Fútbol sin insultos
Un café, un cognac y un puro. Esos eran los tres elementos que combinaban con el fútbol cuando se jugaba a las cinco de la tarde del domingo y el marcador simultáneo informaba de los resultados de los otros terrenos de juego. Hoy se están imponiendo las infusiones, el cognac ha caído en un cierto desuso hasta en los carajillos y el Camp Nou, por ejemplo, es un lugar sin humo.
Nadie hubiera imaginado hace unos años que no se podría fumar en los estadios. Era uno de los pocos reductos del habano o la faria. Se prohibió rápido en los aviones, autobuses, metros y en los cines y la campaña antitabaco fue muy potente. Ahora, en terrenos de juego deportivos hay que luchar por otra causa: acabar con los insultos.
La Liga empezó hace tiempo y es un tema difícil de juzgar y de sancionar. Se abrieron muchos expedientes y la campaña sirvió para algo. Por ejemplo, en muchos campos ya no se oye el cántico del mono de intolerable racismo que se escuchaba en algunos estadios. Pero insultar da la sensación de que va incluido en el precio de la entrada. Y no es así. En ese precio se incluye, sobre todo, el respeto.
Es muy complejo controlar a 80.000 personas o hasta 23.000 en un estadio en un encuentro entre equipos en el que la pasión domina en muchas ocasiones los sentimientos, en el que se producen fricciones, choques constantes y decisiones arbitrales que cada cual interpreta a su
Nadie hubiera imaginado que en los estadios no se pudiera fumar, ahora hay que acabar con los insultos
manera. Pero vale la pena insistir en crear un espacio de respeto en los partidos de fútbol. Es una campaña en la que deben intervenir todos, desde los medios, los jugadores, hasta entrenadores, clubs y organismos que rigen el deporte. Pero vale la pena. Puede ser hasta más sano que no fumar. Seguro.
No son sólo los insultos a Piqué los que deben desaparecer. Esas alusiones personales son intolerables y deben tener una respuesta inmediata. Seguramente no es hacer el gesto del silencio a la afición después de marcar un gol, pero sí cerrar una parte de la grada o identificar a los que insultan y expulsarlos.
El pique deportivo se entiende y debería ser tratado con mayor sentido del humor ya que denotaría inteligencia, pero los insultos sistemáticos deben ser desterrados de un juego apasionante, que posee también grandes valores detrás. Es necesario que la gente se conciencie de que no se va a un campo de fútbol a desahogarse, se va a animar a tu equipo, a presenciar un espectáculo y a participar de la explosión de emociones colectivas. En el mundo del deporte es bueno potenciar que no hay enemigos, sólo rivales.