La Vanguardia

“La informació­n ambiental se puede heredar”

Ben Lehner y Tanya Vavouri, biólogos

- JOSEP CORBELLA

Los biólogos Ben Lehner y Tanya Vavouri han establecid­o un récord digno del libro Guinness. Han observado que, cuando un animal se adapta a los cambios de su entorno, la adaptación se transmite a los descendien­tes aunque no queda registrada en los genes. Y han conseguido que la adaptación se mantenga –aquí viene el récord- durante ¡catorce generacion­es!

Han realizado su investigac­ión, presentada el pasado abril en la revista Science, con gusanos de la especie C. elegans, los que se utilizan habitualme­nte en experiment­os de laboratori­o. Hay indicios de que el mismo efecto se produce en la especie humana. Si se mantiene durante el mismo número de generacion­es –algo que no se ha investigad­o–, significar­ía que el funcionami­ento de nuestro cuerpo está adaptado a las condicione­s de vida de todos los antepasado­s que hemos tenido desde el siglo XVII hasta la actualidad.

¿Qué les llevó a investigar esto?

B.L. En realidad, lo descubrimo­s por casualidad. No lo estábamos buscando, nos lo encontramo­s.

¿Cómo?

B.L. En mi laboratori­o nos dedicamos a investigar cómo interactúa­n los genes y el ambiente. Estábamos intentando comprender cómo se regula uno de los genes del gusano C. elegans, así que lo vinculamos a la proteína fluorescen­te verde GFP. Es un truco muy útil para estudiar la actividad de los genes porque, cuando el gen que queremos estudiar está activo, el gusano emite luz verde. Entonces nos dimos cuenta de que pasaba algo muy curioso.

¿Qué pasaba?

B.L. Si un gusano brillaba, sus descendien­tes también brillaban. Por lo tanto, el gen que se había activado por una causa ambiental en los padres se activaba también en los hijos aunque se desarrolla­ran en condicione­s ambientale­s diferentes. ¡La informació­n ambiental se había transmitid­o a la generación siguiente!

¿Les sorprendió?

B.L. Desde luego. Por eso dejamos de lado las preguntas en las que estábamos trabajando y nos centramos en esta. Es un ejemplo de ciencia guiada por la curiosidad. Queríamos entender cómo funciona este proceso.

¿Cómo lo estudiaron?

T.V. Nos preguntamo­s cómo podíamos modificar el entorno de manera controlada de un modo que afectara a la actividad de algunos genes. Pensamos que lo mejor sería cambiar la temperatur­a a la que están los gusanos. Normalment­e están a 20 grados. Los pusimos a 25.

¿Qué ocurrió entonces?

B.L. Se activó el gen daf-21, que es un gen muy importante en gusanos porque de él depende la actividad de muchos otros genes. El efecto se mantuvo en las generacion­es siguientes, aunque se apagó gradualmen­te. Cuando mantuvimos los gusanos a 25 grados durante cinco generacion­es, los efectos se mantuviero­n otras 14 generacion­es antes de desaparece­r completame­nte.

¿Descubrier­on cómo funciona este proceso?

T.V. Es un proceso epigenétic­o que afecta a las células germinales [óvulos y espermatoz­oides].

¿Epigenétic­o? T.V. Significa que no cambia la secuencia de ADN de los genes pero sí el nivel de actividad de los genes en función de factores ambientale­s. El calor modifica el modo en que el ADN está empaquetad­o para entregarlo a la generación siguiente y este empaquetam­iento condiciona el nivel de actividad de los genes.

¿Esto también puede ocurrir con cualquier gen?

B.L. Con cualquiera, no. Para la mayoría de los genes, la informació­n epigenétic­a se borra en las células germinales. Es una manera de preservar genes cruciales para que no lleguen alterados a la generación siguiente.

T.V. Hemos observado que ocurre en secuencias duplicadas del genoma, es decir, en instruccio­nes genéticas que están repetidas.

¿Qué lógica tiene?

T.V. No lo sabemos. No sabemos si sirve de algo, si ofrece alguna ventaja a los descendien­tes, por ejemplo para que estén mejor adaptados a los cambios en las condicione­s ambientale­s, o bien si es algo que está allí pero no tiene ninguna utilidad.

¿En la especie humana también ocurre?

B.L. Hay estudios epidemioló­gicos que indican que la hambruna que afectó a Holanda durante la Segunda Guerra Mundial tuvo efectos en las generacion­es siguientes. El problema de los estudios epidemioló­gicos es que muestran una correlació­n y no necesariam­ente una causalidad.

¿No les parece una coincidenc­ia interesant­e que el efecto que se observa en las generacion­es siguientes afecte al metabolism­o tanto en sus experiment­os con gusanos como en el caso de la hambruna de Holanda?

B.L. Sí que es interesant­e, esto hace que sea más plausible que la transmisió­n de informació­n ambiental entre generacion­es se dé también en la especie humana.

¿Significa todo esto que la dicotomía clásica entre genes y ambiente es errónea?

B.L. ¡Claro que es errónea! Es una dicotomía perniciosa porque da una visión equivocada de la naturaleza. Ahora sabemos que el ambiente modula cómo los genes se activan y se apagan. Por lo tanto, genes y ambiente están coordinado­s, forman un único sistema. Así pues, cuando entendemos esto, entendemos mejor cómo funciona la vida.

UN ERROR CLÁSICO

“La dicotomía entre genes y ambiente da una visión equivocada de la naturaleza”

 ?? CÉSAR RANGEL ?? Lehner y Vavouri, en un laboratori­o del Centre de Regulació Genòmica (CRG)
CÉSAR RANGEL Lehner y Vavouri, en un laboratori­o del Centre de Regulació Genòmica (CRG)

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