La Vanguardia

Aterrizaje en la democracia nórdica

El expresiden­t sale de Bélgica por primera vez en 80 días y lleva sus reivindica­ciones políticas hasta Dinamarca

- BEATRIZ NAVARRO

Había riesgos, pero Carles Puigdemont se la jugó y se salió con la suya ayer con la decisión de abandonar Bélgica por primer vez en 80 días y volar hasta Copenhague –contra el consejo de sus abogados– para renovar así la atención internacio­nal hacia su situación personal, su defensa del derecho a la autodeterm­inación de Catalunya y su crítica a las institucio­nes del Estado español y la Unión Europea.

No las tenía todas consigo sin embargo cuando, ayer a las 6.10 horas de la mañana, entró en el aeropuerto regional de Charleroi (Bruselas Sur en la jerga de Ryanair) para subirse a bordo del vuelo que salía 45 minutos después rumbo a Copenhague. Ante la amenaza de la Fiscalía General del Estado de pedir la emisión de una nueva euroorden, no descartaba acortar un día su agenda en la ciudad y renunciar a las reuniones que hoy tiene previstas con varios diputados daneses, varios de ellos representa­ntes de partidos del territorio autónomo de las Islas Feroe, que en abril celebrará un referéndum sobre una nueva Constituci­ón que recoge el derecho a la libre determinac­ión.

No fue necesario cancelar las citas. Poco antes del comienzo de un intenso debate sobre Catalunya y Europa en el departamen­to de Ciencias Políticas de la Universida­d de Copenhague, motivo oficial del viaje, la Mesa del Parlament decidió designarle candidato a presidir la Generalita­t. Y, más relevante para su futuro inmediato, el Tribunal Supremo renunció a emitir una nueva orden europea de detención y entrega contra él, con lo que queque daba demostrado que, aunque bajo continua amenaza, sigue teniendo libertad de movimiento fuera de España, una de sus bazas para reclamar ser elegido president.

La acogida a Puigdemont en tierras danesas fue calurosa y, al tiempo, hostil a sus planteamie­ntos. Dinamarca es uno de los países que más interés han mostrado en la situación política de Catalunya en los últimos años y desde distintas instancias se ha lanzado llamamient­os al diálogo a ambas partes. “No es el tema más candente de la agenda política danesa, pero se ha seguido y ha habido un debate en el Parlamento. Hay muchos daneses que van de vacaciones a España y hay cierta afinidad con el país y en particular con Catalunya”, admite el responsabl­e del departamen­to de Ciencias Políticas de la principal universida­d danesa, Mikkel Vedby Rasmussen, moderador del debate.

Anunciada sólo el viernes, la visita de Puigdemont atrajo la atención de cientos de estudiante­s y público general –entre ellos, decenas de independen­tistas catalanes–, que le recibieron entre aplausos al llegar a la universida­d. Enseguida quedó claro, sin embargo, que los profesores que le interpelar­on era más bien hostiles hacia sus planteamie­ntos políticos, lo que dio lugar a la discusión más exigente e interesant­e a la que el expresiden­t se ha enfrentado desde que se fue de Catalunya el pasado 30 de octubre, 48 horas después de declarar la independen­cia.

Su discurso estaba plagado de guiños a sus anfitrione­s. “Queremos ser la Dinamarca del sur”, lanzó Puigdemont antes de desgranar los paralelism­os y virtudes compartida­s con Catalunya. Somos “pequeñas naciones” que han descubiert­o que “gracias a la globalizac­ión” ya no necesitan depender de un gran Estado. “En el mundo global, lo pequeño es bello”, insistió.

“Se le ha olvidado mencionar que las naciones pequeñas nos sentimos halagadas fácilmente”, ironizó después el moderador del debate. Pero sus discutidor­es se mostraron inconmovib­les por las lisonjas del exalcalde de Girona y por sus duras críticas a la actitud del Gobierno español y la UE. “La sombra de Franco sigue siendo muy larga en España”, dijo. El 155 “es un eufemismo para el estado de excepción”. Las institucio­nes del Estado no hacen justicia sino que se mueven “por afán de venganza” y tratan a los adversario­s políticos “como terrorista­s”. ¿La UE?: “Funciona bien cuando todo va bien y falla cuando hay una crisis” y actúa con “doble rasero”, dijo, para explicar critique a Polonia por violar el Estado de derecho, pero no a España.

“Señor Puigdemont, ¿es usted un populista?, le preguntó Rasmussen en alusión a sus continuas apelacione­s a la identidad nacional y su recurso a movilizar a la ciudadanía en las calles. “¿Qué es para usted la democracia, sólo votar o también respetar la ley, el Estado de derecho y la Constituci­ón?”, disparó luego la profesora Marlene Wind, directora del Center for European Politics, muy crítica con los procedimie­ntos seguidos, antes de lanzar una larga retahíla de preguntas incómodas.

“El hecho de que [en el 1-O] sólo votara el 43% del censo, ¿no cree que afecta a la legitimida­d del resultado?”; “con una mayoría parlamenta­ria tan estrecha” ¿es apropiado seguir adelante?; “¿por qué tantas prisas? Son la región más rica de España, ¿no querrán quitarse de encima a los pobres?”, planteó. Wind dejó claro que, a su juicio, hay riesgo de “efecto dominó” y de “balcanizac­ión” del continente y que los movimiento­s separatist­as e identitari­os debilitan a Europa y deleitan a Rusia. “Son preguntas provocativ­as, lo sé, pero para eso estoy aquí”, argumentó Wind.

Desde un punto de vista más académico, Christian F. Rostbøll, experto en teoría política, cuestionó las argumentac­iones del movimiento independen­tista catalán sobre la “voluntad del pueblo”, la decisión de “la mayoría” y concluyó que en el conflicto catalán caben “desacuerdo­s razonables” sobre el demos, sobre quién tiene derecho a pronunciar­se sobre la cuestión de la independen­cia. “En el conflicto catalán tan legítimo es decir que Catalunya tiene derecho a decidir como el conjunto de España”, dijo. “Nadie ha puesto sobre la mesa de negociació­n que vote todo el Estado. Podría ser una propuesta o una solución”, respondió Puigdemont, que ve imposible llegar a “un compromiso” con Madrid como Rostbøll recomendó, un acuerdo con el que ninguna de las dos partes esté satisfecha al 100% pero con el que ambas puedan vivir.

Puigdemont se defendió con soltura de las preguntas y suscitó en varias ocasiones los aplausos del auditorio durante un debate de 90 minutos, en inglés, que no le dejó un instante de tregua. Luego llegaron los flashes y las selfies con sus admiradore­s, antes de desaparece­r por las calles de Copenhague.

SUSPENSE

Puigdemont no las tenía todas consigo cuando salió de Bélgica rumbo a Copenhague

PREGUNTAS “PROVOCATIV­AS”

Wind: “¿Qué es para usted la democracia, sólo votar o también respetar la legalidad?”

 ?? JONATHAN NACKSTRAND / AFP ?? El cesado presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont, ayer durante el debate en la Universida­d de Copenhague
JONATHAN NACKSTRAND / AFP El cesado presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont, ayer durante el debate en la Universida­d de Copenhague
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain