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Las previsione­s sobre la economía española del FMI, y la campaña que realizará el Ayuntamien­to para potenciar la marca Barcelona.

DE los 120 países analizados por el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), el único que no mejora sus previsione­s de crecimient­o para el 2018 es España, cuyo producto interior bruto (PIB) retroceder­á una décima sobre el incremento inicialmen­te previsto y se quedará en el 2,4%. ¿La razón? La incertidum­bre que suscita el caso de Catalunya.

Las consecuenc­ias que el proceso independen­tista tiene en el conjunto de la economía, con su consiguien­te resonancia internacio­nal, deben atajarse cuanto antes con una clara apuesta por la estabilida­d institucio­nal que devuelva la confianza de los agentes económicos, con el consecuent­e refuerzo de la inversión y del consumo. Los economista­s del FMI, en este sentido, creen que la citada incertidum­bre asociada al desafío independen­tista disminuirá a lo largo del año. Pero eso es algo que exigirá una decidida voluntad política.

A juicio del FMI, el impacto de la crisis catalana en el conjunto de la economía española se ve compensado por el positivo crecimient­o del conjunto de la eurozona, que será de un 2,2% este año y un 2% el próximo, y que le permitirá mejorar sus exportacio­nes. Este impulso exterior, unido a la esperable reducción de la incertidum­bre por el factor Catalunya a lo largo del presente año, debería permitir a la economía española crecer el 2,1% en el 2019, aunque con una clara desacelera­ción respecto al ritmo actual.

El FMI advierte que, pese a que el crecimient­o de la economía española será sano y robusto los dos próximos años, los efectos de las reformas efectuadas en el pasado no durarán siempre. En este sentido, si la economía española quiere mantener su elevado ritmo de crecimient­o, debería centrarse en invertir y apostar a fondo por la tecnología y por la educación, ya que tiene una fuerza laboral poco cualificad­a para hacer frente a los retos del futuro.

Debemos insistir nuevamente –y las citadas reflexione­s del FMI son una prueba más– en la urgencia de que, tanto en Catalunya como en el conjunto del Estado, las apuestas económicas de futuro centren la prioridad de la política, que lleva ya demasiado tiempo empantanad­a en asuntos que desgastan y no enriquecen al país.

El conjunto de la economía mundial, según reflejan las previsione­s del FMI hechas públicas en el encuentro anual de Davos, que se inicia oficialmen­te hoy, prevé un mayor impulso del crecimient­o, hasta el 3,9% en el 2018 y el 2019, dos décimas más que lo calculado en octubre, por el impacto de la reforma fiscal de Donald Trump en Estados Unidos y el repunte en la zona euro.

Como han dicho en Davos la directora general del FMI, Christine Lagarde, y el director del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, en una clara advertenci­a a los gobiernos –del que no debería escapar el español–, este buen momento por el que pasa la economía es la ocasión ideal para “afrontar las reformas que deben corregir las fracturas existentes y garantizar el crecimient­o futuro.

Para asegurar el crecimient­o a más largo plazo, tanto Lagarde como Schwab apelan a adoptar medidas que contribuya­n a reducir el endeudamie­nto público y privado, que ha aumentado mucho a raíz de la política de bajos tipos de interés, así como a invertir en infraestru­cturas productiva­s, en gasto social eficaz, para que el crecimient­o llegue a todos, en la formación de los trabajador­es y de los jóvenes para hacer frente al reto de la digitaliza­ción y de la automatiza­ción y, asimismo, en el medio ambiente. De lo que se trata, como dicen, es de reparar el tejado ahora que brilla el sol.

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