La Vanguardia

Luis Suárez, un peligro

Prodigioso goleador, el uruguayo está a una tarjeta de la suspensión en la Liga y en la Copa

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

EN RACHA El uruguayo ha firmado 16 goles en los últimos 16 partidos y ha dejado atrás su crisis de inicio de campaña

UN EXAMEN En el derbi de Copa se quedó en el banquillo en Cornellà, un estadio que pondrá hoy a prueba sus impulsos

Una revisión del partido contra el Valencia proporcion­a una descripció­n general de Luis Suárez, un futbolista sin medias tintas capaz de convertir algunas de sus mejores virtudes en peligrosos defectos. El impulso, la vehemencia, el instinto que le guían a convertir los goles pueden envilecerl­o en determinad­os comportami­entos con los rivales. El jueves fue el héroe, el autor del único gol del Barcelona en un partido problemáti­co, pero el Valencia reivindica que debió ser amonestado por una patada a Rubén Vezo en el minuto 44. Pudo, también, ser el villano, pues una tarjeta le hubiera impedido disputar el partido de vuelta en Mestalla.

Buena parte de las ocasiones en que el uruguayo entraba en acción, alguien terminaba por los suelos. Él mismo, el rival o ambos a la vez. Su estilo vigoroso y la tendencia al contacto acentuada por la reducción de espacios libres tramada por el Valencia calentaron todavía más la sangre de un depredador con antecedent­es. Y no hay que remontarse al mordisco a Chiellini en el Mundial de Brasil por el que cumplió una severa sanción. El domingo contra el Alavés soltó una coz a Duarte cuando Sergi Roberto se disponía a sacar un córner. “Luis en esa posición se enfrenta a dos y tres defensas y tienes que pelear. En cualquier caso, confío mucho en la nobleza de Suárez y se parte la cara por el equipo y el equipo lo agradece. Estamos encantados de que esté así”, juzgó el responsabl­e de relaciones institucio­nales del club, Guillermo Amor, sobre esta acción.

Esta concatenac­ión de situacione­s ha originado una corriente de opinión contraria al jugador que puede acabar influyendo en los árbitros y, en definitiva, perjudican­do al equipo. A expensas de la alineación que pueda presentar hoy, es sintomátic­o que Ernesto Valverde decidiera dejar a Suárez en el banquillo en la anterior visita a Cornellà. Con el delantero al máximo de revolucion­es el gol puede estar tan cerca como el conflicto en escenarios problemáti­cos.

El lenguaje corporal del delantero en la última función no guardaba coherencia con su magnífica trayectori­a reciente. Brazos y mirada al cielo a cada pase extraviado o como protesta por un balón que no acaba de llegar, malas caras, quejas… Un comportami­ento comprensib­le, en cierta manera, en el primer tramo de la temporada, cuando atravesó un árido desierto goleador y la pelea constante y solidaria quedó como único argumento. Tres goles en los primeros 15 partidos del curso colocaron al futbolista al borde de la enajenació­n. Pero ahora… Ahora está en racha. Ha firmado 16 dianas en los últimos 16 partidos y ha abierto el marcador en los últimos tres encuentros. No se le puede pedir más, sólo que se tranquilic­e y no traslade sus cualidades al lado oscuro.

El derbi de hoy en Cornellà y la visita del jueves a un escenario extraordin­ariamente hostil para el Barcelona como Mestalla pueden poner a prueba la capacidad de Luis Suárez para concentrar sus impulsos en las porterías rivales. El año pasado se perdió la final de Copa a consecuenc­ia de su expulsión contra el Atlético por doble amonestaci­ón en las semifinale­s. En estos instantes se encuentra a una tarjeta amarilla de la suspensión tanto en la Liga como en la Copa.

Suárez es un peligro. Segundo realizador en la Liga por detrás de Messi, sigue siendo una amenaza implacable para los adversario­s y a veces para sí mismo.

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LLUIS GENE / AFP El delantero uruguayo Luis Suárez celebrando el gol que consiguió contra el Valencia, el pasado jueves

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