El amor siempre vende
La actriz puso en pie en el 2016 el texto teatral ‘Love letters’ junto a O’Neal, su pareja en la película ‘Love story’
Ali MacGraw se enamoró en la pantalla de Ryan O’Neal en Love story pero se casó con el productor de la película, Robert Evans. Tenía treinta años y se hizo famosa de repente. La actriz de cejas abundantes, con una melena a modo de crin hasta media espalda, botas altas, faldas y blusas hippies, y una colección de brazaletes en las muñecas fue espejo para la generación cambiante de los sesenta. Retirada de los platós desde 1997, hace dos años puso en pie el texto teatral Love letters junto a O’Neal. Fue el reencuentro con un actor con quien tiene buena química.
Elizabeth Alice MacGraw nació en abril de 1939 en Puond Ridge (Nueva York, EE.UU.). Su madre era agente artística. Procedía de una familia judía de Budapest y había estudiado en París. Su padre estuvo de niño en un orfanato de Nueva Jersey, de donde fue adoptado, hecho que influyó en su carácter hosco y algo intolerante. Dick, hermano de Ali, es también artista. La chica recibió una educación convencional, incluso remilgada, primero en el Rosemary Hall de Wallingford (Connecticut) y después en la Universidad de Wellesley (Massachusetts). En 1960, tras graduarse se fue a Nueva York. Trabajó seis meses en Harper’s Bazaar. Después hizo de modelo fotográfica para Vogue, protagonizó diversos anuncios de televisión y puso la cara a una campaña de cosméticos de Chanel. El cambio de imagen no se hizo esperar. Abandonó los uniformes bien planchados de colegiala y entró en el mundo de las mallas, las camisetas de rebajas y los atuendos desenfadados. Aquella estética de indumentaria floral cautivó desde las revistas el gusto de la juventud.
Después de algún pequeño papel, debutó en el cine en 1969 en la película Complicidad sexual. Al cabo de un año, en 1970, vino el filme que le dio gloria, Love story, basada en un guión de Erich Segal, adaptación a su vez de una novela suya. La dirección corrió a cargo de Arthur Hiller y la banda sonora es obra de Francis Lai. El tema principal alimentó durante décadas el hilo musical de consultorios médicos y peluquerías. La historia provocó ríos de lágrimas en los espectadores: la boda, no consentida por los padres, entre dos universitarios de Harvard, a causa de su distinto rango social. La trama subía de voltaje cuando ella fallecía debido a una leucemia. La película obtuvo siete nominaciones a los Oscars, entre ellas la de MacGraw a la mejor actriz. La estatuilla fue para la música.
La boda con Evans, con quien tuvo a su hijo Josh, estuvo precedida por un breve matrimonio con Robin Hoen. No obstante la relación más significativa fue con Steve McQueen, de 1973 a 1978. Coincidieron en la cinta de Sam Peckinpah La huida, el otro título emblemático de la actriz. La pareja vivió momentos agridulces. Se mudaron al paraíso de Malibú, frente al mar, junto a los hijos que cada uno tenía. Ellos no tuvieron ninguno en común. Poco a poco la relación se convirtió en un infierno. La actriz recibió tratamiento por su adicción a las drogas y el alcohol. El divorcio estaba cantado.
Rodó otra película con Peckinpah, Convoy, y más allá de alguna serie de televisión, como Dinastía, se retiró de las pantallas. A pesar de esto, en el 2006 debutó en los escenarios de Broadway con el drama Festen (The celebration). Siempre en el filo de los amores imposibles, disfuncionales, los papeles de Ali MacGraw han recaudado sustanciosas sumas en las taquillas. Desde 1994, después de incendiarse su casa de Malibú, vive sola en el estado de Nuevo Mexico.
Tiene un nieto, Jackson, nacido en el 2010. Es una decidida defensora de los animales. En su casa tiene varios ejemplares domésticos que le despiertan cada día a las cinco y media. Cumple rigurosamente con sus sesiones de Pilates, meditación y yoga, una disciplina que adquirió a raíz de su pasado hippy. Aquella melena interminable de color castaño configura hoy un elegante porte de pelo corto y blanco. Toda una señora a sus 78 años, que no ha perdido la sonrisa ni la naturalidad.