicar un fenómeno que nos parece incomprensible. Y algunas de esas razones son tan evidentes para muchos norteamericanos
Trump quebrará el sistema, un sistema que consideran corrupto; lo llaman
“el caos constructivo”
como negadas por la mayoría de los europeos.
Lo primero: Trump ganó, pero sobretodo, Hillary perdió. A través de la mirada de la cámara, Cuní nos muestra el odio profundo que generó Hillary en muchos de sus compatriotas, hasta el punto de que los peores ataques que recibe los profesan las mujeres. La veían prepotente, descarnadamente ambiciosa y, a la vez, incapaz de resolver los problemas que ella misma ayudó a crear de la mano de Obama. Algunos de los entrevistados son exvotantes demócratas y lo dicen abiertamente: “Me cambié de bando para que no ganara ella”. Lo segundo que cabe decir es que la mayoría de esa clase media que votó masivamente por Trump estaba harta del “sistema político” que se nutría de sí mismo, instalado en el Olimpo de Washington y alejado de los ciudadanos. A la pregunta de Cuní, “¿Trump no es un producto del sistema?”, la respuesta es rotunda: Trump quebrará el sistema, un sistema que consideran corrupto. Es lo que llaman “el caos constructivo”. Además, consideran que Trump no es un “profesional de la política”, que tiene la fortuna hecha y que su paso por la Casa Blanca durará poco, pero será un vendaval que barrerá la suciedad que está incrustada en sus paredes. Y en esa basura por barrer, suman republicanos y demócratas porque, como dice alguien en el reportaje, “se lían con la misma sábana”.
Finalmente, algo fundamental: Cuní no nos muestra a votantes idiotas, sin relato, ni motivos, obtusamente atrapados en el populismo. Al contrario, la mayoría son gente inteligente, cargada de argumentos, que han pensado mucho su voto y se han decidido. ¿Sorprendente? Es lo que tiene la realidad cuando se levanta el tópico, que hay que volver a repensarla...