Sin amor y con muy poca esperanza
SALVADOR LLOPART La belleza que todos reconocemos, o creemos reconocer, convertida en arma blanca de filo asesino. La belleza será convulsa o no será, que dijo el clásico, como en Loveless, sin amor, una propuesta de corazón helado, reconocida con el premio del jurado en Cannes y una de las cinco candidatas al Oscar en lengua extranjera de este año.
Zvyagintsev nos regala un filme envenenado, hermoso hasta llorar, sobre unos seres desalmados. Un bofetón disfrazado de cruel retrato de la clase media rusa con su mirada teñida de rabia y ansiedad. Diáfana desde el mismo título; evidente incluso en sus subrayados, y bella, ya digo, con esa belleza del invierno ruso, que es la belleza blanca de la desolación más total. Por momentos, incluso excesiva, si se quiere. Impresionante en el exceso. La protagonista quiere que la quieran, pero no sabe querer; su marido está demasiado ocupado con su nueva familia, donde tropieza con el mismo egoísmo y la misma frustración...
Loveless, sin amor, cuenta con aires de thriller y tono de tragedia la degradación de una pareja hastiada más allá de las palabras. Hasta que descubren que su hijo ha desaparecido por el descuido y la indiferencia con la que uno ataca al otro. Ese crío perdido, que tiene la virtud de unirlos en su búsqueda: en él reside en buena medida el poco cariño al género humano de este filme desesperanzado hasta decir basta.
Estamos, sí, ante una bancarrota espiritual narrada de forma hipnótica. Zvyagintsev, maestro de la épica de la desolación, reduce aquí el foco de su anterior y celebrada Leviatán (2014), donde esa degradación alcanzaba aires de epopeya social. En Sin amor se centra en la pareja, un poco a la manera de Secretos de un matrimonio (1973); el filme deja la misma sensación de exageración y verdad –de necesidad– que dejan muchas de las mejores películas de Bergman, como la citada.
Una desolación espiritual, hasta cierto punto catártica. Un silencio frío, que se parece mucho a un grito. Sin amor, es cierto, y con muy poca esperanza.