Rivera acusa a los populares de estar carcomidos por la corrupción tras conocer la declaración de Correa
Ciudadanos observa con media sonrisa, y la calma tensa del jugador que ve cercano su objetivo, la publicación de sondeos que confirman su efervescencia tras la victoria de Inés Arrimadas en Catalunya y el nerviosismo que esta tendencia provoca en las filas del PP. Albert Rivera ya ha comunicado a los suyos que el objetivo del partido, una vez consolidados en el Congreso, es el de arrebatar el espacio del centro al PP (sin olvidar a los votantes del PSOE más escorados a la derecha) y eso pasa por empezar a marcar distancias con el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Ayer en su intervención ante el grupo parlamentario de Cs dejó claro cuales cree que son las grietas del Gobierno en las que hurgar: los casos de corrupción del PP, la crisis de Catalunya, el endurecimiento del código penal al calor de la alarma social generada por casos como el del Diana Quer y la reticencia de los conservadores a cumplir aquellos medidas de regeneración democrática recogidas en su pacto de investidura, que no (insisten en Cs) de gobernabilidad.
“El caso PP no tiene fin, es un partido que se descompone por la corrupción”, afirmó Rivera con crudeza, sin concesiones ni gestos de simpatía para con los populares.
Las palabras de Rivera, que apenas esconde su falta de sintonía personal con Rajoy, retumbaron en la sala de grupos del Congreso minutos después de la intervención de Francisco Correa ante la comisión del Congreso que investiga la presunta financiación ilegal del PP.
Rivera lamentó la falta, a su juicio, de determinación y coraje de Rajoy a la hora de hacer frente a la corrupción.
“España necesita un presidente valiente”, afirmó, antes de recordar que el futuro del Ejecutivo del PP y de la legislatura puede estar en sus manos si decide no apoyar los Presupuestos Generales del Estado para el 2018.
Después de semanas reclamando sin éxito que el PP apartara a la senadora Pilar Barreiro tras su imputación en el caso Púnica, Rivera recordó que esta es una condición innegociable para que las cuentas tengan el apoyo de los liberales.
Lejos de lo que pueda parecer por el cruce de reproches y el clima de confrontación, Rivera subrayó que su deseo es que la legislatura se pueda cumplir con normalidad. La crisis catalana y la posibilidad de que el independentismo retome la estrategia de la confrontación unilateral ejerce es el principal obstáculo para que Cs intente forzar un adelanto electoral.
Pero detrás de la “prudencia” liberal también hay razones estratégicas: un sector del partido prefiere centrarse en las autonómicas y municipales, poner los cimientos a su crecimiento territorial, antes de abrir una guerra total con el PP.
“Si el señor Rajoy está nervioso por las encuestas y el fracaso (electoral) en Catalunya, la mejor manera de tranquilizarse es cumpliendo. Es la mejor manera de tener tranquilidad, calma y estabilidad”, declaró ayer el presidente de Cs, quien pone otra condición para el pacto de los presupuestos: la equiparación salarial con los Mossos d’Esquadra de la Policía Nacional y la Guardia Civil.
La crisis catalana evita por ahora que Cs retire su apoyo al Gobierno y fuerce un adelanto electoral