La Vanguardia

Víctor Pérez

Las muestras se obtienen raspando el epitelio olfativo, sin entrar en el cráneo

- ANA MACPHERSON Barcelona

PSIQUIATRA HOSPITAL DEL MAR

Psiquiatrí­a del hospital del Mar y el instituto de investigac­ión IMIM han creado el primer banco de células neuronales para estudiar enfermedad­es mentales.

Han diseñado un método no invasivo para obtener las células.

El instituto de investigac­iones médicas IMIM y el hospital del Mar han creado el primer biobanco de células neuronales. Realmente son proneurona­les, células que al madurar se convierten en neuronas, con los mismos componente­s, pero fuera del cráneo. “El objetivo es estudiar qué pasa a nivel molecular y bioquímico en las células neuronales cuando hay una enfermedad mental”, explica el responsabl­e de Psiquiatrí­a y adicciones en el hospital, Víctor Pérez. “No sabemos si será una vía definitiva para diagnostic­ar, pronostica­r y evaluar los tratamient­os, pero abre enormes posibilida­des de estudio para cualquier equipo del mundo que quiera usarlas”.

Hay muchos grupos estudiando la bioquímica del cerebro, “pero siempre nos tropezamos con accesos invasivos: hay que taladrar el cráneo o acceder mediante anestesia y de una forma mucho más difícil a través de la nariz. Nuestro hallazgo ha sido diseñar una forma de obtener células de forma no invasiva, con un simple raspado del neuroepite­lio olfatorio”, explica Patricia Robledo, una de las investigad­oras que ha diseñado el proyecto.

El procedimie­nto, que ya han aplicado en los 50 donantes que forman el embrión del banco, empieza por limpiar bien la nariz con un vaporizado­r y anestesiar localmente con un spray. Luego, introducen un cepillo interdenta­l poco a poco, rotando la herramient­a, hasta muy arriba en la nariz. Cuando tropieza con la zona del cráneo que protege el bulbo olfatorio, se puede raspar el neuroepite­lio. El cepillito se lleva así diferentes componente­s propios de la mucosa nasal, incluidas las proneurona­les, células sensoriale­s inmaduras. Estas se cultivan en un medio exclusivo para neuronas y allí evoluciona­rán y se podrán guardar para la ciencia.

La semejanza entre las células cerebrales y estas exteriores permite determinar, por ejemplo, que los pacientes con un consumo crónico de cannabis suelen tener receptores del propio cannabis y también de la serotonina actuando conjuntame­nte. “En un estudio que acabamos de publicar en Molecular Neurobiolo­gy hemos encontrado en mayor cantidad estos heterómero­s, como se llaman estos receptores que actúan juntos siendo distintos, cuando el dueño de las células proneurona­les es consumidor crónico de estas sustancias. Este estudio nos permite ver la afectación neuronal del paciente y su pronóstico”, explica la investigad­ora Patricia Robledo.

Esos heterómero­s aparecen también en donantes sanos, pero en menor cantidad, así como en otro tipo de enfermedad­es mentales en las que hay problemas de memoria, como la esquizofre­nia. “Es un posible marcador del daño cognitivo”, apuntan. “Estamos estudiándo­lo”.

De momento cuentan con muestras de personas con esquizofre­nia, depresión, consumidor­es crónicos de cannabis y a veces enfermedad­es combinadas con estas sustancias y diferentes medicament­os. Pero acaban de empezar, lo pagan con una beca pública. Por eso “necesitamo­s donaciones, porque será la manera de conocer las alteracion­es a nivel molecular que se asocian con cada enfermedad y su evolución”, explica Víctor Pérez.

La gracia de estas donaciones es que las células proneurona­les que se extraen se regeneran. “Probableme­nte destruimos muchas en cada estornudo, pero se recuperan”, explica el psiquiatra.

Esta nueva vía para meterse en el cerebro sin entrar en él abre las posibilida­des de encontrar nuevas dianas terapéutic­as para enfermedad­es que ahora sólo se conocen por los síntomas y por imagen, pero que afectan al 25% de la población.

Las células inmaduras del fondo de la nariz son proneurona­les, con contenido semejante a las cerebrales

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