La soledad de la alcaldesa.
Ada Colau entrando en el salón de plenos en presencia de Jaume Collboni, portavoz del PSC, cuya decisión de oponerse a los presupuestos municipales hizo ayer inviable su aprobación.
El refranero popular dice que “la venganza es un plato que se sirve frío”. También reza que “del amor al odio hay un paso”. Ambas afirmaciones resumen el escenario con el que se encontró Ada Colau en el plenario municipal al intentar sacar adelante los presupuestos del 2018. El concejal popular Alberto Fernández hizo su propia aportación y resumió la situación como “el debate de los despachos y los despechos”.
Reuniones de despacho, según la oposición, hubo pocas para ser una de las votaciones más importantes del año pero el despecho se visualizó claramente. La negativa de los socialistas, anunciada a menos de 24 horas de la celebración del pleno, dio al traste con las expectativas de Colau de sacar adelante los números con la abstención del PDECat, ERC y el PSC. “No ha hacordó bido un debate serio de presupuestos, era más bien un cambio de alianzas que somete la política de la ciudad a la lógica de la política catalana y del intercambio de apoyos que puedan hacer en el Parlament”, denunció el líder del PSC, Jaume Collboni, que buscó el cuerpo a cuerpo con el primer teniente de alcalde Gerardo Pisarello. Los duros reproches entre uno y otro marcaron el debate presupuestario y visualizaron la ruptura total entre ambas formaciones.
Los socialistas vieron en los días previos cómo sus alegaciones eran rechazadas una tras otra mientras que las de ERC y el PDECat se aceptaban sin dificultades. La retirada de la partida de más de 400.000 euros destinada a redactar estudios técnicos sobre la conexión del tranvía por la Diagonal –uno de los proyectos estrella de Colau– a petición de Xavier Trias es el ejemplo más claro de lo que desde el PSC bautizaron como “Colauvergencia”.
El que durante año y medio fue segundo teniente de alcalde le re- a Colau las veces que había llamado mafiosos, corruptos y unas cuantas lindeces más a los antiguos convergentes. “Ahora vienen con un pacto de renuncias y nos dicen que lo hacen por la ciudad”, exclamó Collboni. Pisarello entró al trapo y le espetó: “No nos pretendan dar lecciones desde la izquierda, no les hemos visto frenando desahucios ni luchando contra el oligopolio
PLENO DE DESPECHOS Comunes y socialistas se enzarzan en reproches continuados durante el debate presupuestario
LA VÍA RÁPIDA
La fórmula escogida permitirá aprobar las cuentas municipales de manera automática
de las grandes compañías”. Mientras Collboni esperaba impaciente su turno de palabra para responderle que “a lecciones de populismo es imposible ganarles”, la teniente de alcalde Janet Sanz y la socialista Carmen Andrés se enzarzaban en una airada discusión en la bancada, igual que los hasta hace poco compañeros de gobierno, Laura Pérez y Daniel Mòdol.
La negativa del PSC, Ciutadans, PP y el concejal no adscrito Gerard Ardanuy al proyecto de presupuestos obliga a Colau a recurrir a la cuestión de confianza, así que Pisarello, responsable de negociar con la oposición, no se mordió la lengua y repartió estopa a todos los lados, incluidos al PDECat y ERC, los dos partidos que mantuvieron la abstención. Pese a ello, los dos partidos independentistas se mostraron confiados en que el documento final mantenga las propuestas pactadas durante las últimas semanas y dispuestos a mantener los puentes de diálogo abiertos, una posibilidad que los republicanos descartaban por completo mientras los socialistas formaban parte del equipo de gobierno municipal.
Los presupuestos se aprobarán mediante una cuestión de confianza, la misma fórmula utilizada el