El chófer drogado de la N-340 niega haber consumido antes del accidente
Manuel Vicente Pérez, acusado de un doble homicidio por imprudencia grave conduciendo bajo los efectos de las drogas, negó ayer en el segundo y último día del juicio en Tortosa (Baix Ebre) haber consumido cocaína antes de ponerse al volante de su furgoneta. Una versión que contradicen los análisis toxicológicos realizados después de que el chófer arrollase mortalmente la motocicleta de dos jóvenes de 15 y 18 años en la N-340, en Amposta (Montsià), en diciembre del 2016.
En la saliva del acusado se detectó la presencia de cocaína, lo que prueba que había consumido la droga un máximo de cinco horas antes de embestir con su furgoneta la motocicleta de las víctimas, según explicaron ayer en el juzgado los forenses que practicaron los análisis para ratificar el primer test de drogas realizado por los Mossos d’Esquadra.
Los forenses añadieron que el comportamiento del chófer aquel día es compatible con los efectos que provoca la cocaína mientras está presente en sangre, como “la disminución de la fatiga, la hiperactividad y el nerviosismo”, tal y como relataron varios testigos.
El acusado dijo ayer que sólo recuerda haber escuchado cómo reventaba una de las ruedas y pocos instantes después impactaba con la motocicleta de Emma y Manel. Los peritos de los Mossos y de las tres acusaciones particulares rebatieron su versión al asegurar que el neumático no se reventó antes de la colisión.
En las conclusiones, antes de quedar el juicio visto para sentencia, la fiscal, como también dos de las acusaciones, mantuvieron la petición de 4 años de prisión por dos delitos de homicidio por imprudencia grave y 6 años sin permiso de conducir, el máximo que permite el Código Penal. La fiscal sostuvo que ha quedado acreditado que el consumo de cocaína fue “la principal causa” del choque mortal y que la versión de la defensa “no tiene la más mínima consistencia”.
Una de las acusaciones particulares introdujo el agravante de conducción con temeridad manifiesta y dolo eventual para elevar la pena a 5 años de cárcel, al considerar que el acusado decidió conducir siendo consciente de la peligrosidad que entrañaba. La defensa pidió la libre absolución.
Durante el juicio unas 200 personas se han manifestado a las puertas del juzgado para exigir una condena ejemplar y criticar el Código Penal, que consideran demasiado blando con los conductores temerarios que provocan accidentes mortales después de consumir drogas o alcohol.