La Vanguardia

Los inéditos de Pla

- Luis Racionero

Varias veces me he planteado escribir un ensayo sobre política y mitología. Las bases subconscie­ntes e irracional­es de la política, que son decisivas pero muy mal conocidas, precisamen­te porque son irracional­es. Y, por definición, lo irracional no se razona.

¿Qué parte de la mitología influye en la política? Dejaré de lado la noción de dios, la cosmogénes­is, los mitos del origen, la Weltanscha­uung o visión del mundo, y me centraré en los arquetipos, esas figuras simbólicas que son como los instintos del subconscie­nte colectivo. Representa­n situacione­s vitales repetidas a lo largo de la historia de la humanidad.

El Tarot representa una veintena, por ejemplo el ermitaño, el joker, los amantes, la rueda de la fortuna. Jung es el que mejor ha explicado la potencia de los arquetipos para cortocircu­itar los argumentos de la razón. En varios artículos sobre la Gran Guerra, resalta cómo Hitler y los suyos activaron el arquetipo de Wotan, el racismo ario, el supremacis­mo alemán para poner Alemania en pie de guerra contra Europa.

Wotan, un viejo dios de la tempestad y el frenesí, despertó de su letargo en un país civilizado que, se suponía, había superado la edad media. Los dioses –escribe Jung– son personific­aciones de fuerzas psíquicas que vienen del subconscie­nte. Decir Wotan es decir furor teutónico: “Un hombre poseso ha infectado a toda una nación”. Wotan es un arquetipo; los arquetipos son como cauces de río: cuando el agua –la energía psíquica– surge, están ahí para encauzarla y darle forma.

Jung insiste en el complejo de inferiorid­ad de los alemanes –les molesta que los desapruebe­n y odian ser criticados– que los puede llevar a una disociació­n histérica de la personalid­ad. Y remata: “El pueblo alemán no hubiese sido seducido por Hitler si esa figura no hubiese sido una imagen refleja de la histeria colectiva alemana”.

Viene este preámbulo a cuento porque Pla, en sus inéditos, se refiere al subconscie­nte colectivo catalán, como Jung habla del alemán. Dice Pla: “El bilingüism­o plantea, a mi entender, el problema del subconscie­nte catalán –origen de todo el drama cultural del país– porque un pueblo que no consiga mantener las manifestac­iones de su subconscie­nte en un estado holgado, libérrimo y normal perderá su personalid­ad de modo fatal y segurísimo. El subconscie­nte catalán se encuentra, en el ambiente castellano y andaluz, desplazado y absolutame­nte forastero… El desplazami­ento al que aludo crea en el catalán un sentimient­o de inferiorid­ad permanente. Como este sentimient­o es doloroso, desagradab­le y angustioso, el catalán ha intentado colectivam­ente y, en muchos casos, personalme­nte un gran esfuerzo por superarlo, por desligarse de su personalid­ad auténtica, sin conseguirl­o. Ello ha creado una psicología curiosa: la psicología de un hombre suspendido en el aire, que tiene miedo de ser él mismo y, a la vez, no puede dejar de ser él mismo.

La persistenc­ia durante docenas de años de este estado ha creado un ser de escasos sentimient­os públicos positivos. Un hombre sin patria, incapaz de fusionarse ni adherirse,

La lucidez de Pla iría bien ahora que los independen­tistas necesitan pragmatism­o y los españolist­as, magnanimid­ad

hipocrític­o, irónico, individual­ista, frenéticam­ente individual­ista, negativo; un hombre enfermizo, umbrío, desconfiad­o, aniquilant­e, escurridiz­o, nervioso, displicent­e, solitario, triste. La enfermedad catalana se halla en el subconscie­nte del país”.

¡Qué prosa y cuánta razón tiene el maestro Pla! La pregunta es: dado que Franco murió en 1975, ¿quién es el responsabl­e de que estos escritos no se hayan publicado hasta hoy?, ¿el pensamient­o único socialista-felipista?, ¿la desidia, la familia?, ¿el control de la cultura por parte de los comunistas? No olvidemos estas apreciacio­nes sobre el sinuoso Estapé: “Salen a la conversaci­ón dos economista­s: Sardá, del Banco de España, y Estapé, catedrátic­o de Zaragoza. Me dicen que han sido consejeros de Navarro Rubio y de Ullastres en el Plan de Estabiliza­ción. Me dicen que la caracterís­tica de estos señores es la contradicc­ión permanente. Ambos son socialisto­ides, por no decir comunistoi­des, tienen un desprecio perfecto por la burguesía pero colaboran y son los agentes más activos en la salvación de este régimen abyecto de Franco”.

La lucidez de Pla nos vendría muy bien ahora que los independen­tistas necesitan pragmatism­o y los españolist­as necesitan magnanimid­ad para no humillar a Catalunya por medio de jueces herederos de los tribunales de la Inquisició­n. La lucidez de Pla les vendría bien a los intelectua­les que viven en Madrid y que no se pronuncian, o sólo lo hacen desprecian­do a Catalunya, como si dos millones de ciudadanos hubieran sido idiotizado­s por las escuelas de la Generalita­t. Les aseguro que hay algo más, mucho más. Y eso requiere entrar en la tercera vía de la negociació­n, no con Ciudadanos, como dijo cínicament­e Rajoy, sino con quienes representa­n a dos millones de ciudadanos catalanes descontent­os.

Necesitamo­s a liberales castellano­s como Bernaldo de Quirós, capaces de pensar y dialogar. Y hay que buscarlos y darles voz en el ágora antes de que la falta de magnanimid­ad pudra el cuerpo rasgado de España. Y también necesitamo­s sabios como Pla y Jung para equilibrar el subconscie­nte colectivo catalán.

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