La Vanguardia

La comedia es terapia

Tras ‘Intocable’, llega ‘C’est la vie!’ de Olivier Nakache y Eric Toledano

- SALVADOR LLOPART Barcelona

La nueva película de los realizador­es galos Oliver Nakache y Eric Toledano –la pareja que dirigió Intocable, el mayor éxito del cine francés en décadas– se llama C’est la vie! (Así es la vida) y es una comedia. También quiere ser, según explican los directores, “una especie de selfie de la Francia de ahora mismo”.

La vida, según decía John Lennon, es lo que nos pasa mientras hacemos planes, y no parece precisamen­te que eso que nos pasa sea siempre una comedia. Se lo comentamos a ambos tras la premier barcelones­a de esta C’est la vie!, que en Francia ha congregado de momento a tres millones de espectador­es, y que en España se ha estrenado este mismo fin de semana...

“Hemos pasado por malos momentos en Francia, es cierto, y me atrevería a decir que lo mismo ha ocurrido en buena parte de Europa, incluida Barcelona; atentados, dolor, crispación, disgusto”, dice Eric Toledano. “Hemos llorado demasiado en los últimos tiempos y, precisamen­te por eso, porque hemos sufrido, quisimos utilizar la comedia para hablar de la Francia de ahora mismo”. Y corrobora Nakache: “Es un ejercicio de humor porque el humor puede salvarnos”,

C’est la vie transcurre en menos de 24 horas, durante una boda por todo lo alto. La boda es, en sí misma, un género cinematogr­áfico. El bodorrio en cuestión tiene lugar en un chateau del siglo XVII, y Toledano y Nakache lo cuentan desde el punto de vista de los empleados, todos, legales y alegales, contratado­s por una empresa que organiza eventos.

La boda se erige en un microcosmo­s de Francia. Estamos ante un filme coral, en el que los franceses se reconocen. “Donde nadie es detestable ni odioso y todos son un poco Francia”, dice Nakache. A lo que añade Toledano en esa compenetra­da forma que tienen de compartir las respuestas: “Hicimos C’est la vie! pensando en el grupo, desde una perspectiv­a coral, pero sin olvidar que, para encarnar al jefe de la empresa, Max, el patrón, contábamos con un actor como Jean-Pierre Bacri, toda una institució­n en Francia. Se puede decir que el filme gira a su alrededor”, dice Toledano.

Bacrí encarna un patrón al final del camino, roto pero resistente, que a todos escucha y con todos tiene su momento. “Lo queríamos así, interpreta­do por un actor que tiene una larga historia detrás, como Francia”, dice Toledano (¿o es Nakache, porque a estas alturas de la conversaci­ón se toman la palabra el uno al otro, como en una carrera de relevos). “Se dice de los jefes como de las caras a cierta edad, que cada uno tiene el jefe que se merece, y nosotros queríamos contar con un personaje digno y entrañable para nuestros compatriot­as, alguien creíble”.

Oliver Nakache y Eric Toledano son efectivame­nte una pareja bien avenida, algo de lo que están encantados, pero no dejan de bromear al respecto: “Si, nos casamos muy pronto (profesiona­lmente hablando), ¡la de historias a lo Weinstein y a lo Woody Allen que nos habremos perdido!”.

Y ahí, con el estado del cine se ponen serios por primera vez en el encuentro: “El cine es como el faro que ilumina el camino de lo que pasará en la sociedad. Son tiempos histéricos. Deberíamos tranquiliz­arnos todos un poco”.

La pareja de directores franceses despliega en su nueva comedia una mirada desinhibid­a sobre su país

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JUANJO MARTÍN / EFE Eric Toledano y Olivier Nakache, en Barcelona

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