Luis Suárez, un peligro
Prodigioso goleador, el uruguayo está a una tarjeta de la suspensión en la Liga y en la Copa
EN RACHA El uruguayo ha firmado 16 goles en los últimos 16 partidos y ha dejado atrás su crisis de inicio de campaña
UN EXAMEN En el derbi de Copa se quedó en el banquillo en Cornellà, un estadio que pondrá hoy a prueba sus impulsos
Una revisión del partido contra el Valencia proporciona una descripción general de Luis Suárez, un futbolista sin medias tintas capaz de convertir algunas de sus mejores virtudes en peligrosos defectos. El impulso, la vehemencia, el instinto que le guían a convertir los goles pueden envilecerlo en determinados comportamientos con los rivales. El jueves fue el héroe, el autor del único gol del Barcelona en un partido problemático, pero el Valencia reivindica que debió ser amonestado por una patada a Rubén Vezo en el minuto 44. Pudo, también, ser el villano, pues una tarjeta le hubiera impedido disputar el partido de vuelta en Mestalla.
Buena parte de las ocasiones en que el uruguayo entraba en acción, alguien terminaba por los suelos. Él mismo, el rival o ambos a la vez. Su estilo vigoroso y la tendencia al contacto acentuada por la reducción de espacios libres tramada por el Valencia calentaron todavía más la sangre de un depredador con antecedentes. Y no hay que remontarse al mordisco a Chiellini en el Mundial de Brasil por el que cumplió una severa sanción. El domingo contra el Alavés soltó una coz a Duarte cuando Sergi Roberto se disponía a sacar un córner. “Luis en esa posición se enfrenta a dos y tres defensas y tienes que pelear. En cualquier caso, confío mucho en la nobleza de Suárez y se parte la cara por el equipo y el equipo lo agradece. Estamos encantados de que esté así”, juzgó el responsable de relaciones institucionales del club, Guillermo Amor, sobre esta acción.
Esta concatenación de situaciones ha originado una corriente de opinión contraria al jugador que puede acabar influyendo en los árbitros y, en definitiva, perjudicando al equipo. A expensas de la alineación que pueda presentar hoy, es sintomático que Ernesto Valverde decidiera dejar a Suárez en el banquillo en la anterior visita a Cornellà. Con el delantero al máximo de revoluciones el gol puede estar tan cerca como el conflicto en escenarios problemáticos.
El lenguaje corporal del delantero en la última función no guardaba coherencia con su magnífica trayectoria reciente. Brazos y mirada al cielo a cada pase extraviado o como protesta por un balón que no acaba de llegar, malas caras, quejas… Un comportamiento comprensible, en cierta manera, en el primer tramo de la temporada, cuando atravesó un árido desierto goleador y la pelea constante y solidaria quedó como único argumento. Tres goles en los primeros 15 partidos del curso colocaron al futbolista al borde de la enajenación. Pero ahora… Ahora está en racha. Ha firmado 16 dianas en los últimos 16 partidos y ha abierto el marcador en los últimos tres encuentros. No se le puede pedir más, sólo que se tranquilice y no traslade sus cualidades al lado oscuro.
El derbi de hoy en Cornellà y la visita del jueves a un escenario extraordinariamente hostil para el Barcelona como Mestalla pueden poner a prueba la capacidad de Luis Suárez para concentrar sus impulsos en las porterías rivales. El año pasado se perdió la final de Copa a consecuencia de su expulsión contra el Atlético por doble amonestación en las semifinales. En estos instantes se encuentra a una tarjeta amarilla de la suspensión tanto en la Liga como en la Copa.
Suárez es un peligro. Segundo realizador en la Liga por detrás de Messi, sigue siendo una amenaza implacable para los adversarios y a veces para sí mismo.