La Vanguardia

Madrid, el combate que viene

- Enric Juliana

Desbaratad­a la política catalana, el futuro político de España se va a jugar en Madrid en los próximos dos años. Cuando Barcelona se ausenta, Madrid gana protagonis­mo como plaza central. Es una vieja ley del Ruedo Ibérico.

Al final de la escapada, neoconverg­entes y republican­os, han conseguido algo asombroso. No han logrado la independen­cia, como puede comprobars­e. Han fabricado realidad española bajo la falsa premisa de que ya no valía la pena intervenir en la política de un país irreformab­le. Han conseguido despertar el nacionalis­mo español explícito –el implícito nunca se durmió–, empujando a unos cuantos millones de personas hacia un orgullo herido que pide mano dura y una revisión a fondo del estatuto autonómico en favor de un centralism­o más eficiente.

Es la ola que cabalga Ciudadanos y que está pillando por sorpresa al Partido Popular. Después de más de veinte años de ordeñar la vaca del anticatala­nismo –¿lo recuerdan? “¡Pujol, enano, habla en castellano!”-, al Partido Alfa ya no le cunde la tensión. El rédito es ahora para Ciudadanos en la medida que es capaz de vincular el rechazo a la Catalunya nacional con un proyecto de renovación. Un proyecto nacional español con sabor a máster. Todas las Elsa Artadi de Madrid votan a Ciudadanos. Insisto, el independen­tismo ha ayudado a fabricar política española, mientras renegaba de España y se excluía del juego parlamenta­rio en el momento más bajo del PP.

Lo han conseguido. En estos momentos nadie quiere saber nada con ellos, aunque ofreciesen gratis sus votos al PSOE. Desbaratad­a la política catalana –ni Ciudadanos se atreve al juego florentino de presentar su candidatur­a a la presidenci­a de la Generalita­t–, los dos años que quedan de legislatur­a se van a jugar en Madrid.

Y en Madrid están pasando cosas importante­s La erosión del Partido Popular en la capital de España parece imparable. Esperanza Aguirre, gran especialis­ta en las dimisiones escalonada­s, puede acabar en los juzgados. El cortafuego­s Cristina Cifuentes se está quemando. El Partido Alfa está en horas bajas y a algunos acusados de corrupción les están entrando unas ganas locas de hablar, para contar verdades o para acabar de enredarlo todo. Estamos asistiendo en Madrid al final de un largo ciclo de dominio. Sólo un partido fuertement­e instalado en el interior del Estado puede resistir lo que todavía aguanta el partido alfa, ahora en minúsculas.

Puesto que no habrá elecciones generales anticipada­s –no parece ser este el plan de Mariano Rajoy– la primera partida se jugará dentro de quince meses en el superdomin­go electoral de la primavera del 2019: elecciones municipale­s, autonómica­s y europeas.

La batalla de Madrid será especial. No será una cita fácil para Ciudadanos, ni tampoco para el PSOE. Podríamos asistir a una dura pugna entre el PP numantino y un Podemos sin coleta. La alcaldesa Manuela Carmena parece dispuesta a repetir –fijando sus condicione­s– y el hombre de Podemos mejor tratado por los medios, el inteligent­e Iñigo Errejón, puede atraer a muchos votantes favorables al cambio en la Comunidad.

Madrid, 2019.

El PP está muy desgastado, Carmena puede querer repetir y Errejón prepara su relanzamie­nto

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