Pere Aumedes
Tras diez años de cierres, el mapa se puebla de salas de cine de fin de semana
Pequeños empresarios que gestionan y programan cines, como el Circuit Urgellenc o la Associació Catalana de Cinema Independent hacen verdaderos esfuerzos y equilibrios para mantener abiertas pequeñas salas de toda Catalunya.
El sábado a las diez y media y el domingo a las siete, Wonder
Wheel, de Woody Allen. Una graaaan película. ¡No te la pierdaaas! ¡Buen fin de semaaaanaaa!”. Este ha sido el mensaje del contestador del Cinema-casino de Begur desde el lunes. Este municipio de la Costa Brava es de los pocos que conserva programación. Aunque sólo los fines de semana.
El cine más próximo es el de Platja d’Aro, a 25 kilómetros. El de Palamós cerró hace un mes. Desde Banyoles, hay que ir hasta Girona. De Berga, a Manresa. De Falset a Reus o Tarragona… La crisis, la inversión que supuso digitalizar las salas y el cambio de hábitos ha transformado el mapa de los cines. Más allá de las multisalas de medianas y grandes y ciudades, programadores y gestores culturales y algunos ayuntamientos se las ingenian para mantener viva una gran pantalla, aunque sea con dos sesiones a la semana.
“Cada dos o tres semanas programamos cine infantil, organizamos ciclos, ahora estamos con Billy Wilder y una vez al mes, hacemos una conferencia después de la película”, explica Ernest Sais, la voz del contestador del Cinema-Casino de Begur y encargado del local, de propiedad municipal. “En verano abrimos prácticamente cada día, tenemos suerte que venga la gente de Barcelona”, mantiene. Cuando él era pequeño, había dos cines en la localidad. Ahora, en invierno, una sesión apenas atrae a 50 personas en una sala de 182 butacas.
“Hasta los años ochenta en todos los pueblos había cine; era una de las pocas distracciones que había”, explica Pere Aumedes, responsable del Circuit Urgellenc, una empresa familiar que empezó en 1963. Ahora se encarga de la programación de ocho salas en Ponent, tres en comarcas de Barcelona y Tarragona y una docena en pueblos de Aragón, y gestiona dos proyectores móviles. Sin estas pequeñas salas, la mayoría con sabor vintage y normalmente de propiedad municipal o de alguna asociación o parroquia, en toda la
En diez años Catalunya ha perdido 52 cines según el censo del Instituto de la Cinematografía
provincia de Lleida solo abrían los dos cines de la capital y el multisalas (22 en total) en la vecina Alpicat.
El Circuit Urgellenc programa en Vielha, Agramunt, Igualada, Balaguer, Montblanc, Tàrrega, Tremp, Ripoll... “Hace un par de años que el negocio está bastante estabilizado y en algunos sitios incluso ha habido un pequeño repunte de espectadores, la clave es acertar con la película y las ofertas que hacemos”, mantiene Aumedes. Las entradas las vende a cinco euros y en algunas poblaciones, además de sábado y domingo, alarga a lunes como día del espectador. Vendiendo entre 150 y 200 entradas, cubre los gastos, y algunos ayuntamientos contribuyen a mantener el servicio pese a ser deficitario porque lo consideran un bien cultural. “Sin esa aportación en la mayoría de pueblos no habría cine”, añade Manuel Gómez, de la Associació Catalana de Cinema Independent, que gestiona cuatro salas, entre ellos Sitges y Mataró y programa en seis municipios más. “El público es gente mayor y niños... Las plataformas digitales y las televisiones de gran formato nos han hecho mucho daño”, dice.
Según el censo del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, en el 2007 Catalunya contaba con 177 cines. Diez años después, la cifra se sitúa en los 125. En Lleida han cerrado once. En Tarragona se han perdido ocho salas, igual que en Girona, donde hace poco más de un mes cerró el histórico cine Arinco tras 56 años en activo. Su clausura dejó sin proyecciones la tercera ciudad más poblada del Baix Empordà, que en verano supera los 50.000 habitantes y donde hace tres años ya cerró otro histórico, el cine Kyton. “La gente ve más películas que nunca, pero no las ve en el cine, sino en el sofá de su casa, especialmente los jóvenes; hay entre 500 y 600 estrenos al año pero... ¿Cuántas veces al año va usted al cine?”, pregunta Josep Xarnach, copropietario del Arinco.
En diez años los 36 cines que había en Barcelona se han reducido a 24 a pesar de la apertura de nuevas salas en prácticamente todos los centros comerciales que se han construido. En el paseo de Gràcia sólo queda el Comedia. Hace cinco años cerró el Urgell y con él, la sala más grande de Catalunya, 1.832 butacas ahora impensables. Cerró el Alexandra, el Fantasio, el Savoy, el Alcázar, el Montecarlo, el Astoria, el Catalunya, el Rex, el Palacio del Cinema... Otros, como el Bosque, el Palacio Balañá o el Florida, se transformaron en multisalas.
“El 2014 fue cuando se cerraron más cines –aquel año acabó el plazo para digitalizar las salas, una inversión de 100.000 euros por pantalla– y aunque se han abierto otros, no se ha compensado... pero hace dos años que la situación está bastante estabilizada”, mantiene Pilar Sierra, directora del Gremi d’Empresaris de Cinemes de Catalunya.
El cambio de tendencia en el consumo ha sido implacable: los promotores de los centros comerciales consagrados a las medianas y grandes superficies vieron en las multisalas, un filón más para atraer a clientes. Cerraron los cines históricos –generalmente de una sola sala– en el centro de las poblaciones y han abierto otros multisalas que incorporan la última tecnología, lo que también requiere una inversión continuada. Un ejemplo paradigmático fue la apuesta de Ocines en Tarragona. La empresa de Girona, con 17 cines en toda España (once en Catalunya) y la tercera en cuota de mercado tras Cinesa y Yelmo, cerró el cine que gestionaba en el centro de la ciudad y abrió doce salas en el entonces incipiente polígono comercial de Les Gavarres. Veinte años después, cuenta con 17 salas y el año pasado superó los 720.000 espectadores. “Las cosas evolucionan y tenemos que ofrecer facilidades, por ejemplo aparcar sin problemas y una experiencia que no puedas tener en casa, con el mejor sonido y con todas las comodidades posibles”, mantiene Josep Eduard, responsable del recinto.
Las nuevas multisalas, como el consumo, se han desplazado a centros y polígonos comerciales