Stella Raventós-Calvo
Stella Raventós-Calvo, presidenta del comité fiscal de la Confederación Fiscal Europea
CONFEDERACIÓN FISCAL EUROPEA
Es la primera mujer que preside el comité fiscal de la Confederación Fiscal Europea, que agrupa las asociaciones nacionales. La economía digital y las bases comunes en el impuesto de sociedades son los grandes temas que tiene sobre la mesa.
La abogada Stella Raventós-Calvo es la presidenta del comité fiscal de la Confederación Fiscal Europea, la primera mujer, y la primera española, que ocupa este cargo al frente del organismo que integra a las asociaciones nacionales y que actúa como órgano consultivo de la Comisión de la Unión Europea en materia tributaria.
Ahora, sobre la mesa de políticos y fiscalistas, uno de los temas más calientes es cómo gravar la economía digital. “Hay una demanda social para que las empresas paguen impuestos en los países de consumo. Suponemos que saldrán adelante las propuestas de la Comisión en esta línea”, explica Raventós. La forma en la que pagan los impuestos Apple o Google no es ilegal: “Las ventajas fiscales son una herramienta que utilizan los países para atraer negocio”. Añade que “en la Confederación intentamos aportar el criterio técnico. Cuando se llega a las cuestiones políticas, también tenemos diversidad de opiniones”.
En el comité fiscal son 40 expertos que analizan. Y ella, como presidenta, expresa su opinión personal sobre este tema concreto: “Las reglas tradicionales no sirven para la economía digital. Son de hace más de un siglo, y se basan en la presencia física de una empresa. Hay que buscar una fórmula completamente nueva, se habla de un establecimiento permanente virtual. Pero mientras tanto, lo que hacen la OCDE y la Comisión Europea es buscar una solución a corto plazo, y puede que sea una retención a los pagos por publicidad, como ya están aplicando algunos países –la India, Italia, Eslovaquia o Hungría–”.
A Raventós no le asusta la complejidad tecnológica de los cambios que vienen, “pero para saber cómo gravar, necesitamos saber cómo se monetiza la economía digital, y hay modelos que no están claros”. No es fácil en una Unión Europea heterogénea poner orden a los impuestos. El otro gran tema sobre la mesa, explica, es la base común consolidada de las empreses en el impuesto de sociedades, que se defina de la misma forma. “Desde el primer Tratado de la Unión sólo se contempla la armonización fiscal de los impuestos indirectos, no de los directos. Se ha avanzado mucho, pero los países no quieren renunciar a su soberanía”. A principios de los años noventa, Stella Raventós-Calvo entró en la Asociación Española de Asesores Fiscales (Aedaf), y como hablaba idiomas, creó la sección de fiscalidad internacional –“éramos pocos entonces los que nos dedicábamos a esto”–. Desde la Aedaf accedió a la Confederación Europea, a las que ha seguido siempre vinculada, ahora como chair del comité técnico.
Antes de interesarse por los impuestos, Stella Raventós-Calvo se licenció en Historia, y entró en la facultad de Derecho “como tantos, atraída por el derecho penal, por la influencia de cine y las series, por esa idea de defender a los inocentes”. Hubiera podido ser fiscal, sin embargo acabó especializada en Derecho tributario, “que también tiene una parte bonita de equidad y justicia”. Siempre ha trabajado en bufetes medianos, “me gusta compaginar la práctica del derecho con la docencia, las asociaciones, escribir artículos”. Hace un año Raventós se convirtió en la socia en Barcelona de Danbury, una firma joven, con oficinas en Bilbao y Madrid, que cuenta con un equipo de 30 personas y está especializada en derecho de empresa.
Le gustan las series británicas de abogados –recomienda Kavanagh, Judge John Deed, Silk– si bien sus pasiones son “la ópera y la arqueología romana”.
Pasa mucho tiempo viajando, sobre todo a Bruselas. Y aunque en su labor diaria nunca ha necesitado ponerse la toga, le gusta el factor humano en el Derecho, “sería una pena que se acabe sustituyendo por máquinas”.
Stella Raventós-Calvo, casada con un ingeniero, tiene una hija médico –es cardióloga pediátrica– y dos nietos. “Admiro a mi hija, lleva una vida muy dura, es muy difícil hacer carrera con hijos pequeños”. Asegura que como abogada en Europa nunca ha tenido problemas profesionales por ser mujer, “en España alguna reticencia más”; sí que tuvo que luchar cuando en el 2001 fue una de las primeras mujeres que lograron ser socias del Cercle del Liceu, en una polémica votación que los socios inicialmente rechazaron. Ahora, en su nueva etapa como socia de Danbury y presidenta del comité europeo de la Confederación, asegura: “no me siento nada mayor, tengo muchas cosas por hacer”.
“Para la economía digital no sirven las reglas tradicionales; hay que buscar una fórmula nueva”