La Vanguardia

El desafío de Abdeslam

El terrorista de los atentados de París se niega a responder a un tribunal belga

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Durante los casi dos años que lleva en prisión, Salah Abdeslam se ha aferrado al silencio, negándose a responder a preguntas de policías y jueces. Es el último yihadista vivo de los que organizaro­n los atentados de noviembre del 2015 en París, que causaron 130 muertos. Este lunes había expectació­n por si rompía el silencio en su primera aparición en un juicio ante el Tribunal Correccion­al de Bruselas. Pronto se desveló la inespesa cógnita. El acusado mantenía su mutismo, sólo roto para lanzar un breve mensaje desafiante al juez y a la sala: “Mi silencio no me convierte en culpable ni en criminal. Ahora juzgadme, haced lo que queráis de mí, es en el Señor en quien deposito mi confianza. No tengo miedo de vosotros, ni de vuestros aliados, ni de vuestros asociados”. Y de final, una queja: “Los musulmanes somos tratados de la peor de las maneras, sin piedad”.

Vestido con chaqueta clara y pantalón oscuro, luciendo barba y pelo largo, pidió que no se permitiera tomar imágenes, lo que obligó a los medios a pixelar su rostro y recurrir a dibujantes que retrataron a Abdeslam en la sala encuadrado entres dos policías armados y encapuchad­os. Durante los cuatro días que durará la vista, al detenido se le ha trasladado a una cárcel de alta seguridad francesa cercana a la frontera con Bélgica. El cambio facilita el acceso a Bruselas al mismo tiempo que las autoridade­s francesas mantienen celosament­e el control de su seguridad.

Este joven de 28 años, de nacionalid­ad francesa y origen marroquí, fue detenido en Bruselas el 18 de marzo del 2016 escondido en la casa de la madre de un amigo en el barrio de Molenbeek, una de las zonas de Bruselas donde los yihadistas más fácilmente y con más apoyos se mueven, según se ha podido comprobar repetidame­nte los últimos años. Los hechos que ayer empezaron a juzgarse son los ocurridos tres días antes de su detención. Un regis-

tro rutinario en otro barrio de Bruselas, en Forest, terminó con un tiroteo en el cual un yihadista fue abatido y tres policías heridos. El muerto era Mohamed Belkaid, argelino de 35 años, que murió cubriendo la huida de sus dos cómplices con un kalashniko­v. Uno de los que huyeron, aunque por poco tiempo, fue Abdeslam. Fueron unos días condenadam­ente tensos en Bélgica. El 22 de marzo, sólo siete días después de la detención de Abdeslam, se perpetraro­n los atentados de Bruselas, uno en la estación de metro Maaelbeek, en la zona donde están situadas las institucio­nes europeas, y un segundo en el aeropuerto de la ciudad. Resultado: 32 muertos, 130 heridos, y un miedo creciente desplegánd­ose por las calles de la ciudad. Los investigad­ores consideran que fue precisamen­te la detención de Abdeslam la que precipitó estos ataques.

En la primera jornada del juicio, el fiscal ha pedido 20

LA DECLARACIÓ­N

“Haced lo que queráis (...) no tengo miedo de vosotros, ni de vuestros aliados”

LA QUEJA

“Los musulmanes somos tratados de la peor de las maneras, sin piedad”

LA PETICIÓN

La fiscal de Bruselas pide 20 años de cárcel para Abdeslam por un tiroteo

años de cárcel para Salah Abdeslam por el tiroteo con los policías belgas en marzo del 2016. Se trata de la pena máxima prevista para la tentativa de asesinato de policías. La representa­nte de la fiscalía, Kathleen Grosjean, lo ha justificad­o al afirmar que “fue una verdadera escena de guerra a la que los policías fueron confrontad­os... es un milagro que no hubiera muertos entre ellos”.

La misma pena se ha solicitado para el segundo yihadista que huyó del apartament­o de Forest cuando la policía acudió a registrarl­o. Sofian Ayari, un tunecino de 24 años, no se refugió en el silencio como su compañero de acusación, pero dejó numerosas preguntas sin respuesta precisa. No sabía o no se acordaba de quién pagaba el alquiler de los apartament­os donde se alojó en Bruselas, ni tampoco supo explicar por qué en esos locales había armas y detonadore­s. Defendió al Estado Islámico y avaló el combate que lleva a cabo contra el régimen de Bashar el Asad. En cambio, a pesar de la insistenci­a de las preguntas, no quiso pronunciar­se sobre si apoyaba los atentados yihadistas fuera de territorio sirio.

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EMMANUEL DUNAND / AFP Salah Abdeslam (sentado, con barba y el rostro pixelado) pidió al tribunal que su imagen no fuera difundida

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