EE.UU. alerta del peligro de injerencia de Rusia
Los servicios de espionaje ven riesgos también para Europa
Una y otra vez, el presidente Donald Trump repite que el Rusiagate no es más que un montaje de los demócratas, unos arrogantes incapaces de asumir su derrota.
Si para Trump la supuesta confabulación entre el Kremlin y su campaña no es más que un intento de quitarle gloria, a sus asesores de seguridad e inteligencia no les parece más que una pataleta de mal perdedor. Ellos observan un ataque que no cesa.
Lo reconocieron ayer en su comparecencia anual ante el Comité de Inteligencia del Senado. “No debería existir ninguna duda de que Rusia percibe como exitosos sus esfuerzos para interferir en las presidenciales del 2016 y que ve las legislativas del 2018 como otro potencial objetivo para sus operaciones de influencia”, afirmó Dan Coats, director de la Inteligencia Nacional. “Continuarán los ataques cibernéticos a EE.UU. y Europa usando las elecciones para socavar la democracia”, dijo Coats. “En toda nuestra comunidad no hemos dado con ninguna significativa evidencia de cambio alguno respecto al año pasado”, matizó.
Mientras, a Trump no se le escucha ningún reproche a su homólogo en Moscú, al que da credibilidad cuando dice que él no ha hecho nada. A esto se suma su continuada labor de sembrar dudas sobre la capacidad y la labor de sus servicios de seguridad. De momento, como recordaron varios legisladores, aún mantiene en suspenso las sanciones que ya deberían estar en marcha tras la conclusión general de la injerencia rusa.
“Como mínimo, nosotros esperamos que Rusia continúe utilizando propaganda, las redes sociales, personalidades falsas, portavoces simpáticos y otros medios de influencia para exacerbar las fisuras políticas y sociales en Estados Unidos”, insistió Coats. “Hemos visto actividades e intenciones de los rusos en busca de impacto en nuestro próximo ciclo electoral”, indicó Mike Pompeo, director de la CIA.
Esta agencia, aseguró su jefe, se mantiene lista y preparada para identificar esos posibles elementos usados para infiltrarse, cooperando con las fuerzas de seguridad domésticas, con lo que sugirió que podrían ir al ataque en caso de creerlo necesario. “Disponemos de capacidades ofensivas para que les resulte más costoso a los que se atrevan a desafiar nuestras elecciones”, matizó. Coincidió con ellos el almirante Mike Rogers, responsable de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Ninguno de los tres describió el tipo de actividades a las que se referían y se comprometieron a proveer a los senadores con más detalles en la sesión clasificada programada para luego.
En otro desmarque de la línea oficial del presidente, Chris Wray, director del FBI, replicó con un contundente “no” cuando le cuestionaron sobre la existencia de prejuicios en la agencia contra Trump. Wray, que sustituyó a James Comey, despedido por negarse a “archivar” el Rusiagate, elogió a los hombres y las mujeres del FBI, a los que pidió olvidarse “del ruido en televisión y en las redes sociales”.
Sostuvo, además, que no discute las pesquisas de la presunta confabulación del Kremlin con el presidente, “y mucho menos le suministro información procedente de esa investigación”.
Declinó, sin embargo, decir si se había producido un conflicto de intereses con Trump cuando éste decidió desclasificar el memorándum republicano que pone en cuestión la labor del FBI en el caso ruso. “Dejo a otros que decidan si hay un aparentente o real conflicto de intereses, pero el presidente gozaba de plena responsabilidad en esa situación”.
No se abstuvo de hacer una crítica a ese informe. “Había miles y miles de papeles y todo se dejó en tres folios y medio”, lamentó.
En la sesión expresaron preocupación por los ciberataques chinos o el despliegue nuclear norcoreano. Pero en otro dardo a Donald Trump, y al incremento del endeudamiento, Coats remarcó: “La deuda es una amenaza directa a la seguridad nacional”.
El director del FBI desacredita el informe republicano en el que se critica a la agencia para salvar a Trump