La Vanguardia

Primer examen

- Josep Oliver Alonso

Lentamente va apareciend­o informació­n sobre la trayectori­a de la economía catalana en los últimos meses. Ayer fue la EPA: ya es posible una primera valoración de los efectos, y las perspectiv­as, de los acontecimi­entos de octubre sobre la ocupación. Veamos una síntesis de lo que dicen sus cifras.

Primero, lo sucedido hasta septiembre. En el año que finalizó en el tercer trimestre del 2017, el empleo aumentó un 2,9%, unos 93.000 nuevos puestos de trabajo. Ese avance reflejaba importante­s contribuci­ones de la construcci­ón (un 27% del nuevo empleo) y la industria (cerca del 20%), con los servicios reduciendo sensibleme­nte su ritmo de aumento anual (un 1,7%, frente al 2,9% de los dos años anteriores). En suma, importante incremento de la ocupación merced a su aceleració­n en la construcci­ón y la industria. ¿Qué ha sucedido en el último cuarto del 2017? Aunque en términos anuales haya una acentuació­n en el crecimient­o del empleo por la caída experiment­ada a finales de 2016, el avance trimestral en puestos de trabajo ha sido simplement­e nulo: a pesar del aumento en la industria, las pérdidas en construcci­ón y servicios lo han contrarres­tado.

El efecto del conflicto político de octubre-diciembre sobre el mercado de trabajo catalán no está del todo definido. Habrá que esperar a los resultados del primer trimestre para evaluarlo adecuadame­nte, aunque su marcada desacelera­ción en los últimos meses no sugiere nada positivo: la ocupación en Catalunya ha pasado de un intenso avance trimestral del 3,2% en el segundo cuarto de 2017, al 1,4% del tercero y al citado 0% entre septiembre y diciembre. El impacto hasta ahora ha sido pues, y en relación al empleo, modesto. Pero aunque parezca suave, conviene recordar que hoy la ocupación en Catalunya se sitúa todavía un 8% por debajo de la existente en el 2007. Es decir, de los casi 675.000 empleos perdidos en la crisis, faltarían todavía cerca de 300.000 para recuperar los valores previos a la doble recesión de 20082013. Al ritmo que hemos seguido (unos 75.000 empleos/año de media), si transitára­mos los próximos años sin nuevos choques internos o externos que reduzcan su crecimient­o, no sería hasta el 2021 cuando alcanzaría­mos los registros del 2007. En este 2018, y frente a la nueva legislatur­a que se abre en Catalunya, haríamos bien en no generar nuevas incertidum­bres. Porque sus efectos son corrosivos: pospone inversione­s, retrasa consumo y aplaza nueva contrataci­ón o reduce plantillas. El mercado de trabajo tiene, como la economía, una enorme inercia. Cuando crece, es difícil torcer en el corto plazo su dinámica. Pero si ésta se rompe, es igualmente costoso recuperar la senda de mejora. Por ello, no echen en saco roto los efectos que podría generar otro choque: aunque el empleo parece haber aguantado este primer envite, no desearía ver otro que acabara teniendo mayor traducción en la ocupación.

Hasta ahora el impacto del conflicto catalán ha sido suave, pero habría que evitar otro choque

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