A pesar de todo
El Espanyol sale fortalecido de una eliminatoria igualada y competida
Quique Sánchez Flores pudo mirar anoche a sus jugadores a los ojos al entrar en el vestuario. Era lo que les había pedido en la previa: competir. Tratar y jugar de tú a tú al Barcelona pese a las enormes diferencias y poder salir del campo con el orgullo intacto, fuese cual fuese el marcador y el desenlace de la eliminatoria.
No se puede decir que el Espanyol no cumpliese sobre el césped del Camp Nou pese a un resultado que lo aparta de la Copa. Después de lo visto ayer y, sobre todo, del partido de ida, eso es lo de menos para un españolismo que en este doble derbi ha recuperado su amor propio, ha visto –anoche por televisión– cómo su equipo ha vuelto a estar por fin a la altura de las circunstancias y, sobre todo, ha disfrutado metiendo el miedo en el cuerpo al barcelonismo. La afición podrá afrontar el tercer y último derbi de la temporada, el próximo 4 de febrero de nuevo en Cornellà en partido de Liga, con la seguridad de que, ahora sí, ha vuelto el derbi barcelonés.
Que el ambiente en el Camp Nou iba a ser más hostil para el Espanyol que lo habitual era previsible y se vio ya mucho antes del partido: el autocar blanquiazul no realizó la ruta habitual por recomendación de la policía. Pero el Espanyol no salió con miedo al césped ni se puede decir que se dejó intimidar.
Si acaso, salió con desgana, sin acabar de creerse que el planteamiento defensivo de la ida podía volver a funcionar. Y, de hecho, sólo se puso a jugar cuando encajó el primero y se vino definitivamente arriba obligado por el 2-0 y con la convicción de que un gol los podía meter en semifinales. Es decir, se jugaron muchos minutos de derbi y la eliminatoria estuvo totalmente abierta gracias al esfuerzo y la solidaridad defensiva de los españolistas hasta el final, algo impensable hace apenas dos años.
Además del orgullo, el derbi dejará entre el españolismo el debate sobre el futuro de Pau. Sánchez Flores decidió llevar hasta el límite la lógica de que cada portero debe cumplir con su responsabilidad y, tras el partido de la semana pasada y la titularidad en la Liga de Diego López, ayer no dudó en alinear al canterano en el Camp Nou. No para matarlo ni para cumplir una decisión de club, sino para que ocupase el lugar que le correspondía.
Y Pau, simplemente, cumplió. Los goles blaugrana no llegaron ni mucho menos de sus errores y pese a que en los primeros minutos parecía desubicado acabó firmando una buena actuación. En buena medida, si el Espanyol pudo soñar hasta el final con el pase fue por una magistral doble intervención entrado el segundo tiempo.
Sobre el portero cae ahora una espada de Damocles. Si no renueva en las condiciones que le presentó el club el de anoche podría haber sido su último partido como blanquiazul. Sin atender en un principio el requerimiento del
La eliminatoria se mantuvo viva hasta el final, algo impensable hace apenas dos temporadas Sobre Pau se alza ahora la espada de Damocles: o renueva o el de ayer pudo ser su último partido
director deportivo, Jordi Lardín, para que no jugase mientras no renovase, Sánchez Flores ha hecho que el fútbol acabe dando la titularidad al meta gallego.
El agente de Pau y Lardín están citados para reunirse la semana que viene. El retorno de Chen a Barcelona en estos próximos días puede aportar luz sobre el asunto. El club podría –quizá debería– estirarse un poco más, aunque no llegue a alcanzar las pretensiones del jugador. Y el españolismo no sólo perdonaría a Pau todos sus pecados, sino que agradecería su continuidad. Porque siempre será un perico más.