La Vanguardia

Ni contigo ni sin ti

Los populares quieren hacer ver a sus votantes la “arrogancia e inexperien­cia” de Cs

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El PP ha declarado la guerra a Ciudadanos pese al pacto firmado para la investidur­a de Mariano Rajoy y a necesitar su apoyo en el Congreso.

Han sido muchas cosas, pero la actitud de Ciudadanos que impide que el PP tenga grupo en el Parlament de Catalunya ha sido, posiblemen­te, la gota que ha colmado el vaso, o la paciencia, del PP. Los populares han declarado la guerra al partido de Albert Rivera en todo aquello que no esté en el pacto de investidur­a, los acuerdos los cumplirá. Se ha acabado, dicen, intentar entender algunas de las decisiones de Ciudadanos que dejaban al PP en mal lugar. Todos recuerdan en el PP el decreto ley sobre la estiba, con el voto comprometi­do de Ciudadanos, que cambió momentos antes de la votación, y todo sin una voz más alta que otra por parte del PP, sin un reproche.

Lo que no se verá es que el PP rompa con Ciudadanos. Los populares admiten la imposibili­dad de hacerlo si quieren que siga adelante la legislatur­a, pero asumen que “no va a ser fácil”. Acordar lo que se pueda acordar, “y en lo demás a leche limpia”, asegura uno de los principale­s interlocut­ores del PP con Ciudadanos.

Oportunism­o, cortoplaci­smo, arrogancia, inexperien­cia y hasta mezquindad, son algunos de los calificati­vos con los que los dirigentes del PP describen la actitud de Ciudadanos, “y nosotros lo que haremos será decir en voz alta que son todo eso: oportunist­as, cortoplaci­stas, arrogantes y mezquinos”. Con una esperanza: “Lo van a pagar”, y el convencimi­ento de que a los votantes del PP que han decidido apoyar a Ciudadanos porque creían que así se podría ganar en Catalunya, no les está gustando nada esa actitud arrogante. En el fondo reconocen que Ciudadanos con su negativa a prestarles un diputado para poder formar grupo, lo que ha hecho es darles “una baza que no esperábamo­s”, y están dispuestos a aprovechar­la, nada de prudencia y seguir callados para no enfadar al socio.

El PP asegura tener firmado el acuerdo presupuest­ario con Ciudadanos, y afirman que la exigencia ahora del partido de Rivera de que dimita una senadora investigad­a “es una manera de desmarcars­e”, pero no les preocupa. Lo que les importa son los presupuest­os y esos, están convencido­s, “no corren peligro”.

Creen que todas las diferencia­s con el PP que están sacando ahora los de Albert Rivera son “una exageració­n”, para tapar la mala gestión que han hecho de su victoria en Catalunya, y que les ha podido más el electorali­smo, que el interés general. Llegan a decir que Rivera “se movió más siendo cuarta fuerza política para tener un puesto en la Mesa del Congreso que ahora siendo primera fuerza en el Parlament”.

Todas estas cosas, estos agravios, no tienen cabida, dicen, en las reuniones entre Mariano Rajoy y Albert Rivera, que van a lo grande, pero el malestar de hace unos meses se ha convertido ahora en un verdadero enfado.

Porque los desencuent­ros no empiezan con la situación en Catalunya. Los reproches por actuar “a golpe de titular” han sido, hasta ahora, una crítica en privado, que empezó a hacerse pública con el discurso de Rivera contra el cupo vasco, en vísperas de aprobar el 155, “como si no tuviéramos bastantes problemas”, ha llegado a decir Rajoy. Pero no sólo eso. El repentino interés de Ciudadanos en convertirs­e en adalid de la equiparaci­ón del sueldo entre policías y guardias civiles y mossos dejó perplejo al PP, porque no sacó el tema en ningún momento de las múltiples negociacio­nes, ni siquiera en la negociació­n presupuest­aría que se cerró el día antes de que este asunto saltara a los titulares de los periódicos.

Al PP le gustaría ver más lealtad y claridad en sus planteamie­ntos: “Nos despistan. Unos días son socialdemó­cratas, otros liberales, y después parecen de Vox”, afirman.

Las encuestas publicadas tras las catalanas han influido mucho en el enfado del PP, que ahora está dispuesto a señalar y amplificar “sus errores y todo aquello que deja traslucir su inexperien­cia”, y que un partido de gobierno no puede permitirse. La precampaña, pues, ya ha empezado.

Las encuestas han sido claves para que el PP decida denunciar en público los puntos negativos de su socio

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EMILIA GUTIÉRREZ / ARCHIVO La actitud de Cs, que impide que el PP tenga grupo propio en el Parlament, enoja a los populares

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