La Vanguardia

El predicador de West Bromwich

El fin de semana se dedicó un minuto de aplauso en todos los estadios ingleses al fallecido Cyrille Regis, uno de los primeros jugadores negros

- Rafael Ramos

Cyrille Regis, un emigrante de la Guayana francesa, se ganaba la vida a finales de los años setenta como electricis­ta en Notting Hill cuando un oteador del West Bromwich Albion lo vio jugar un sábado en el Hayes (un equipo amateur de cerca del aeropuerto de Heathrow), y tuvo claro que se convertirí­a en una estrella. Tan claro que si el club no quería pagar los 12.000 euros de su traspaso, él mismo los adelantarí­a de su bolsillo. No se equivocó.

La directiva lo metió a vivir en casa de una señora de raza negra, en un barrio lleno de carteles que decían “no negros, no irlandeses y no perros” y “si quieres tener a un negro por vecino, vota al Labour”. Así era la Inglaterra de la época. Para su primer partido con el Albion, Cyrille tuvo que caminar media hora con su bolsa de deportes al hombro a través del cementerio de Handsworth para llegar al estadio. Nadie lo reconoció por el camino, algo que ya nunca más volvería a ocurrir.

Jack Johnson (el primer campeón negro de los pesos pesados), Joe Louis (poseedor del título 140 meses seguidos) y Muhammad Ali ayudaron a combatir la discrimina­ción en el boxeo; Jesse Owens, John Carlos y Tommie Smith, en el atletismo; Frederick Pollard y Jim Brown, en la NFL; Arthur Ashe y Athea Gibson, en el tenis; Bill Russell, en la NBA; Charlie Sifford, en el golf, y Jackie Robinson y Hank Aaron, en el béisbol. Regis es su equivalent­e en el fútbol inglés.

Cuando fichó por el West Brom sólo había medio centenar de futbolista­s negros en todo el país, pero tres de ellos estaban en el equipo de los suburbios de Birmingham a las órdenes del legendario Ron Atkinson: el extremo Laurie Cunningham (que luego iría al Real Madrid y moriría en España en un accidente de coche), el lateral Brendan Batson, y Regis, un delantero centro a la antigua usanza, fuerte, que buscaba la pelota en la media, desafiaba a los defensas y disparaba desde el borde del área con efectos letales. Las otras dos estrellas de raza negra del momento eran John Barnes (Watford y Liverpool) y Viv Anderson del Nottingham Forest, el primero del grupo que consiguió ser internacio­nal inglés. Todos procedían del Caribe.

Cuando Regis fue llamado a la selección nacional, recibió por correo una carta con una bala y la amenaza de que si “manchaba” con su presencia la camiseta inglesa recibiría un tiro en la rodilla. Fue uno de los recuerdos que conservó toda su vida, como una motivación extra para triunfar (salvo en los días de partido, el esfuerzo físico no le entusiasma­ba especialme­nte). “Detestaba tanto las carreras que formaban parte del entrenamie­nto que me pedía que las suyas fueran un poco más cortas ”, recuerda Atkinson.

Regis, Cunningham y Batson fueron apodados The Three Degrees, por un grupo pop norteameri­cano de la época que se llamaba así, y en un golpe publicitar­io incluso se fotografia­ron con las tres chicas de la banda en 1979. Pero, aunque adorados por sus fans, eran víctimas constantes de ataques racistas, se les llamaba “monos” y “gorilas”, se les arrojaba plátanos al césped, y con frecuencia tenían que pegarse una carrera del autobús a la puerta del estadio para eludir a los miembros del Frente Nacional que los estaban esperando con el fin de insultarlo­s, escupirles y pegarlos.

Este último fin de semana, en todos los campos del país y tras su muerte de un infarto a los 59 años, por los altavoces se recordó la importanci­a de su figura para combatir el racismo en el fútbol, y los hinchas le dedicaron un minuto de aplauso sin que surgiera ninguna voz disonante. Sin embargo, la discrimina­ción no se ha erradicado por completo, en las últimas semanas han aparecido diversas denuncias de abusos contra jugadores negros, y algunos prestigios­os comentaris­tas siguen recurriend­o al absurdo cliché de que destacan más por su fuerza física que por su intelecto, y no son tan buenos como los blancos a la hora de “tomar decisiones”. De hecho, muy pocos tienen la oportunida­d de hacer de centrocamp­ista creativo, o de quarterbac­k en la NFL.

Tras cinco años en el West Brom, Regis fue traspasado al Coventry City, donde ganó una final de copa al Tottenham, antes de reunirse de nuevo con Atkinson en el Aston Villa y de que su carrera empezara a diluirse. Johan Cruyff quiso contratarl­o para el Ajax, pero la idea de irse al extranjero no le sedujo.

Tras la muerte de Cunningham se hizo cristiano renacido y se dedicó a predicar. Y siempre estuvo en contacto con aquella señora en cuya casa vivió al llegar a West Bromwich, en un barrio con pintadas que decían “negro, negro, chupa mis botas”.

La primera vez que fue convocado por la selección inglesa recibió una bala en el correo

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SHAUN BOTTERILL / GETTY La figura de Cyrille Regis también fue recordada en el Etihad Stadium de Manchester
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