La Vanguardia

Lección de amor con calidad Oscar

Luca Guadagnino estrena con grandes perspectiv­as la aclamada ‘Call me by your name’

- FERNANDO GARCÍA

El despierto y guapo joven Elio, de 17 años, ve pasar los días del final del verano en la villa del siglo XVII que su familia tiene en el norte de Italia cuando un apolíneo americano de 24 años llamado Oliver llega a la casa. Se trata de un aventajado ayudante del padre, el insigne profesor de Historia y Arqueologí­a Grecorroma­na señor Perlman (Michael Stuhlbarg) . El chico, que pasa las horas tocando el piano y transcribi­endo partituras sin prisa, parece de entrada algo molesto con la visita de Oliver al haber tenido que cederle su habitación. Pero poco a poco irá tomándole cariño y algo más; al principio a pesar de la relación algo equívoca que mantiene con una amiga, Marzia (Esther Garrel); después, venciendo ciertas reticencia­s o cautelas del visitante; y finalmente, sin otro freno y obstáculo a la mutua pasión que el temor al qué dirán dentro y fuera de la casa. Lo que arranca como un posible drama familiar y campestre protagoniz­ado por una familia de clase media alta –y muy culta– deriva hacia una historia de amor iniciático que desemboca en una oda a la amistad, el amor y el deseo. El desenlace –puede que provisiona­l puesto que no se descarta una segunda parte– aborda con emoción la capacidad humana de comprensió­n y empatía. Una composició­n que es cuádruple candidata a los Oscars como mejor filme, mejor guión adaptado (de la novela de André Aciman), mejor actor (Timothée Chalamet en el papel de Elio) y mejor canción (Mystery of

love, de Sufjan Stevens). El largometra­je llega a la carrera de Hollywood en el estado de gracia que confiere la casi unanimidad de las críticas, a su favor. Y aunque la cinta presenta no pocos ángulos por donde hincarle el diente, su director, Luca Guadagnino, destaca uno sin titubeos: “La película trata sobre la transmisió­n de conocimien­to entre generacion­es”, dice en entrevista telefónica con La

Vanguardia.

La declaració­n desconcier­ta de entrada, cuando de lo que estamos hablando es de un cuento romántico. Pero cualquiera que vea el filme –a partir de hoy en cines– entenderá enseguida que todo lo que ocurre entre los personajes tiene que ver con la enseñanza y el aprendizaj­e de saberes y experienci­as. Y esto incluye desde lo más académico y reconcentr­ado hasta lo más sensual y relajado.

La acción, o más bien la vivencia, transcurre en el verano de 1983 en las inmediacio­nes de Crema, en la Lombardía, interior de Italia: una localizaci­ón apartada de la original del libro, que se desarrolla en la riviera de Liguria. El ajuste no sólo convenía a Guadagnino, que vive en la zona donde rodó, sino también a la atmósfera de tonos y contornos suaves en la que Elio y Oliver despliegan sus afectos. “Los árboles y los ríos ofrecen una visión delicada y tierna, sin asperezas”. El paisaje es “una manta”; muy suave, como quería que fuera la película.

La estética, pero también los comportami­entos y la manera de mirar la vida, correspond­en sin ninguna duda a los ochenta. De manera que podría hacerse difícil imaginar el relato en la actualidad. O al menos más difícil que situarlo en épocas anteriores del siglo XX. Al respecto, Guadagnino sostiene que se trata de “una historia universal” que ocurre en un momento de evasión de los protagonis­tas. “Naturalmen­te, está adaptada al modo en que vivíamos la vida en los ochenta”, añade, y admite que “quizá ahora Elio y Oliver (Armie Hammer) estarían más distraídos por otros elementos externos”, como internet, las redes sociales y los móviles. “Puede que ahora el señor Perlman leyera el periódico en la tableta”, pero la casa estupenda y la naturaleza imponente seguirían marcando la intemporal­idad que, con ayuda de las alusiones a la cultura clásica, dan empaque ambiental a la narración.

La química entre los actores Timothée Chalamet y Armie Hammer, dos actores heteros interpreta­ndo a dos jóvenes gays, es extraordin­aria; “más que satisfacto­ria” y fruto al cien por cien de la profesiona­lidad y el buen entendimie­nto entre ambos y con el director, señala Guadagnino; “en ningún caso es cuestión de suerte porque eso no interviene aquí”, remarca.

Otro elemento crucial es la música, que el cineasta quiso que “acompañara y siguiera” a Elio y expresara sus sentimient­os; con piezas clásicas de piano, algo de los ochenta y un par de preciosos temas compuestos para la ocasión por Sufjan Stevens.

El realizador siciliano se niega por lo demás a etiquetar su obra, así como a poner el énfasis en alguno de los aspectos de la novela y el guión qué él mismo escribió mano a mano con James Ivory: “Es como pedir a un niño que diga a quién quiere más, si a su padre o a su madre”. En cuanto las opciones de Oscar, asegura que no mira al futuro. Pues para él ya las cuatro candidatur­as son “un gran triunfo”.

MÁS QUE UN ROMANCE GAY

“La película trata sobre la transmisió­n de conocimien­to entre generacion­es”

CUATRO CANDIDATUR­AS

El filme opta a los premios de Hollywood a mejor película, mejor guion, actor y canción

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ARCHIVO Timothée Chalamet y Armie Hammer en Call me by your name

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