Didáctica contra el rencor
La directora del nuevo museo, Marie-France Devouge, duda unos instantes antes de contestar, pero luego se dirige rauda hacia el objeto preferido de la exposición. No es el gran tanque americano de la liberación, ni los vistosos uniformes del ejército de Napoleón III, ni la fiel recreación de las trincheras de la I Guerra Mundial. Devouge elige una pequeña pegatina en la que aparecen dos niños y esta inscripción: “Ya no tenemos papá”. Esta y otras vignettes parecidas se vendían, para recaudar fondos, durante la Jornada Nacional de los Huérfanos, en 1916.
“Para mí, reflejan toda la dimensión de la guerra –reflexiona Devouge–. Son objetos muy pequeños pero que contienen mucha emoción, más que las armas o los uniformes. Evocan todos los sufrimientos, tanto de los soldados como de la población civil”.
Coincidiendo con el 55.º aniversario del tratado de amistad y cooperación francoalemán, el célebre tratado del Elíseo, entre el presidente Charles de Gaulle y el canciller Konrad Adenauer, ayer se inauguró en Novion-Porcien, en las Ardenas, el Museo de la Guerra y la Paz, una instalación única porque está dedicada a las tres guerras devastadoras que, en un lapso de 75 años, libraron Francia y Alemania. El principal teatro de operaciones fueron las Ardenas, una región ocupada cada vez por los alemanes. Las penalidades quedaron grabadas en la conciencia colectiva, en varias generaciones. Como signo de hermandad, al acto de apertura asistieron las autoridades locales y regionales, además de delegados de Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá.
“Quienes vivieron la guerra sentían, inevitablemente, rencor hacia los alemanes –afirma la directora–. Nuestro objetivo en este museo es que la gente salga con un espíritu de paz. Es una misión cívica importante. Esperamos que la lección se aprenda. Por eso lo llamamos el Museo de la Guerra y la Paz”.
“No podemos ocultar que el resentimiento en esta región fue muy fuerte hasta los años sesenta –comenta Stephan André, consejero de Cultura del departamento de las Ardenas–. Hasta el año 1944 hubo matanzas. Pero eso ha cambiado, en gran medida gracias a los intercambios escolares entre franceses y alemanes tras al tratado del Elíseo. Las generaciones escolarizadas a partir de los años setenta tienen otra actitud. Por mucho que se critique a la construcción europea, hay que reconocer que el avance ha sido gigantesco”.
André admite que, entre los escolares, está mucho más presente la guerra de Argelia (1954-1962) que las dos guerras mundiales. Los jóvenes de hoy tienen abuelos que lucharon en Argelia. Esa guerra colonial, sin embargo, es todavía demasiado reciente y está mal digerida en la sociedad francesa para que se pueda explicar en un museo. “¡Uy, un asunto muy delicado, muy complicado!”, reconoce el consejero, y alude a las posiciones políticas y al electorado del Frente Nacional, por no hablar del debate sobre el terrorismo de matriz islámica.
La exposición de NovionPorcien, que se ha nutrido en gran medida de piezas donadas por particulares, repasa la guerra francoprusiana de 1870-1871 y se detiene en la derrota de Sedan. Del desastre francés surgió la Alemania unida, bajo Bismarck. La muestra deja constancia de los interludios de paz, que propiciaron grandes avances tecnológicos como el automóvil, el avión y el cine. Durante la I Guerra Mundial, las Ardenas sufrió 51 meses de ocupación, un periodo que se analiza en profundidad. De la II Guerra Mundial se conserva mucho material pesado en perfectas condiciones, como vehículos blindados. Pero lo que más impresiona son los documentos que dan idea de la crueldad hacia la población civil y el clima de terror. Hay carteles del ejército ocupante alemán amenazando con la pena de muerte a quienes alojaran en su casa a ingleses. En otro aviso se publicaban los nombres de los rehenes tomados entre ciudadanos inocentes. Era mayo de 1940. Serían ejecutados si las fuerzas alemanas fueran atacadas y no pudiera detenerse a los autores. Y en un bando del alcalde de Charleville se invitaba a los vecinos “a ceder el paso, en la calle, a los oficiales y funcionarios del ejército alemán”.
En las Ardenas, castigadas por tres conflictos con Alemania, se inaugura el Museo de la Guerra y la Paz
“Nuestro objetivo es que la gente salga con un espíritu de paz”, explica la directora