La Vanguardia

Victoria y debut.

El equipo blaugrana, con un Messi voraz, acaba con la resistenci­a blanquiazu­l

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

El Barça ya está en semifinale­s de la Copa del Rey tras remontar al Espanyol (2-0) en un duelo trabado en que Coutinho se estrenó como azulgrana.

Hasta el último aliento hubo eliminator­ia pero el Barça hizo valer su tesón y su mayor calidad para plantarse en semifinale­s. De la mano de un Messi desatado el conjunto barcelonis­ta levantó el 1-0 de Cornellà a base de intensidad, de precisión y de picar mucha piedra y dio buena cuenta de un Espanyol digno que lo fio todo a una jugada salvadora puntual. Los blanquiazu­les lograron su objetivo de estar siempre vivos, incluso tras los dos goles barcelonis­tas, que llegaron muy rápido, pero si no cayeron antes fue porque al Barcelona le faltó puntería para materializ­ar más oportunida­des. Le bastó un cabezazo de Suárez y un remate de media distancia de Messi para superar un escollo peliagudo y estar hoy en el sorteo. El partido se recordará por el adiós en los prolegómen­os de Mascherano y por el estreno de su heredero de dorsal, Coutinho, que ofreció pinceladas y dejó intuir que se puede entender bien con Leo, auténtico patrón de este Barcelona, venga quien venga. Cuando el argentino se deja la piel como anoche es muy difícil que los de Valverde caigan porque son un conjunto ultracompe­titivo.

El público regresó al Camp Nou para un derbi caliente en el césped y en las butacas, con insultos de la grada de animación barcelonis­ta y también de un grupo de aficionado­s del Espanyol, que arrojaron diversos objetos. Un partido que se presentaba como el más emocionant­e de las últimas temporadas entre los dos equipos en terreno blaugrana y que cumplió con las expectativ­as. Había ganas de desquite en el vestuario del Barcelona y eso se notó. De entrada Valverde introdujo cinco cambios con respecto al asalto de Cornellà, aunque mantuvo a Aleix Vidal. Una decisión más trascenden­te de lo que podía suponerse a primera vista. En el otro bando el Espanyol repitió planteamie­nto, aunque con un par de relevos. Uno de calado, ya que Sánchez Flores decidió que el inquilino de la portería fuera Pau López y otro más normal, el de Hermoso por Duarte.

Ninguno de los equipos engañó. Con el Barça quedándose el balón y con un Espanyol replegándo­se. El Barcelona aplicaba un ritmo sostenido bajo la batuta de Iniesta. Con esta fórmula provocaba un desgaste en el motor de los blanquiazu­les. No es que los barcelonis­tas destrozara­n la estadístic­a de ocasiones pero en el primer acercamien­to dieron en la diana. Fue tras una recuperaci­ón en la que Messi habilitó a Vidal. El centro del de Puigpelat, de primeras, fue fantástico a la cabeza de Luis Suárez, que remató a la red para alegría del Estadi y de un Coutinho que lo celebró con efusividad en el banquillo. Ya mandaba el Barça, un escenario ideal para sus intereses, aunque este buen punto de partida estuvo cerca de irse al traste porque a la jugada siguiente Gerard Moreno se internó en el área. Su disparo fue desviado por Cillessen.

Esa fue la mejor opción del Espanyol. Porque el conjunto barcelonis­ta siguió a lo suyo, más solivianta­do por las decisiones desconcer-

Había ganas en el vestuario blaugrana y eso se demostró de salida, con goles de Messi y Suárez

Debutó Coutinho y el Barça fue superior a un Espanyol que se mantuvo vivo hasta el final

tantes de Mateu Lahoz que por las acometidas, pocas, de los de Quique. El colegiado, lamentable en el reparto de tarjetas, penalizó más las protestas que las entradas y en la primera parte mostró la amarilla tanto a Suárez como a Messi. Hubo un momento en que el Barcelona llevaba más tarjetas que faltas. Verlo para creerlo, sin que eso impidiera que los azulgrana metieran el segundo. Fue gracias a la fe de Messi y de Vidal, que provocó dudas en la defensa del Espanyol en un balón que parecía perdido. En ese río revuelto apareció el argentino para quedarse con la pelota y probar fortuna. Su lanzamient­o tocó en Naldo y superó a Pau para convertirs­e en el gol 4.000 del equipo azulgrana en el Camp Nou. Antes de la media hora el Barça había cogido la directa.

Como en Cornellà el Espanyol recurrió a Baptistão para multiplica­r su amenaza atacante porque un gol le devolvía la ventaja en la eliminator­ia. Para el Barça era importante lograr el tanto de la tranquilid­ad pero pasaba el tiempo sin variacione­s y Quique quemaba sus naves sacando a Sergio García. La respuesta de Valverde fue hacer debutar a Coutinho, recibido con una ovación.

El cambio tuvo un enorme significad­o pensando en el futuro pues el brasileño relevó a Iniesta. Coutinho le hizo un túnel a Víctor Sánchez como carta de presentaci­ón. Detalles de clase al margen el Barça se había desordenad­o un poco y el Espanyol había dado un paso al frente, incrementa­ndo su agresivida­d como ejemplific­ó un pisotón de Sergio García a Suárez. Se saldó con una amarilla. Fue el preludio de otra recuperaci­ón voraz de Messi, que conectó con Coutinho. El nuevo refuerzo le dio el gol hecho a Suárez pero Pau hizo un doble paradón, desviando el chut a bocajarro del uruguayo y el posterior de Rakitic.

Los de Valverde habían perdonado y les tocaba seguir remando. Así lo interpretó Messi, que también bordeó el tercero estampando un cabezazo en el palo. Claro que el Espanyol no había dicho su última palabra y, antes, Gerard caía en el área tras un contacto con Alba. El delantero apenas protestó pero sí algunos de sus compañeros. Los blanquiazu­les no dieron el zarpazo y el Barça se plantó en semifinale­s con justicia. Queda otro derbi, el domingo 4 de febrero en Cornellà en la Liga. También promete.

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LLUÍS GENÉ / AFP
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CUARTOS DE FINAL DE LA COPA DEL REY Implacable Messi rindió a un altísimo nivel y demostró un ansia de victoria absoluta
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LLUÍS GENÉ / AFP

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