Tan triste como insostenible

El proyecto de dos años de Sito Alonso se fue por el sumidero en media temporada. No podía ser de otra manera porque una cosa es acostumbrarse a perder y otra, a hacer el ridículo día sí, día también. El entrenador prometió como carta de presentación que su equipo recuperaría la identidad y la competitividad. Hace semanas que esas palabras estaban en las antípodas de la realidad. Parecía difícil que el Barcelona lo hiciera peor que la pasada campaña con Bartzokas pero eso es lo que ha sucedido y con el agravante de que el entrenador griego sufrió una plaga de lesiones y Alonso ha tenido siempre a casi todos sus efectivos disponibles.

Es verdad que el entrenador, que se despidió de la plantilla con un mensaje de voz, suele representar el lado más débil de la cuerda pero también que no ha sabido darle al equipo el golpe de timón que necesitaba. Sus jugadores han completado partidos impresentables que han ruborizado a los (cada vez menos) seguidores que sufren en el Palau. En otras épocas, por la mitad de lo que ha sucedido esta temporada, se habrían escuchado auténticas escandaleras en el recinto barcelonista, pero ahora ya se había instalado una nube de indiferencia, además de una manera artificial de animar que no casa con lo que está sucediendo en la pista.

Resultados en la mano habrá que concluir que la dirección de la sección y del club se han equivocado de nuevo con el piloto del proyecto. No pudieron convencer a Jasikevicius, al que probablemente volverán a tentar este verano, y tampoco se hicieron con los servicios de Pedro Martínez, que sí está reflotando al Baskonia. Con prisas y a contracorriente el Barça intenta salvar los restos del naufragio pero hace tiempo que cae el diluvio universal.