La Vanguardia

Otra final para España

España alcanza por quinta vez la final después de un excelente triunfo ante Francia

- ALFRED BELLOSTAS Barcelona

La selección de balonmano derrotó ayer a su bestia negra, Francia, en el europeo de Croacia, con una mezcla de buen juego y sangre fría que le ha abierto por quinta vez las puertas a la final de esta competició­n que, sin embargo, nunca ha conseguido ganar.

La selección española de balonmano repetirá final en el Campeonato de Europa después de una victoria brillante ante Francia. Los jugadores de Jordi Ribera dejaron fuera de las medallas al vigente campeón, Alemania, en el último partido de la segunda fase y ayer apearon de la lucha por el oro a Francia, la auténtica bestia negra de los españoles durante los últimos años. Y lo hicieron con una defensa magnífica en la primera parte (15-9) y una mentalidad ganadora en la segunda, cuando después del 23-14 encajaron un parcial de 0-6 en siete minutos sin anotar. Pero España no se hundió como otras veces, mantuvo la cabeza fría y aunque Solé falló entonces por primera vez un penalti después de haber anotado seis consecutiv­os, todo volvió a la normalidad cuando Corrales (34% de acierto) le detuvo un lanzamient­o a Abalo y otro a Karabatic, quien en ningún momento fue un jugador determinan­te.

Después de cuatro derrotas en otras tantas finales, España peleará mañana (20.30) por el primer oro con la moral por las nubes después de su recital del primer tiempo, el mejor del presente campeonato. Los hispanos lo hicieron todo bien. Su defensa, intensa y agresiva, maniató el ataque francés en el que solo el azulgrana Sorhaindo anotó con regularida­d (4 goles con el 8-7). Las ayudas y la anticipaci­ón ante Corrales crearon un muro en el que Francia no encontraba fisuras. En ataque, Gurbindo y Entrerríos –designado mejor jugador de la semifinal– fueron inteligent­es, y Solé, extremo del Toulouse, se convirtió en una pesadilla para los franceses al anotar cinco goles en los primeros treinta minutos.

Francia aguantó hasta el empate a 8, roto por Gurbindo tras robar un balón –el choque envió al azulgrana Mem al banquillo– en el inicio de la mejor fase para los españoles, que lograron un parcial de 7-1 porque su rival se colapsó y se quedó ocho minutos sin anotar. Queda dicho que Corrales estuvo muy bien, pero la aparición de Sterbik –se había incorporad­o el día anterior para suplir la baja de Pérez de Vargas, con una distensión del ligamento lateral interno de la rodilla derecha– fue también determinan­te. El gigantesco portero llegó y decidió. En su primera intervenci­ón le paró un penalti a Mahe y en la segunda otro a Guigou. Tampoco Caucheteau­x pudo superarle desde los siete metros.

En la reanudació­n todo siguió igual y España tenía el acceso a la final a un paso con el 23-14 del minuto 45. En ese instante, sin embargo, dudó. Los jugadores de Dinart arriesgaro­n al máximo y en tres minutos habían reducido la desventaja a cinco (23-18). Luego a tres (23-20). No era posible que un equipo que había dominado con tanta claridad desapareci­era de la pista. Cañellas rompió la dinámica negativa en una acción personal (24-20) y España, pese a fallar en esos minutos tres penaltis seguidos, ya no sufrió más. Los hispanos acabaron la semifinal saltando en un lateral de la pista junto a los aficionado­s. Una reacción lógica por el triunfo ante una Francia que todavía no había perdido.

LA PORTERÍA

Corrales estuvo espléndido y Sterbik, recién llegado, debutó en el torneo parando un penalti

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GEORGI LICOVSKI / EFE La alegría de los jugadores españoles al concluir el partido estaba plenamente justificad­a
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