La Vanguardia

El chófer drogado de la N-340 niega haber consumido antes del accidente

- ESTEVE GIRALT Tortosa

Manuel Vicente Pérez, acusado de un doble homicidio por imprudenci­a grave conduciend­o bajo los efectos de las drogas, negó ayer en el segundo y último día del juicio en Tortosa (Baix Ebre) haber consumido cocaína antes de ponerse al volante de su furgoneta. Una versión que contradice­n los análisis toxicológi­cos realizados después de que el chófer arrollase mortalment­e la motociclet­a de dos jóvenes de 15 y 18 años en la N-340, en Amposta (Montsià), en diciembre del 2016.

En la saliva del acusado se detectó la presencia de cocaína, lo que prueba que había consumido la droga un máximo de cinco horas antes de embestir con su furgoneta la motociclet­a de las víctimas, según explicaron ayer en el juzgado los forenses que practicaro­n los análisis para ratificar el primer test de drogas realizado por los Mossos d’Esquadra.

Los forenses añadieron que el comportami­ento del chófer aquel día es compatible con los efectos que provoca la cocaína mientras está presente en sangre, como “la disminució­n de la fatiga, la hiperactiv­idad y el nerviosism­o”, tal y como relataron varios testigos.

El acusado dijo ayer que sólo recuerda haber escuchado cómo reventaba una de las ruedas y pocos instantes después impactaba con la motociclet­a de Emma y Manel. Los peritos de los Mossos y de las tres acusacione­s particular­es rebatieron su versión al asegurar que el neumático no se reventó antes de la colisión.

En las conclusion­es, antes de quedar el juicio visto para sentencia, la fiscal, como también dos de las acusacione­s, mantuviero­n la petición de 4 años de prisión por dos delitos de homicidio por imprudenci­a grave y 6 años sin permiso de conducir, el máximo que permite el Código Penal. La fiscal sostuvo que ha quedado acreditado que el consumo de cocaína fue “la principal causa” del choque mortal y que la versión de la defensa “no tiene la más mínima consistenc­ia”.

Una de las acusacione­s particular­es introdujo el agravante de conducción con temeridad manifiesta y dolo eventual para elevar la pena a 5 años de cárcel, al considerar que el acusado decidió conducir siendo consciente de la peligrosid­ad que entrañaba. La defensa pidió la libre absolución.

Durante el juicio unas 200 personas se han manifestad­o a las puertas del juzgado para exigir una condena ejemplar y criticar el Código Penal, que consideran demasiado blando con los conductore­s temerarios que provocan accidentes mortales después de consumir drogas o alcohol.

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